Ojo del Fraile |
Esta vez la propuesta de ir a conocer el Ojo del Fraile fue aceptada
en la votación de elección de excursion
Asistimos siete: Chicho, Jose Luis, Paco, Juan Angel, Miguel Angel,
Jero y Jesus García. Era un día gris de invierno pero no hacía demasiado.
Iniciamos el recorrido en el Complejo de la Isla de Taray, en la actualidad dedicada
a residencia de mayores. Seguimos el recorrido previsto por caminos de acceso
de las fincas y plantaciones. La primera
que vimos era una plantación de ajos, bastante y grande y muy
verde. Recorrimos zonas de olivares de
grandes troncos retorcidos, mucho llenos de aceitunas negras. Pasamos por palomar abandonado, pero bien conservado
(excepto que no tenia tejado) y con capacidad para centenares de palomas, pero
vacío.
El camino era una pista ancha, algunas veces transitada por tractores.
Al cabo de unos 6 Km de recorrido llegamos a la zona del Ojo del Fraile, dominada por una roca vertical que debía de ser el Fraile. Nos dispersamos por la ladera de la montaña, bastante empinada y difícil de andar por ella. La búsqueda era complicada porque tampoco sabíamos exactamente lo que buscábamos y el terreno era muy abrupto. Iniciamos el regreso algo desilusionados cuando le vimos. Un agujero, redondo como un ojo, a media ladera en la cara norte con otro agujero en la cara oeste. Desde abajo no parecía que los agujeros tuviesen acceso fácil y nadie se animó a comprobarlo.
El camino era una pista ancha, algunas veces transitada por tractores.
Al cabo de unos 6 Km de recorrido llegamos a la zona del Ojo del Fraile, dominada por una roca vertical que debía de ser el Fraile. Nos dispersamos por la ladera de la montaña, bastante empinada y difícil de andar por ella. La búsqueda era complicada porque tampoco sabíamos exactamente lo que buscábamos y el terreno era muy abrupto. Iniciamos el regreso algo desilusionados cuando le vimos. Un agujero, redondo como un ojo, a media ladera en la cara norte con otro agujero en la cara oeste. Desde abajo no parecía que los agujeros tuviesen acceso fácil y nadie se animó a comprobarlo.
Plátano de la residencia de la Isla Toray |
Camino de regreso paramos a comer en un olivar de centenarios olivos y
con plantas de ajo naciendo silvestres. Las laderas del monte estaban llenas de
espartales muy abundantes por la zona. El regreso fue por el mismo camino de la
ida y al llegar a la Isla de Toray, Paco nos invitó para celebrar su
"biabuelidad" en la cafetería de la residencia a cafés y copas. Vimos
algo de este curioso lugar, que fue central eléctrica que daba luz a Morata,
papelera y finalmente Residencia de Mayores. En el patio había un esplendido plátano
de indias de más de 200 años y considerado como árbol singular. Alguien sugirió
que podíamos reservar algunas plazas, pero la cosa no pasó de ahí.
Sin más regresamos a Madrid por el camino Perales y A3.
El cronista de turno
Jesús García
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