jueves, 11 de diciembre de 2014

El Cáliz y El Hueso. La Pedriza 10-12-2014


Después del fracaso del 17 de septiembre en que propuse esta misma marcha y que por lesionarme al principio tuve que renunciar a ella, la volví a proponer. No tuvo demasiado éxito la convocatoria ya que solo nos apuntamos cuatro: Fernando, Jerónimo, Chicho y yo.
Quedamos a las 11 en el aparcamiento de Cantocochino y allí decidimos hacer la marcha en orden inversa a la vez anterior. Es decir ir primero al Cáliz (o la Copa como otros la llaman) y luego al Hueso (o Peña el Arco).
El día se presento espléndido, frío pero soleado y sin rastro de hielo. Seguimos el camino hacia el Collado Cabrón hasta el punto en que había que desviarse por una antigua senda hacia el Cáliz. Siguiendo hitos de piedras llegamos al Cáliz y después al Cancho de los Muertos y al Collado Cabrón.
Siguiendo la senda, ya con señalización moderna bajamos a la Autopista y cruzando el río a la altura del Refugio Giner y llegamos al Tolmo.
Desde el Tolmo pudimos ver a lo lejos y para mi gusto a demasiada altura el Hueso, Era impresionante su figura que parecía pegada a la pared. Fernando sabiamente decidió que estaba demasiado alto y nos propuso que nos esperaría allí para comer.
Después de seguir el camino hacia el Puerto de la Dehesilla un rato, lo abandonamos y cruzamos el arrollo hacia el Hueso. Primero había camino. Luego algunos hitos de piedras y finalmente rocas y más rocas que escalar. Aquello parecía una escalera interminable y con unos escalones imposibles.
Me faltaba aire, reduje la marcha y poco a poco apareció el final. Había un desnivel de 200 m. en unos 500 m. horizontales.

El Hueso empezaba separado unos pocos centímetros de la pared maestra, unos 20 m de ancho y subía hacia el cielo, separándose cada vez formando un arco.
Subimos Chicho y yo por el lateral derecho del Hueso, unos metros más arriba, pero aquello era terreno para escaldares arriesgados y no para modestos senderistas.

La bajada era difícil, pero al menos no te quitaba el aliento. Cuando llegamos al Tolmo, bastante más tarde de lo previsto, Fernando ya se había ido. Comimos e iniciamos el retorno a Cantocochino por la Autopista de la Pedriza. Cuando llegamos a los coches encontramos a Fernando a punto de irse
Volvimos a Madrid sin más problemas.

Una excursión muy interesante, no demasiado larga, pero muy dura en el final como se puede apreciar en el perfil del recorrido.
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