jueves, 27 de marzo de 2014

DEHESAS DE GUADARRAMA



Se llama dehesa a un bosque claro de encinas, fresnos, alcornoques u otras especies, con estrato inferior de pastizales o matorrales, donde la actividad del ser humano ha sido intensa, y generalmente están destinadas al mantenimiento del ganado y al aprovechamiento de otros productos forestales.

Nos reunimos en la calle que va a la Dehesas, en la parte norte del pueblo, enseguida abandona el asfalto, para continuar de frente por una buena pista de tierra, el Cordel de la Calleja de los Poyales, que bordea fincas de ganado vacuno, convenientemente protegidas por cercas de piedra, en extensas fresnedas.

El fresno es un árbol fácilmente reconocible por su tronco exageradamente grueso en comparación con el enclenque ramaje, el cual suele cortarse al cero cada poco para alimentar al ganado en invierno. Al ejemplar así rapado se le dice trasmocho. Las llamadas fresnedas son frecuentes en esa zona de la provincia de  Madrid y en verano están hermosas y son frescas.

El fresno formaba antaño apretadas masas en las jugosas navas del piedemonte guadarrameño. Fresnedas que fueron cercadas y aclaradas para favorecer el desarrollo de pastizales, y que, estabilizadas desde hace siglos, trazan la amistosa frontera entre el hombre y la sierra desde El Escorial hasta Guadalix, Son parajes bucólicos, ricos y equilibrados,

Pues bien, fue  una convocatoria a la que faltaron la mitad de los marchosos y que mayoritariamente seleccionaron esta excursión puesto que no la conocíamos y además el pronóstico del tiempo aconsejaba no llegar a más altura por probable nieve y frío.

Del norte solo vinieron Jose Luis y Miguel Angel por un lado y Fernando por otro. Del sur fuimos Juan Angel, Paco y yo. Los demás marchosos tenían ausencia justificada Miguel, Jero y Pablo fuera de Madrid en “viajes”, Manolo y Chicho malitos y Jesús G. que no le tocaba.

Cuando llegamos a punto de encuentro a las 11h hacía un frío que pelaba pues eran 5ºC y un viento (entre 40-50km/h) que lo dejaba en 0ºC. Pero nos sobrepusimos a esa situación y echamos a andar pertrechados con toda la ropa que llevábamos, acordando que si la meteorología lo obligaba volveríamos haciendo la circular más corta al pueblo a comer. Aunque los blogueros decían que había ganaderías bravas no vimos nada de ellas en todo el recorrido.

Aunque las rachas de viento a veces eran molestas fuimos calentando las piernas subiendo suavemente rodeados de las fresnedas y las vacas de las dehesas. En ese recorrido el paisaje era de dehesa con granjas para la explotación ganadera y solo vacas eran nuestros acompañantes.

Nuestro objetivo primero era una ermita a la Virgen del Espino (¡qué cosa no tendrá una virgen en este país!) que estaba a una hora y 3,5km. Allí reposamos tomando los panchitos y calentando el gaznate con la bota de Paco (que casi es marchosa por el aprovechamiento que le hacemos y nunca le agradeceremos bastante su generosa aportación). Por cierto que M.Angel también se dio cuenta que en el plano del recorrido que sacamos de la web había un error puesto que no pasaba por la ermita.

 La ermita (ver foto) no tenía demasiada gracia pero nos dio refugio y descanso que necesitábamos. Se alza sobre un mogote granítico con enormes vistas: de la Peñota, de Siete Picos, de la Bola del Mundo, de la Maliciosa..., y también hacia Madrid con todas las urbanizaciones del valle. Argumentaba M.Angel que creía que Los Molinos no era un pueblo y si acaso solo urbanizaciones. Estaba en un error porque es uno más de la zona y tiene su historia:
El municipio estuvo antaño vinculado al Real de Manzanares desde tiempo de Alfonso X el Sabio. Desde la época medieval, cruzaba por el lugar la Cañada Real de Merinas que conectaba la Cañada Real Soriana Occidental con la Segoviana del Concejo de la Mesta castellana. Con el comienzo de la construcción del Monasterio de El Escorial se inicia la "industrialización" de la zona y la consiguiente necesidad de materias primas, entre ellas la harina. Así, en el tramo del río Guadarrama hoy dentro del término municipal, se construyeron al menos tres molinos harineros donde derivaban la molienda de varios cereales. De ahí el nombre del lugar, dado que las gentes empezaron a referirse a esa zona como "los molinos"

Reanudamos la marcha cerrando como casi siempre yo el grupo (esto es lo normal cuando subimos, pues bajando lo normal es que sea  Fernando), nuestro siguiente objetivo era el embalse de Los Irrios (nombre muy extraño) que alcanzamos y fuimos a pisarlo pero el viento era demasiado fuerte y decidimos verlo desde lo alto.

Traspasamos la vía del ferrocarril que va de Segovia a Cercedilla por un puente y nos metimos en el bosque de pinos superando los desniveles más duros de toda la marcha. En el bosque empezó a nevar tímidamente pero estaba ya alfombrado porque debía haberlo hecho durante toda la noche. Había la nieve suficiente para dejar un entorno bonito y no ser muy duro andar por allí. Fernando pese a su enemistad con la nieve no tuvo problemas para andar por allí. Hicimos un recorrido por el bosque de 2 kms. y llegamos a las 14hs a la estación de Tablada que está reformada pero permanece cerrada, aunque debe haber trafico escaso de trenes.

Decidimos comer allí en la estación y lo hicimos en un ambiente totalmente invernal amenazando lluvia, pero sentados en sillas y mesas que había allí de pvc aunque algo deterioradas. Gracias al vino, el café y los aguardientes pudimos resistirlo, riéndonos de todo lo que nos hace gracia relativo a los marchosos que no habían venido.

El frío nos echó de allí y salimos en dirección sur buscando el camino de bajada y regreso, pero no había tal. Así que tuvimos que saltar una valla metálica ayudados por un marchoso que la descosió, aunque luego la volvimos a reparar o casi. Desde esa altura de alrededor de los 1250ms de la estación empezamos a bajar los últimos espacios de bosque de pinos  para poder coger alguno de los caminos que transitan las dehesas. Así lo hicimos y dimos con uno de ellos que nos llevó a definido por la excursión de vuelta.



En una cómoda marcha de 6 o 7 kms, en la que Paco y yo, charlando y Fernando en nuestras cercanías (este hombre es increíble, porque está hecho un duro senderista que lo resiste todo) acompañados de una tarde asequible y a veces soleada, y que ya estaba más calmada de viento y de vez en cuando nos mojaba la lluvia llegamos en hora y media a nuestros coches. Nos fuimos a tomar un café calentito en el pueblo y después emprendimos el regreso a Madrid.

JP

Recorrido y desnivel:






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