jueves, 15 de diciembre de 2016

Cañón del río Aulencia. Una gastronómica más


Después de un incontable número de correos electrónicos conseguimos ponernos de acuerdo tanto en la ruta a realizar como en el restaurante donde íbamos a celebrar la comida de Navidad.
El punto de encuentro era la casa de Fernando en Colmenarejo donde nos reunimos los once marchosos —Faltó JS y Pablo que se incorporaría a la comida— que haríamos el paseo por la ruta «Cañón del río Aulencia», empezando la marcha en Pino Alto, a siete km de Colmerarejo. En principio el camino era suave, con ligeras bajadas y subidas, algo estrecho a veces, por el cañón del río Aulencia, que nace en Abantos, le corta el paso el embalse de Valmayor, y sólo le  permite que salga un poco de agua hacia el embalse antiguo (ver foto),  sendero bordeado de encinas y fresnos. La idea inicial era llegar a un punto del paseo, controlando la hora, y volver por el mismo camino para llegar al restaurante Labrassa en Colmenarejo a las tres en punto, hora para la que habíamos reservado mesa. En total serían unos 10 km de marcha, ida y vuelta.

Creo que fue Chicho o Juan Ángel quienes propusieron convertir en circular la marcha y volver, cruzando el río, por un camino forestal más largo pero de suelo llano, más practicable para Fernando. JG y JL decidieron volver a los coches por el mismo camino de ida y los demás seguimos la recomendación de volver por el camino más largo, que nos sorprendió al final con unos toboganes de un desnivel acumulado que para los que no estamos tan en forma resultaron un reto que conseguimos superar con paso lento.






A la comida en el restaurante Labrassa se unió Pablo, que había vuelto de la India el día anterior y contó con brevedad su fantástico viaje. La comida estuvo bien, aunque las mesas alargadas tienen el inconveniente de que las conversaciones se hacen en grupos. Yo me enteré de que Neska está enferma y que Fernando sigue sin tomar ajo. En la otra esquina supongo que hablarían de fútbol o de política o quizás de la camarera. La camarera era una joven muy amable, por eso le dimos una buena propina. El camarero, grueso, bastante tenía con colocar los platos compartidos de carne o el mero, un pelín pasado de días. Supongo que el vino estaba bueno porque las botellas se vaciaban a buen ritmo y llegaban otras.

La comida se acabó y la charla de sobremesa se interrumpió a las cinco de la tarde, como las corridas de toros tan denostadas ya, pues JL tenía que cantar con su coro en el Auditorio. No llegué a enterarme, por la distancia que nos separaba en la mesa, si el coro cobra o paga por cantar en tan privilegiado escenario.

Los demás dimos por terminada la reunión y nos deseamos felices fiestas de Navidad y Año Nuevo. Este año no hemos jugado a la Lotería, así no corremos el riesgo de que nos toque, pero, mirando por el bolsillo, nos hemos ahorrado un gasto.
Reitero: ¡Felices Fiestas a todos!
Manolo.
PD. En las fotos podéis ver las magníficas vistas del cañón del río Aluenza, el embalse, la presa y las chumberas de higos rojos.

Otra PD. Al comienzo de la marcha me dijo Jerónimo que Elvira había leído mi novela Desaparecida y le había gustado mucho. Así que empecé la caminata con un subidón de autoestima. Jerónimo, gracias por decírmelo y gracias a Elvira por leerla.

Manolo