Esta vez hemos elegido una marcha exigente, con 14.5Km y 900
m de desnivel.
Nos hemos juntado en el puente de la Cantina, a las 11h, los cuatro marchosos que aún quedamos en pie: Juan, Miguel, Chicho y JL.
Empezamos la marcha con una subida exigente pero con mucho ánimo.
Las lluvias han dejado un paisaje frondoso donde corren
todos los arroyos de la zona, que son muchos: De las Pamplinas, de las
Pintadas, del Infierno, arroyo de Cotos y muchos más que vierten sus aguas al
Eresma.
El viento ha dejado un rastro de pinos levantados y
tronchados que parece el final de una cruel batalla. En esta parte de la marcha
los pinos son altos y esbeltos de repoblación, sin embargo en las alturas de
1900 m. después de la Piña Citores los pinos son robustos silvestres, con ramas
retorcidas a veces como muñones.
A lo largo del trayecto pudimos observar que las primeras crías
de vacuno en libertad del año ya estaban crecidas.
Pasadas las 12h hicimos un alto en el camino para tomar los
panchitos de Miguel y las nueces de Juan pues los demás nos habíamos olvidado
de llevarlos.
Desde el puerto de cotos seguimos subiendo por un sendero y ya la subida empezaba a notarse
en el cansancio. Antes de llegar a la peña Citores se veía que teníamos que
atravesar un nevero. Un señor que bajaba de Peñalara nos dijo que si seguíamos
las huellas podríamos a travesarlo sin mucha dificultas, lo que hicieron Miguel
y Juan. Chicho y JL prefirieron evitar la nieve y subir por una parte más
escarpada hasta coger un sendero entre
piornal y brezo rastrero que consumieron bastante las fuerzas.
En unas tapias
de piedra, quizás restos de trincheras nos esperaba Juan , mientras Miguel
Angel daba vueltas por el nevero tratando de encontrar, sin éxitos las gafas
perdidas.
Decidimos ir a comer al refugio poco antes de las tres. Alli
nos comimos las viandas con unas vistas magníficas. Miguel llevo y café y se
tomo un poco, resto de lo acabó JL, lo cual le paso factura. La deshidratación
con exceso de café hizo que bajando después le aparecieran los inicios de
calambres en las piernas.
A las cuatro estábamos bajando por el camino viejo del Paular desde los 2.200m por senderos que no tenían trazas y gracias al track de GPS pudimos seguir.
A los 1900 m. apareció una bonita pradera de pinos silvestres que alegró la bajada. Continuamos hasta los 1700 m bajando por senderos poco trillados y apareció otra pradera parecida a la anterior pero con más pinos de reforestación.
De vez en cuando la marcha hacia que los primeros calambres aparecieran en las piernas de JL.
Pero con cuidado logramos llegar a los coches
pasadas las cinco, en forma aceptable. Un trago en la fuente y a casa en los
coches con objetivo cumplido.
Saludos JL.