ALREDEDORES DE VILLA DEL PRADO
17-01-2018
Habiendo resultado elegida esta marcha, probablemente por ser la más exigente para algunos y también por ser inédita, nos juntamos 7 marchosos, a saber : Juan Ángel, Jero, José Luis, Miguel sanguino, Chicho , Jesús García y Miguel Ángel en el aparcamiento de las piscinas municipales de Villa del Prado.
Este pueblo, en el que la mayoría no habíamos estado nunca, tiene en su municipio cómo atractivo principal siete fuentes, algunas del siglo XVIII. Dos de ellas estaban muy cerca de donde aparcamos, pero yo al menos no las vi.
Tiene también otros monumentos y lugares que describiremos a lo largo de la crónica, cuando la ocasión de lugar a ello.
Algunos, por diversas razones, llevábamos tiempo si ir de marcha y teníamos ganas de hacer un poco de ejercicio y respirar aire de monte.
El día fue muy bueno en cuanto a climatología, soleado, con algo de viento del norte y los caminos sin polvo por la reciente lluvia.
Salimos hacia el norte por la calle Florida Chica y al poco, dejando los últimos chalets, dejamos también el asfalto y comenzamos a andar por una pista ancha de tierra, al principio sin mucha pendiente. Después se va empinando pero siempre de manera suave, pasamos por el depósito de agua y seguimos subiendo hasta cambiar de sentido hacia el oeste, se sigue suavemente subiendo 1 Km y después todo es bajada hacia el sur.
Un poco antes de girar tomamos los panchitos en una de las pocas vaguadas que había. cómo hacía bastante aire del Norte aprovechamos una hondonada para protegernos.
En todo el trayecto la vegetación era la misma, monte bajo con encinas y quejigos, arbustos cómo jara, romero, espliego y aliagas y pinos piñoneros. Muchas veces todas estas especies estaban mezcladas.
Salvo la parte más alta de la marcha. los caminos estaban jalonados de alambradas que protegían cotos de caza. No vimos otra actividad, ni una casa de labor (salvo una casilla y un abrevadero abandonados), ni una cabeza de ganado, solo monte dedicado a la caza. En un momento atravesamos una finca, en la cual había habido una cacería el sábado 13. la finca se puede atravesar sin salirse del camino. También vimos una especie de puestos altos de observación que suponíamos que eran para otear caza.
Es cierto, según se desprende del artículo que mandó Chicho que la mayoría de los montes de Madrid están explotados por manos privadas. El único consuelo es que si se dedican a la caza no urbanizan las zonas. En muchas de la puertas de las alambrada había avisos de "detectores de presencia humana" dentro de la finca, para disuadir al caminante de entrar.
Una vez que hubimos llegado a lo más alto, cerca del cerro Temblón, comenzamos la bajada hasta dar con una puerta metálica que pudimos atravesar y un poco más abajo, al sol y protegidos del aire, procedimos a comer. sin que faltaran los chocolates, trufas, vino, aguardiente, la tortilla de J.G y un membrillo casero que trajo M.A.
Entramos al pueblo por la calle Camino de las Cruces y ya al lado de los chalets de las afueras, se encuentra la ermita del Cristo de la Sangre, de época renacentista isabelina.
En el pueblo hay además otras 2 ermitas.
La iglesia Parroquial de Santiago Apóstol es del siglo XV y del mismo estilo con algún elemento gótico.
Al lado de la ermita hay una gran cruz de granito que es parte de otras cruces que conforman el vía crucis desde la zona de las piscinas hasta los aledaños del Monte Gurugú.
Este monte está convertido en un parque natural con zona recreativa y contiene alguna de las 7 fuentes que hemos citado antes.
Llegamos sobre las 4 de la tarde a los coches, con la satisfacción de la tarea cumplida.
Hasta la próxima
Miguel Ángel Lázaro