viernes, 13 de septiembre de 2013

Puentes de Canencia 11.9.2013

Marcha RT010 . Puentes Medievales de Canencia . 11 de septiembre de 2013





Puente de Canto

Después de algunas dificultades para precisar la marcha, al final se decidió hacer la 010 de Andrés Campos, aunque modificada para no ir paralelamente a la carretera. Es una marcha circular que parte y vuelve al pueblo de Canencia, pasando por algún puente “medieval” y transcurre por robledales y pinares.

A pesar de que el AEMET pronosticaba 0%  de lluvia en toda la provincia de Madrid, salimos hacia Canencia con lluvias fuertes que afortunadamente al llegar al destino se disiparon. Esto hizo un día perfecto para la marcha, con temperatura agradable, sin polvo en los caminos y con esa  sensación de ambiente limpio y olor a hierba y plantas aromáticas que tiene el campo después de la lluvia.
Según he leído estos puentes formaban parte del antiguo camino que venía desde Rascafría y estaba jalonado de puentes, desde “El Perdón” hasta “El Cuadrón”.

A la hora prevista nos dimos cita J.L , J.G , Paco, Chicho y M.A y comenzamos la marcha sobre las 11,30 con la ayuda de la “track” confeccionada por Chicho. Primero vimos el Puente de Canto. La construcción se fecha entre los siglos XIV y XV, tiene como característica principal que sus dos ojos son asimétricos, además de forma de “lomo de asno” y está en buen estado de conservación. Desde allí tomamos una especie de cañada de ganado definida en el mapa como PR-28 que va aguas arriba, paralela al arroyo Canencia dejando este a la izquierda  y a los 500 metros nos desviamos a mano izquierda para bajar al arroyo y ver el puente de La Cadena que tiene también forma de espinazo de asno y consta de un  solo arco, Para volver al PR-28 nos confundimos, tomando una senda distinta, pero después de saltar alguna pared llegamos al PR- 28 un poco más adelante. Para otra vez que queramos ver el puente de La Cadena puede hacerse a la vuelta de la marcha desde el pueblo accediendo por la otra margen del arroyo. Por esta vereda había un montón de zarzamoras con alguna mora madura que algunos aprovechamos, y otros arbustos entre ellos unos con bolas azules, que los conocedores dijeron que eran endrinas.


Puente de La Cadena

Al rato dejamos el PR y bajamos hacia la carretera que solo usamos para cruzar el arroyo de “La Tejera”. A partir de aquí ascendimos por un magnífico robledal, donde sobre las 13 horas  tomamos los panchitos aderezados con la bota que afortunadamente trajo Paco. El robledal estaba bastante limpio y nos permitió a veces acortar por el monte. Bajamos por el robledal hasta la carretera que cruzamos y tomamos una pista desde la que vimos el puente del Vadillo que cruza el arroyo Canencia, es un viejo y deteriorado puente de ladrillo. Un poco más adelante cruzamos el arroyo Sestil que cede generoso sus aguas al Canencia un poco más abajo.


 Puente del Vadillo

El paisaje cambia como por encanto al cruzar  el arroyo: de robledal a pinar. Fuimos ascendiendo por el pinar ya en sentido de regreso y vimos una curiosa formación de 5 o 6 coníferas, que eran como abetos enormes que no logramos identificar. Tenían hojas con textura como de plástico duro.

Bajando por el pinar hacia la carretera paramos a comer en una ladera, entre sol y sombra, pues había preferencias dispares y allí dimos buena cuenta de las viandas entre una animada discusión o coloquio sobre Siria y Egipto. No faltó el vino, ni la tortilla de J.G, ni el aguardiente, ni dulces y chocolates. El café lo tomamos después en el bar de la plaza del pueblo. No hubo siesta y al acabar la bajada alcanzamos la carretera. Después de andar un trozo por la carretera, decidimos coger una senda que salía de ella y que cruzaba el puente de “Los Posaderos”, que no debe tener ninguna importancia, con la intención de volver a Canencia por la orilla del arroyo. Pero pasado el puente, en vez de tomar una senda de ganado que comenzaba tras un desvencijado portillo y que iba cerca del río (según he visto en el mapa creo que la senda nos hubiera llevado a “Las Cadenas”), atravesamos una hermosa puerta metálica, metiéndonos primero en un camino particular y después de otra puerta en una especie de patio trasero de una casa donde había perros y unos obreros (no estaban los dueños) que nos dijeron que habían entrado allí con la furgoneta por miedo a los perros. Fuimos muy valientes cruzando a pie y a pecho descubierto. Me lo voy a pensar a partir de ahora antes de entrar a una finca.


 El pinar

Nos encontramos al final en medio de una finca con vallas por todas partes y decidimos buscar el PR-28, el camino de ida, que no estaba muy lejos. Pero hubo que saltar paredes cuyas piedras cobraban vida al apoyarse, humillar a bastonazos ramas de zarza que impedían el paso y levantar los alambres de las alambradas para poder pasar. Al final llegamos al camino de ida y pasando otra vez por el puente del Canto llegamos a los coches sin novedad. A Paco le parecieron pocos los puentes por los que pasamos, pero es lo que había.

Tomamos un café cómo colofón de un bonito día, sin más inconveniente que los miles de moscas que nos acompañaron casi todo el camino, con especial predilección por el macuto de Chicho.

M.A.