Asistentes:
Fernando, Jero, JG, JL, MA, Manolo, Pablo y Paco
En
principio, habíamos propuesto un itinerario distinto al que después se acordó, tras
el encuentro en la localidad de Navas del Rey. Allí decidimos llegar en los
coches hasta el embalse de San Juan y, desde este punto, iniciar el itinerario
recorriendo la "Garganta de Picadas".
Iniciamos
la ruta a partir del Área Recreativa de Picadas, siguiendo la margen derecha
del río. A izquierda y derecha nos rodea la montaña, partida en dos por la
fuerza, a lo largo de los siglos, de las aguas del Alberche. El río, por esta
zona, más bien parece un simple arroyo, pero según vamos siguiéndolo, al cabo
de poco, el arroyo se va convirtiendo en río, por los numerosos pequeños
afluentes, a ambas vertientes, que le van alimentando.
Por
otra parte, nos llama la atención que desde el principio del recorrido de
Picadas, en su cauce hay una serie de balones de plástico, de distintos colores
y formando como calles bien diferenciadas. Como también vimos que a lo largo
del río había distintas canoas de remo en una u otra dirección del río,
adivinamos que el motivo de los balones era para definir distintas calles en el
río para el deporte del remo.
Tras
una hora de recorrido, un puente de piedra nos llevó al margen izquierdo, por
donde seguimos nuestro itinerario. Por este lado, la montaña alcanza mayor
altura y es más abrupta que la vemos al otro lado, en el margen derecho. Esta
vertiente, alimenta al río con numerosos regueros de agua que ya va tomando
cuerpo; así, el anterior riachuelo se va convirtiendo en el "Embalse de Picadas".
Tras
este paso, por el embalse, según pasaba la mañana, podíamos ver más y más
canoas con sus remeros ejercitándose para próximas competiciones.
Al
cabo de 2 horas y media de agradable caminata, sin frío ni calor, y con un
paisaje de gran belleza, llegamos al paredón que retiene las aguas de este
bello enclave. En este grato paisaje de montañas, vegetaciones diversas, con
amplia mayoría de pinares y las aguas retenidas por una muralla de unos 300 metros
de longitud y de unos 40 metros de altura, por su parte central; nos quedamos
viendo todo el paisaje que nos rodeaba, y que nunca parecía monótono.
Allí,
acoplados como a cada cual le resultara mas cómodo, abrimos nuestras despensas
(quiero decir, "nuestros macutos") y sacamos lo que cada cual
llevara, más o menos cocinado, además del pan y el vino, esta vez, un reserva
¡bien Paco, bien!
El
retorno, por la misma ruta, fue también grato, pues nuestros ojos no se cansan
de mirar, por lo bello y variante que resulta cuando se mira con la debida
atención.
Esta
marcha, ha resultado una muy agradable caminata.
Fernando
Vídeo reportaje: