A la hora convenida (11-11,15) y
en el lugar exacto (el puerto de La
Puebla ), nos reunimos todos
los marchosos menos algunos. Manolo no pudo asistir por encontrarse
convaleciente de una tendinitis de origen incierto y que le lleva ya un tiempo
dando la lata. Fernando tampoco pudo estar con nosotros, porque, según
conversación telefónica con él pasadas las 11,30, programó mal el TOM TOM y
cuando se quiso dar cuenta se había pasado de la desviación. Dio la vuelta,
pero se le había hecho tarde y estaba a la altura de la Cabrera pero en dirección
contraria. Esperamos la pronta recuperación de Manolo y adecuadas
programaciones en el TOMTOM de Fernando.
Comenzamos la ascensión al pico
de Porrejón (1827 m .)
con una primera rampa bastante empinada pero muy corta, para seguir luego por
una cuerda suave y plagada de afloramientos de estratos rocosos muy curiosos y
con unas vistas hacia el valle de Lozoya espectaculares.
Después de tomar los frutos secos
regados con más bien poco vino para que no se nos acabase, seguimos la marcha
hasta el pico Porrejón. Allí decidimos comer, pero como hacía un poquito de
aire que molestaba a algunos, estuvimos dando vueltas y vueltas para, al final,
acabar en el sitio que había propuesto Jero al principio. Al resguardo del aire
y acompañados por unas cabras que al rato desaparecieron sin saber por
dónde, comimos y terminamos el vino, el
café y el chocolate del 45%, del 75% y hasta del 85%.
En presencia de todos y con gran
pena, Paco hizo entrega de la bota a Pablo, que se hará cargo de su cuidado
hasta que el mencionado Paco vuelva de Cuba…
La vuelta fue una bajada larga
y tranquila por un camino forestal
bordeado de brezo en flor, serbales (que nos acompañaron todo la excursión y
que estaban impresionantes con algo de color otoñal y llenos de frutos
rojos), y algunos bosques de pinos con
el suelo plagado de helechos.
Al llegar a la carretera los conductores nos chupamos
Los del norte se volvieron
rápidamente a sus obligaciones y entretenimientos y los del sur, este y oeste,
nos fuimos a tomar un café a Prádena del Rincón.
Dicen las malas lenguas que al salir del café me equivoqué de dirección y
me fui a la derecha en vez de a la izquierda (en realidad es verdad, pero me di
cuenta enseguida, di la vuelta y asunto arreglado).
Miguel
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