viernes, 15 de marzo de 2013

AMBITE-MONDÉJAR-AMBITE 13.3.2013


En primer lugar, desde estas páginas de los marchosos, desear la pronta recuperación de dos de los miembros que no pueden asistir por sendas operaciones, y a los que se les echa en falta. Fernando, con su característico humor negro, comentaba, cuando el aire, más bien vendaval, y la nieve caía sobre nuestras cabezas, lo oportuno que hubiera sido una disertación, en esos momentos, por parte de J.P  sobre el antropomorfismo de los esquimales.

Pasando a los prolegómenos de la excursión: en el sitio de reunión, para asombro nuestro, siguen manteniendo el nombre del dictador y sanguinario caudillo, algo que debería hacer aborrecer a cualquier persona decente de ese pueblo, y mientras esperábamos unos cuantos a los demás, se nos acercaron un grupo de muchachitas, estudiantes universitarias de comunicación audiovisual y tomando a Miguel Ángel por un autóctono de esas tierras le hicieron una entrevista grabada visualmente en la cual con un aplomo y desparpajo propio de un presentador de televisión, les relató la historia y milagros de ese pueblo: la encina milenaria, el palacio, la iglesia y el ferrocarril del Tajuña que unía Madrid con Alocen (en Guadalajara), y que fue, a la vez, un tren de mercancías y de viajeros, dejando de funcionar hacia 1953.

Siguiendo con nuestra espera decidimos tomarnos un café en el bar de la plaza. Posiblemente desde la época en que tomó dicho nombre, no habría pasado por allí un inspector de sanidad ya que los bollos que tenía en el mostrador, y que ingenuamente Miguel pretendía saciar su hambre con uno de ellos, estaban completamente mohosos  y fue de pura casualidad el que no los ingiriera. Otro hecho más vendría a confirmarnos lo anclado de este pueblo en la etapa del dictador: la ausencia del bodeguero (Paco) dejó, de nuevo, en manos de Miguel el aprovisionamiento de los caldos. En el supermercado del pueblo, tan cutre como el bar de la plaza, inocentemente pidió si tenían un vino de Rioja, dándole por única contestación que lo único que tenían era una botella oscura sin ningún tipo de identificación; rezando para que no estuviera también caducada y pagando por ella  un precio por el que Paco nos trae un crianza de Ribera del Duero, conseguimos avituallarnos  con un vino para la hora de comer.

Reunida la grey nos aprestamos, con los coches, hacia el inicio de nuestra excursión: la vía del ferrocarril que unía Ambite con Mondéjar.

La vía, durante un par de Km es un puro pedregal incómodo de andar y que suscitó algunas protestas, yo creo que más propias de la edad  que su dificultad, pues todos en nuestra juventud hemos trotado por pedreras y cánchales más arduas y fatigosas. La excursión transcurre principalmente por un sotobosque Mediterráneo jalonado de carrascas, encinas y quejigos, así como de plantas aromáticas como el tomillo, la mejorana y el romero (en flor) y de arbustos varios (aliaga, genista, retama...). Posteriormente y después de tomar los panchitos al resguardo de una trinchera del ferrocarril, el estado de la vía  se hace menos pedregosa y más fácil de andar.
En un momento determinado y dando vistas a Mondéjar abandonamos la vía  para  comenzar el regreso siguiendo el track original, no sin antes discutir ciertas variantes propuestas por algunos miembros. Pasamos por campos de labor, pastizales y un campo de almendros en flor, antes de elegir un sitio para comer. Arrecidos de frío y con un aire helado que dejaba las manos y rostro gélidos comimos nuestras viandas. No hubo tiempo para la siesta de Manolo ya que el frío y la nieve no la hacían recomendable. Así pues, al terminar de comer reemprendimos la marcha para en pocos minutos dar de nuevo con la vía que nos llevaría hacia los coches, donde José Luis nos invito en un bar adyacente por la cercanía de  su onomástica.
PD. Como apunta Chicho en un correo posterior a la excursión, la falta de referencias se debe a que la vuelta la tracé sobre el mapa siguiendo caminos y veredas tradicionales que se observan en los mapas y ortos del IGN. Creo que se puede hacer esto sin mucho conflicto. Es evidente que nos podemos encontrar con dificultades imprevistas (la mayor parte de las veces, vallas cinegéticas), pero también nos va a permitir abrir nuevas rutas senderistas por los alrededores de Madrid.

Juan Ángel