Habíamos venido a andar, así que nos pusimos las botas, no en sentido figurado, sino para comenzar la excursión a las Majadas de Belen, y hacia allí partimos. El camino circular era conocido en su primera mitad, ya lo habíamos recorrido cuando subimos al Badén otro año. Las lluvias pasadas no habían conseguido formar barrro y podíamos observar el paisaje libremente sin tener que preocuparnos del sendero. Un ternerillo recién parido no se aclaraba para seguir a su madre y el pastor trataba, sin mucho éxito, de explicarle las primeras reglas de la vida y que el muchacho parecía no entender. Ibamos contentos, el sol no nos hacía daño y el saber que no hay cuestas y que al final se podría descansar comiendo, nos hacía charlar relajadamente. De casualidad, por preferir andar primero la parte conocida, acertamos en el sentido de la marcha, al cerrar la excursión, pasando esta vez por las majadas, pudimos disfrutar descubriendo a lo lejos el perfil de los picos, cerros y collados conocidos : Morcuera, Najarra, Dehesilla,Yelmo... todos ellos tan identificables en su lejanía.
Al llegar a casa, improvisamos una mesa debajo de la encina, y comenzo el aperitivo y la charla. Algunos saltaban de vez en cuando a la cocina para ver cómo iban progresando los conejos, arroces y ensaladas que comeríamos despues ya en la mesa de la casa. El vino, el cava, los licores hicieron que todo pareciera más alegre. No se habló mucho de política, así que por unas horas nos olvidamos de lo que está ocurriendo en el País, ya nos lo recordará el telediario (edulcorado) de la noche.
Chicho
