Nos había rondado por la cabeza a los Marchosos, la idea de hacer en una noche de verano una marcha para además de vivir las sensaciones de andar por el monte de noche, mirar al cielo para una observación astronómica.
La propuesta consistía en, además
de patear el monte con solo la luz de la Luna y llegar al Perdiguera, aprovechar
para hacer algo de observación astronómica. Elegimos como zona la del puerto de
Canencia, que no está lejos y tiene un prado a mitad de marcha estupendo para
pararnos a hacer la observación. Habíamos quedado en el puerto sobre la diez y
como habíamos previsto empezaba a caer la noche, así que en nuestros primeros
pasos por el GR que une el puerto de Canencia con el de Morcuera prácticamente se
fue la luz del sol y empezó a aparecer la de las estrellas.
Empezamos las charlas como era de
esperar, hablando de los astros, de los sistemas estelares, de las
constelaciones y sus representaciones mitológicas realizadas por nuestros
ancestros griegos y árabes, de los nombres de las estrellas y de los planetas
que íbamos a ver en concreto. En seguida se empezó a divisar Marte en Virgo y
Saturno en Libra, a media altura mirando al sur, así que nos acompañaron ellos
porque la Luna no se atrevía a salir tan pronto, como hacen las chicas los viernes,
sino que hubo que esperar y rondarla durante casi dos horas para que se
atreviera a hacerlo cuando todo el mundo estaba en el baile.
Al cabo de una hora de marcha llegamos
a Prado Toril, viejo conocido nuestro donde está el cercado de piedra que hay, seguramente para
a guardar ganado de algún tipo, pero donde nunca vimos ninguna res. Empezamos a
sacar todos los aparatos y ayudas que nos habíamos llevado para la observación:
tabletas con programas de observación que permiten localizar casi todo lo que
se puede ver, libros y mapas para ayudar a saber qué es qué, prismáticos,... El
rey de la noche fue un puntero láser que permitía señalar en el cielo cualquier
cosa como si fuera una proyección PPw y también el programa Stellarium que nos ayudaba a saberlo todo.
Terminado el refrigerio y siendo
ya pasadas la una y media bajamos por el otro forestal acompañando u buen rato
al arroyo. Después lo dejamos y nos cruzamos con otro amigo, el arroyo de
Setil de Maillo, lo hicimos por la curva dónde está al abedul más grande de
Canencia. Lo reconocimos y lo iluminamos para verlo bien. Finalmente en un
paseo silencioso y ya con ayuda de las linternas bajamos al puerto donde nos
despedimos hasta la próxima aventura.
JP
JP