El análisis de trece rocas
llegadas del espacio apunta a que el agua de la Tierra tiene su origen en un
tipo de asteroides que hasta ahora se creían secos
Las rocas del disco que se formó alrededor del Sol primitivo contenían
los elementos que permitieron la existencia del agua en la Tierra.
Un suceso
afortunado es el que cubrió de océanos la Tierra y la hizo fértil para la vida.
Los modelos de formación del Sistema Solar estiman que el agua debería ser
escasa en los planetas más cercanos a la estrella, pero es obvio que, al menos
en el nuestro, no es así.
En los intentos
para explicar esta feliz anomalía, el estudio científico sugiere que hace 3.900
millones de años, la Tierra sufrió un intenso bombardeo de asteroides y cometas
que trajeron con ellos agua y elementos orgánicos que, solo 400 millones de
años más tarde, permitieron que apareciese la vida.
Para acomodarse
a las teorías de formación de nuestro sistema planetario, se planteaba que los
meteoritos, conocidos como condritas carbonáceas, llegaban de las fronteras
externas del sistema solar, donde el calor de la estrella no habría
volatilizado el agua como en las regiones interiores. Ahora, un trabajo
publicado en la revista Science, señala a otro tipo de asteroide como fuente del
compuesto líquido esencial para la vida que conocemos.
La hipótesis de
que fueron meteoritos y cometas lejanos los que llenaron de agua la Tierra
requiere un complejo proceso de influencias gravitatorias entre los planetas
gigantes y esos cuerpos celestes para traerlos aquí desde sus lejanas órbitas.
Laurette Piani y un equipo de Centro Nacional de Investigación Científica
(CNRS, de sus siglas en francés) y la Universidad de Lorena (Francia), han
tratado de justificar otra de las posibilidades que se habían propuesto para
explicar que este sea el planeta azul.
La Tierra se
formó a partir de la amalgama de materiales que se encontraban en la nebulosa
que dio origen al sistema solar. “Hoy sabemos que los planetas terrestres,
entre ellos la Tierra, no se forman súbitamente, sino con la agregación de
cientos de cuerpos”, explica Josep Maria Trigo, investigador principal del
grupo de cuerpos menores y meteoritos del Instituto de Ciencias del Espacio
(CSIC-IEEC), en Barcelona. “Los cuerpos que formaron la Tierra se formarían a
una distancia menor del sol y en un 80 o 90% se trataría de condritas de
enstatita [el mineral más abundante en ellos] u ordinarias”, añade.
En principio,
por su formación cercana al Sol, se pensaba que en esos ladrillos fundamentales
con los que se construyó la Tierra no habría agua suficiente para explicar su
abundancia en nuestro planeta. Sin
embargo, el análisis de Piani y sus colegas sugiere que en estas rocas
primigenias había hidrógeno suficiente para traer a la Tierra hasta tres veces
la masa de agua que hoy contienen los océanos. Para realizar esta
afirmación con solidez, los investigadores midieron con precisión las
concentraciones y los ratios de hidrógeno y deuterio (una versión del hidrógeno
con un neutrón acompañando al protón) en trece meteoritos provenientes de
asteroides de enstatita. Además de comprobar que tenían cantidades suficientes
de hidrógeno, observaron que las cantidades de isótopos de hidrógeno y
nitrógeno coinciden con las del manto terrestre.
Los autores
reconocen que no pueden calcular cuándo se produjo la llegada de estos
asteroides portadores de los elementos necesarios para la aparición del agua
terrestre, pero estiman que se produjo en un periodo suficientemente tardío de
la formación de la Tierra.
Jesús Martínez
Frías, investigador del CSIC y director de la Red Española de Planetología y
Astrobiologia, coincide en que si el bombardeo se hubiese producido demasiado
pronto, antes de hace 3.800 millones de años, el agua se habría evaporado.
“El bombardeo
posterior a la acumulación de los primeros planetesimales habría destruido la
corteza primitiva y el vapor de agua y otros gases escaparon y se quedaron
formando la atmósfera y el agua de la Tierra”, señala. “Esto además, se mezcló
con otros fluidos procedentes del subsuelo a través del vulcanismo y todas esas
emisiones volátiles enriquecieron esa atmósfera primitiva”, añade.
El hecho de que
la mayor parte del agua terrestre proceda de estas condritas de la región del
Sistema Solar cercano a la Tierra no descarta la función que pudieron cumplir
las que llegaron de las zonas más frías y lejanas. “Las enstatíticas
fueron importantes para crear unas condiciones de habitabilidad trayendo el
agua, pero las carbonáceas, que tienen aminoácidos, ureas, purinas, son más
importantes para hacer posible el origen de la vida”, explica. Trigo, que
considera muy relevante el trabajo que hoy publica Science, señala
que esto puede significar que “las condritas carbonáceas habrían aportado una
cantidad menor pero significativa, de alrededor de un 5 a 10%, de esa agua y
nitrógeno [de la Tierra], aunque lo podrían haber hecho más tarde, fruto de las
continuas colisiones con otros objetos a lo largo de la historia de la Tierra”.
Para conocer
mejor esta etapa crítica de la historia del planeta, será necesario viajar a
asteroides donde tomar muestras con las que poder realizar mediciones aún más
precisas que la del equipo de Piani. Como explica Frías, cuando sea posible
visitar asteroides con cierta regularidad, cada tipo tendrá su interés: “Los
asteroides metálicos son más interesantes para buscar recursos minerales como
las tierras raras, los que dan origen a las condritas carbonáceas interesan
desde el punto de vista del origen de la vida y los enstatíticos(2) para
explicarnos cómo empezó la Tierra a ser habitable”.
1-Las condritas son meteoritos no metálicos (rocosos) que no han sufrido procesos de fusión o de diferenciación en los asteroides de los que proceden. Representan el 85,7 %
de los meteoritos que caen a la Tierra.
Las condritas carbonáceas también son conocidas como condritas C, y
representan el 5 % de las condritas caídas. Se caracterizan por la presencia de compuestos de carbono.
2-Enstatita. Es un silicato de magnesio, MgSiO₃, con el magnesio parcialmente remplazado por pequeñas cantidades de Fe⁺².