En mi incorporación a las excursiones, a las que había faltado por el tratamiento de las infiltraciones, me tocaba proponer pensé en algunas que fueran un test para mí, pero asequible. Los marchosos eligieron de las propuestas la del puerto de Canencia, que es una zona que yo considero una joya por la cercanía a Madrid y que sin embargo es un monte que tiene de todo, laderas bajas y soleadas de robles, pinares en otras y zonas de abedules en las cercanas a los arroyos que mantienen la humedad todo el año. Como es Febrero los robles y los abedules descansan.
Pues bien, ese recorrido por el Sestil u otros arroyos que vierten a él, fue el más divertido puesto que guardaba una cierta incertidumbre sobre que rocas habría que utilizar sin riesgo de resbalar o caer directamente en ese caudal rápido de aguas divertidas jugando todas a llegar las primeras al río Canencia. Encontramos un puente hecho con tres canalones que debían ser de 10 cms de diámetro que no daban sensación de aguantar pero que nos permitió pasar uno de los arroyos que se juntaban con Sestil. Así llegamos a una zona del principal que iba paralelo a la carretera de Canencia y que tenia las orillas despejadas y sin tantos desniveles como abajo.
En una meseta amplia vimos que había un puente de piedra que permitía acceder a la carretera. Nos despedimos de ese estupendo recorrido que habáimos realizado sin estar previsto y que fue de lo más divertido. Anduvimos por carretera unos 0,3 kms y que posteriormente eludimos seguir por ella tomando un sendero entre arroyo y carretera que nos llevó superando 80ms de desnivel al Puente de la Pasada. Este puente está en el kilometro 10,5 de la carretera de Miraflores a Canencia y en cota de 1400ms y es el que le permite cruzar el arroyo Sestil.
En ese momento y aunque en principio dijimos de comer en el refugio de El Hornillo decidimos por la hora que era y el cansancio de algunos como el que escribe, que nos quedáramos allí a comer y así lo hicimos. Buscando una zona soleada allí mismo y manteniendo las distancias aconsejadas dimos cuenta de lo necesario para reponerse acompañado del vino de la bota, café calentito cortesía de Miguel mezclado con el aguardiente de M.Angel y algún que otro chocolate de los muchos que se reparten en esta peña de golosos que compiten en porcentaje de cacao, aunque a mi solo me gusta el que tiene un toque de naranja que trae Miguel.
Retomamos la marcha para alcanzar la Chorrera de Mojanavalle, pero como eran ya mas de las 15,30hs tanto Jero como J. Luis se fueron directamente al puerto. Los demás tomamos la orilla derecha del arroyo y empezamos a subir por el abedular que adorna toda esa zona que estaba genial porque el sol y la nieve conformaban con el arroyo un paisaje espectacular. Así llegamos en media hora a la Chorera y nos entretuvimos para hacer las fotos imprescindibles. Recordé con Wolfgang que hace años vimos esta chorrera helada llena de carámbanos que era una visión casi polar, corría muy poca agua y lo hacía por debajo del hielo.
En unos 45 minutos llegamos al puerto por el camino que aunque con nieve era fácil de recorrer que nos llevó al Hornillo y ya por el forestal y contemplando los pinos Douglas alcanzamos el puerto y los coches . En Miraflores nos tomamos otro refrigerio al que nos invitó José María, el recién y ultimo incorporado a la "familia marchosa".
JP