jueves, 22 de febrero de 2018

SUBIDA (FRUSTRADA) AL MONTÓN DE TRIGO 21-2-2018



Después de varias propuestas que no habían prosperado, por fin, el miércoles 21 decidimos  intentar subir al Montón de Trigo, siempre con la idea de, en vista de la cantidad de nieve  y el frío, ver cómo estaba la cosa y decidir sobre la marcha.
Nos reunimos en el aparcamiento de las dehesas cinco marchosos: Jero, Chicho, JL, JA y Miguel, e iniciamos la subida hacia el collado de Marichiva sin problemas; había poca nieve y hacía menos frío del previsto. Incluso nos cruzamos con el corredor de turno que sube a la montaña haciendo footing como si nada y con otro montañero que bajaba en vaqueros y con  las manos en los bolsillos.


Llegamos a Marichiva, hicimos unas fotos, disfrutamos del paisaje y cruzamos la puerta de hierro y entonces es cuando comenzaron los problemas. Cada vez había más nieve y avanzar se hacía más pesado.  Seguimos la huellas que habían dejado otros aguerridos montañeros como nosotros, pero aun así nos hundíamos a veces hasta la rodilla y otras veces más todavía.
A ratos perdíamos la ruta que recuperábamos enseguida gracias  al GPS de Chicho que nos devolvía al buen camino.


El pinar estaba impresionante todo cubierto de nieve y con las agujas de los pinos blancas por el hielo. Afortunadamente el frío no aumentó mucho y, a ratos, salía el sol.




Caminando despacio llegamos a los Ojos del río Moros, donde paramos a tomar los panchitos. Entonces nos dimos cuenta de que eran las dos de la tarde y de que habíamos avanzado muy despacio.
Después de considerar la situación, decidimos que, dadas las circunstancias,  ni debíamos subir a Tirobarra, ni mucho menos al Montón de Trigo. Acordamos  que la mejor opción era volver por el mismo camino por el que habíamos subido siguiendo nuestras propias huellas y así lo hicimos. La vuelta fue mucho más llevadera que la ida y nos dio tiempo a volver a disfrutar  del paisaje nevado y de las vistas.



Llegamos al aparcamiento a las cuatro, cansados pero satisfechos de la marcha y nos sentamos en una de las mesas de piedra a comer, que ya era hora. Abrimos la botella de vino, de la que dimos buena cuenta, comimos cada uno lo suyo y de postre nos inflamos a chocolate como siempre.
Nos sorprendió, la cantidad de pájaros (grandes y muy coloridos), que se acercaban sin asustarse casi hasta la mesa a recoger el pan que les echábamos.
Los del norte se fueron al norte y JA y yo nos fuimos a tomar un cafetito a la estación de Cercedilla y luego a casa.
Hasta la próxima.

Miguel

Añado recorrido. Saludos JL.