La marcha de hoy día 18 de noviembre ha transcurrido por lugares ya muy conocidos y familiares para los marchosos, pues por aquí hemos andado en numerosas ocasiones. Sin embargo el día ha resultado especialmente agradable porque nos ha acompañado el tiempo, un sol radiante, el robledal estaba impresionante con muchas hojas todavía en los árboles y a la vez y el suelo tapizado de ellas,
Los arroyos llevaban cantidad de agua,
Y las
vistas hacia el valle eran espectaculares con un mar de nubes o niebla cubriéndolo.
Hemos caminado tranquilamente por caminos y sendas de poca dificultad, nos hemos tomado los “panchitos” a su hora, hemos bebido un buen vino cortesía de JP y hemos comido bajo las ramas de 17 robles, algo que no se hace todos los días.
Después hemos bajado tranquilamente hasta la Fuente del Cura, donde habíamos dejado los coches.
En la fuente nos hemos despedido,
unos directamente a Madrid y otros a tomar el cafetito, o la cañita a Miraflores de la Sierra.
Por cierto, La Fuente del Cura
actual data de 1888 y se llama así por haber sido propiedad de Juan González
Borizo, un eclesiástico, nacido en Miraflores de la Sierra en 1567, cuando aún
se llamaba Porquerizas, que falleció en 1631 y donó
sus propiedades al municipio.
Por cierto, también es curioso que muchos pueblos de la sierra y otros
lugares de España que tenían nombres poco agradables los hayan ido cambiando con
el paso del tiempo.
Tal es el caso de Soto del Real,
antigua Chozas de la Sierra y de Miraflores de la Sierra, antigua Porquerizas
de la Sierra.
Se cree que este patronímico tan
poco agraciado surgió en el siglo XIII, cuando se asentaron aquí pastores
segovianos que se dedicaron a la cría del cerdo. Otra teoría explica el nombre
por la cantidad de puercos-jabalíes que poblaban la zona.
Después, según la leyenda, la esposa de Felipe IV, Doña Isabel de Borbón que recorría en pleno mes de diciembre el camino hacia el Monasterio del Paular por la ruta que atraviesa el Puerto de la Morcuera, pidió descansar al pie de La Najarra. Desde allí, vislumbró la todavía conocida como Porquerizas y, observando la flora del lugar, exclamó: “Mira, ¡flores!”. Gracias a esta frase tan acertada de la reina consorte, Porquerizas de la Sierra pasó a llamarse Miraflores de la Sierra.
Pero esto ya se lo puede uno creer o no creer, a gusto del consumidor.
Miguel