jueves, 12 de mayo de 2016

El Berrueco - Las Cabreras 11 mayo 2016




Las predicciones meteorológicas predecían, la semana anterior, lluvia y tormentas para esta marcha, por lo que había insinuado que podríamos subir a Cabeza Mediana en Moralzarzal y comer en Casa Mariano el cocido de los miércoles. Juan Angel se las agenció para encontrar una web del Tiempo que daba una predicción mucho más optimista, por lo que decidí esperar al martes para hacer la consabida propuesta de las tres excursiones a votar ( Embalse del Vellón, Patones de Arriba-Cancho de la Cabeza  y El Berrueco - Las Cabreras).

Quedaron empatadas la del Embalse del Vellón y Las Cabreras por lo que tuve que decidir con mi voto ir a Las Cabreras. No quise dar el pucherazo y decir que mi voto valía por dos y dar la victoria a la excursión de Patones, lo dejo para otra ocasión.

A las 11h nos encontramos en El Berrueco : Juan Angel, Miguel, Paco, JL, Miguel Angel y yo. El día, nuboso pero con esperanza de que no lloviera. Así que hubo mucho cachondeo acerca de mi intento de tomar un cocido a cuenta de las primeras predicciones meteorológicas. La marcha no era conocida, ya que hemos estado un par de veces por allí pero siempre nos íbamos hacia el sur, al alcornocal de la Dehesa Vieja, así que teníamos por delante unas cuantas sorpresas.

La primera, fue que el nombre de "berrueco" de la zona no hace más que traducir en palabras las inmensas moles de granito que empezamos a ver nada más empezar la excursión, son formaciones que llaman la atención, sobre todo si en una de esas miradas uno descubre, un poco más lejos, el Pico de la Miel, que destacaba con su inmensa mole al otro lado de la autovía A1, y que vigilaba si sus hijas pequeñas, las Cabreras, seguían atrayendo a los senderistas de esta mañana. Nos dirigíamos hacia ellas, un poco asustados por los 650 m de desnivel acumulado que indicaba el track del Grupo Mágico de Montaña que habíamos bajado de Wikiloc y cargado en BaseCamp (Garmin) de la excursión.

La segunda sorpresa fue que "aprovechando" que yo (leader semanal) me encontraba un poco rezagado evitando los charcos, muy frecuentes durante la excursión, que las lluvias "pertinaces" del día anterior habían puesto a nuestros pies, "decidieron", a la altura de la urbanización Losa Morilla,dar un corte de 2 km y no rodear el Pico de las Vacas, subiendo directamente hacia las Cabreras. Hay que estar muy atento porque uno viaja con gente muy resoluta, ahora comprendo mucho mejor a Hernán Cortés.

Tercera sorpresa. Una de las hermanitas, la que tiene en su final el mojón geodésico, aparecía desde abajo retadora. Habíamos leído que la subida " era divertida" y nos preguntábamos que coño significaba eso. Bueno, yo que no soy muy echado "pa alante", quería encontrar alguna razón para no subir, pero viendo la decisión de los compañeros, me uní a la aventura. Sin mochila y con cuidado, la subida no es que sea divertida, pero no es difícil. Al llegar, el espectáculo es reconfortante : La Cabrera con el Pico la Miel, los Montes Carpetanos, el Atazar, Somosierra ...



Cuarta sorpresa. El "ganado" que conducía, como había tenido éxito con el "golpe" del Pico de las Vacas, quería pastar otra vez a sus anchas y ya se disponían a no seguir el track que tan democráticamente habíamos escogido y que nos conducía hacia lo que se denominaba Cantera del Lanchar del Camino. Esta vez no tuvieron éxito, y descubrimos desde lo alto, el enorme agujero de la cantera de granito que aparecía allí abajo. Sobrecoge. Me acordé de la encimera de granito de la cocina de casa, qué tontería,  ¿verdad?. Podía haberme acordado de la catedral de mi pueblo(Santiago), pero qué le vamos a hacer : encimera. Los bloques, inmensos cubos, parecían azucarillos cortados por una poderosa sierra y se encontraban reposando por doquier.






Quinta sorpresa. Miraba para el cielo para descubrir las intenciones de una nubes negras que aparecían cercanas. Tomé la "decisión", por si acaso, de comer ya en el puente romano, bueno, medieval al que estábamos llegando. El arroyo Jóbalo bajaba protestón y luego lo vimos de nuevo al llegar al Atazar. Paco sacó de nuevo la bota con su crianza y ni me acorde del cocido de Casa Mariano, comimos acompañados por un sol suave y unos letreros que nos indicaban una breve reseña del puente y que observáramos la vegetación de ribera que acompañaba al Jóbalo.



Seguía sin llover.

Sexta sorpresa. Al llegar a las praderas que rodean a la torre Mirabel, descubrí un circulo de algo que parecía desde lejos piedras muy blancas, resultaron ser champiñones gigantes, que algunos llevaron para casa. La torre nos esperaba para que sacáramos la foto del grupo. Está reconstruida y es muy bonita.








Séptima sorpresa. El Atazar. llenito y hermoso. Siguiendo la senda Genaro volvimos al pueblo.



Una excursión muy agradable, de 13.5 km y 400 m de desnivel acumulado.

Chicho