sábado, 15 de febrero de 2014

En torno al embalse de Picadas. 12.2.2014

Asistentes: Fernando, Jero, JG, JL, MA, Manolo, Pablo y Paco

En principio, habíamos propuesto un itinerario distinto al que después se acordó, tras el encuentro en la localidad de Navas del Rey. Allí decidimos llegar en los coches hasta el embalse de San Juan y, desde este punto, iniciar el itinerario recorriendo la "Garganta de Picadas".

Hacia la 11: 45 de la mañana iniciamos el recorrido, que se extiende a lo largo del río Alberche, tras su paso por la ermita de San Juan. En principio Garganta de Picadas por donde transcurre el escaso cauce del río que se ha formado a lo largo de los siglos, dando vía al río Alberche.

Iniciamos la ruta a partir del Área Recreativa de Picadas, siguiendo la margen derecha del río. A izquierda y derecha nos rodea la montaña, partida en dos por la fuerza, a lo largo de los siglos, de las aguas del Alberche. El río, por esta zona, más bien parece un simple arroyo, pero según vamos siguiéndolo, al cabo de poco, el arroyo se va convirtiendo en río, por los numerosos pequeños afluentes, a ambas vertientes, que le van alimentando.
Por otra parte, nos llama la atención que desde el principio del recorrido de Picadas, en su cauce hay una serie de balones de plástico, de distintos colores y formando como calles bien diferenciadas. Como también vimos que a lo largo del río había distintas canoas de remo en una u otra dirección del río, adivinamos que el motivo de los balones era para definir distintas calles en el río para el deporte del remo.

Tras una hora de recorrido, un puente de piedra nos llevó al margen izquierdo, por donde seguimos nuestro itinerario. Por este lado, la montaña alcanza mayor altura y es más abrupta que la vemos al otro lado, en el margen derecho. Esta vertiente, alimenta al río con numerosos regueros de agua que ya va tomando cuerpo; así, el anterior riachuelo se va convirtiendo en el "Embalse de Picadas".

Siguiendo nuestro agradable itinerario, el camino nos conduce a lo que en principio parecía una gruta en la montaña, por la que nos adentramos. Este paso tendría unos 150 metros de longitud. Por su centro prácticamente apenas se veía, por lo que había que andar con cuidado, para evitar tropezones con las piedras que se habían desprendido.

Tras este paso, por el embalse, según pasaba la mañana, podíamos ver más y más canoas con sus remeros ejercitándose para próximas competiciones.

Al cabo de 2 horas y media de agradable caminata, sin frío ni calor, y con un paisaje de gran belleza, llegamos al paredón que retiene las aguas de este bello enclave. En este grato paisaje de montañas, vegetaciones diversas, con amplia mayoría de pinares y las aguas retenidas por una muralla de unos 300 metros de longitud y de unos 40 metros de altura, por su parte central; nos quedamos viendo todo el paisaje que nos rodeaba, y que nunca parecía monótono.

Allí, acoplados como a cada cual le resultara mas cómodo, abrimos nuestras despensas (quiero decir, "nuestros macutos") y sacamos lo que cada cual llevara, más o menos cocinado, además del pan y el vino, esta vez, un reserva ¡bien Paco, bien!  

El retorno, por la misma ruta, fue también grato, pues nuestros ojos no se cansan de mirar, por lo bello y variante que resulta cuando se mira con la debida atención.

Esta marcha, ha resultado una muy agradable caminata.
Fernando


Vídeo reportaje: