viernes, 5 de diciembre de 2014

RT341-El arroyo de los Robles 3 diciembre 2014


Asistentes: Chicho, Fernando, Juan, Miguel, MA, Paco y yo

Quedamos en el pueblo de Villavieja de Lozoya, en la plaza del ayuntamiento, a las 11:15. Una vez llegados todos nos fuimos en coche hasta el punto de partida de la marcha, cerca de las vías del tren.



Empezamos a andar a las 11:30 por una pista paralela al arroyo de los Robles que atraviesa un robledal. El camino va subiendo continuamente y cada vez más empinado; no adelantó un coche de los guardias forestales que luego lo encontramos aparcado y los aguarais poniéndose el traje de faena, pues estaban marcando los robles que van a ser talados o los que van a ser salvados, no nos quedó muy claro.


 
Seguimos subiendo y pasamos del robledal al un pinar de pinos muy rectos, altos y sanos, donde los seteros empezaron su rastreo en busca de níscalos, pero el día no les acompañó ya que el lugar estaba muy trillado y con el frio ya no rebrotan.

Pasadas las 13:30 hicimos el descanso de los “panchitos” acompañados del buen vino que nuestro excelente somellier. Una vez repuesta las fuerzas seguimos subiendo hasta un punto donde Chicho y MA cogieron un camino para ver si encontraban una ruta de vuelta mientras que el resto del grupo seguimos por la pista para encontrarnos más arriba. De los cinco restantes solo Juan, Miguel y yo llegamos al puerto de la Linera que estaba precioso con todos los arboles con la nieve-escarcha debido a la humedad condensada y al viento.


Cuando empezábamos el descenso, en el mismo puerto, apareció Chicho; Miguel lo acompañó mientras que Juan y yo lo esperábamos muerto de frio, pues todo el puerto estaba cubierto de niebla y soplaba el viento. Una vez juntos los cuatro, comenzamos el descenso hasta que encontramos al resto del grupo que ya habían terminado de comer; cominos y todos reagrupados, excepto Paco que comenzó otra vez con los níscalos, comenzamos la bajada todos ateridos de frio por llevar la ropa húmeda del sudor, el efecto de la digestión y la baja temperatura que hacía.

Tomamos un camino diferente de bajada, con menor pendiente y bastante revueltas por el pinar hasta llegar a la pista que tomamos en la subida; atravesamos el robledal y los agentes forestales ya no estaban (no trabajan mucho, pues aun había faena por a hacer) y llegamos a los coches donde nos esperaba Paco que no se había enterado del desvío que habíamos tomado.