viernes, 31 de diciembre de 2010

Marchosos 2011

Una felicitación para el Año Nuevo muy poética por parte de Chicho. Por la mía también os deseo lo mejor,  además de que sigais siendo unos estupendos Marchosos.

 Esa quiniela que dice Chicho la voy a hacer, aunque no lo haga público, mejor dicho la he hecho mentalmente conforma los iba leyendo.

Supongo que lo de los otros dos que aún no conocemos sus nombre se refiere a que somos 11 y hay 9 relatos. Aunque creo que uno es mejora de otro.

Os deseo  un buen año marchoso y verde con todo lo que eso significa.

JP

Bueno, ya está llegando el Nuevo Año

Hola Gorrión, Dios, John, Ranita, Gladiator, Los tres Magos, Friki, Marchoso, Afilador y a otros dos que aún no conocemos sus nombres. Estuve a punto de sugerir que hicieramos una quiniela (sin premio) y que le pusieramos cara a las identidades "literarias" elegidas. Sería curioso que alguien nos conociera tan bien que fuera capaz de "clavar" nuestra imagen en cada uno de esos seudónimos. Yo llevo casi 6 años con vosotros y tengo que confesar que no ganaría la quiniela. Eso sí, quizás no os conozca a fondo, o en vuestra faceta literaría, pero he estado muy a gusto con todos vosotros y espero seguir estándolo este ya próximo 2011.

Un abrazo

Chicho

martes, 28 de diciembre de 2010

Relato de Navidad nº 9

Catarsis en  Navidad


 Ya estaba en lo que se llama la mediana edad y seguía soltero, pero no se gustaba y  tampoco soportaba muy bien su situación. Tenía por delante una semana de vacaciones de Navidad y como siempre había alquilado la casita del lago para pasar esos días allí. Había invitado a su hermano, que llegaría en un par de horas según le había dicho, a un día de pesca.
 Estaba sentado en su sillón  y reflexionaba sobre su vida viendo como su imagen se reflejaba en el espejo encima de la chimenea. Pensaba que había estado jugando un papel en la vida que no era el que deseaba; era como si se lo hubieran impuesto desde fuera. Repasaba cómo había sido su infancia. Su hermano que había nacido unos años antes que él, creía que se le había adelantado en todo en la vida; lo había conseguido todo, el cariño y la admiración de sus padres y de su  familia, el éxito social y profesional. Sin embargo él había jugado un papel secundario siempre a la sombra de su hermano.
 Habían hecho un recorrido en la vida muy similar,  convivido muy cerca gran parte de la vida, hasta que  él creó una familia, eso les distanció. Los dos eran abogados pero profesionalmente su hermano tenía un bufete de éxito y sin embargo él se había conformado con un puesto de funcionario. En el fondo creía que le había robado la personalidad que le hubiera gustado tener y sólo le quedó jugar un papel secundario.
  De pronto y con gran sorpresa contempló la imagen que le devolvía el espejo. ¡No era la suya!, sino la de su hermano. ¡Aquello no era posible!, además parecía venía hacia él saliendo del espejo. Se volvió a mirar y la imagen que le devolvía era la de su hermano. Se convenció de que estaba metido en el cuerpo de él y empezó a gustarle la experiencia. Se le ocurrió que aprovechando este período de vacaciones,  podría por unos días jugar a ser su hermano. Pensaba que podría dejarlo allí encerrado estos días cuando oyó que  llamaban a la puerta,  ya lo había decidido. Le aplicó un somnífero en la bebida y al poco rato se quedó dormido.   Le dejó un escrito con la explicación y todas las instrucciones para sobrevivir algún tiempo allí encerrado. Decidido se fue a casa de su hermano a jugar a ser él.
  Durante las primeras horas le pareció tocar el cielo, la familia le mostraba su afecto y la relación con ellos era estupenda, pasó unas Navidades inolvidables. Al día siguiente se fue a la oficina pero le costó mucho jugar allí el rol de su hermano, aunque cree que lo consiguió. Le satisfacía el trabajo que se realizaba en el bufete, aunque hubo muchos momentos de indecisión en los que le resultó muy difícil mantener la suplantación.
 Conforme los días pasaban le costaba más mantener la situación, pero aquello le estaba significando una catarsis, empezaba a no desear aquel rol que siempre había envidiado. A su vez iba dándose cuenta que en realidad su personalidad iba más con la vida que él llevaba. Parece que se estaba liberando de la psicosis que había soportado así que finalmente decidió dar por terminado el experimento.
 Cuando volvía hacia la cabaña, para liberar a su hermano y pedirle perdón con una gran carga de culpabilidad, reflexionando sobre cómo se lo explicaría, al abrir la  puerta vio que ya no estaba allí por lo que le asaltó un cierto pánico, había pensado que al contárselo todo, lo entendería y le perdonaría, pero al haberse escapado ya no podría ocultar su mala acción.
 De repente oyó  ruidos, alguién estaba llamando a la puerta y se sobresaltó, era su hermano que llegaba puntual a la cita. Suspiró aliviado al ver que se había quedado dormido en el sillón mientras le esperaba.

 
Madrid  a 28 de Diciembre   de 2010                                     Autor: Gorrión


domingo, 26 de diciembre de 2010

Relato nº 8. Lotería de Navidad


Rrrrrr.  Rrrrrr.  Rrrrrr. 

Roberto se sobresaltó. Se había quedado adormilado en el salón y el ruido le desveló.

Rrrrrrrr

Tardó un momento más y cogió el móvil. Era un “mensaje nuevo”. Lo abrió y lo leyó: 

Mañana morirás. Dios.

Roberto palideció. Una broma de mal gusto, pensó.
Pero …aquel móvil era nuevo. Lo había comprado hacía poco porque quería un teléfono privado y nadie, ni él siquiera, conocía aún el numero.
Estaba angustiado. El no creía en espíritus, ni en Dios, pero ….

Aquella noche no durmió bien, tuvo pesadillas y se despertó varias veces.
Cuando amaneció, la luz del día le tranquilizó. Nada, una broma estúpida, se dijo.
De pronto ….. Rrrrrr.  Rrrrrr. 

Otro mensaje nuevo. No se atrevía a leerlo, pero tuvo que hacerlo.
Era un mensaje de bienvenida de la compañía telefónica. Decidió apagar el teléfono, porque no iba a poder aguantar otra llamada. Incluso pensó en deshacerse de él. Miro el reloj. Eran las 9. Tenía 15 horas de espera angustiosa.


En otra ciudad, Diosdado López estaba jugando a la lotería de Navidad. Así llamaba él  a su juego particular. Era empleado de la compañía de Teléfonos Móviles y tenia la lista de los nuevos teléfonos dados de alta en su mesa. Escribió los números de nuevos usuarios en unos papelitos y los metió en una caja.
Sacó uno al azar y escribió: Tu mujer te engaña. Dios
Bueno allá va,dijo, y envió el mensaje

Dios