viernes, 25 de septiembre de 2020

23102020 SALIDA A LA DEHESA DE MONCALVILLO Y CERRO DE LA PEDREZUELA

            Hoy es el primer día del otoño y esperamos pasarlo bien aunque hay anuncio de lluvia. Nos hemos juntado cuatro montañeros de los nueve que estamos en activo. Chicho, que es el que ha propuesto la excursión, nos ha escrito un guasap diciendo que no puede venir porque ha visto estornudar a su gata dos veces y cree que él ya tiene una gripe de mucho cuidado o incluso el coronavirus. En definitiva es un poco “cagao” para esto de las enfermedades.

            Hemos quedado en el km 5,7 de la carretera M-104 que va de S. Agustín de Guadalix a Colmenar Viejo. Iniciamos los cuatro, que somos Juan Ángel, Wolfgang, Miguel Ángel y Paco (el que escribe esta crónica), esta salida otoñal. Paco ya ha aprendido a descargarse los tracks y se siente más seguro en caso de separación del resto del grupo. La verdad es que va más lento que los demás y siempre llega a los puntos de encuentro el último. Con lo cual el recorrido lo suele hacer bastante solitario y, por ende, un poco aburrido. A unos dos km de iniciar saltamos una valla de piedras para entrar en la dehesa. Seguimos el track sin sendero, por mitad del campo. El paisaje es impresionante pues nos encontramos entre encinas y enebros con surgimientos rocosos y aunque el camino es llano, no deja de subir y bajar poco pero constante. Al fin, llegamos a la ermita de Navalazarza y aquí cambiamos el track y ponemos en nuestros móviles o GPS uno bajado de wikiloc que nos va a llevar hasta el cerro de La Pedrezuela. Cuando vamos a empezar la subida fuerte, nos paramos debajo de unas encinas y nos tomamos “los panchitos” regados con el vino de la bota, esta vez el llamado Armonioso de la Tierra Alta de Cataluña. Por cierto, Miguel Ángel trajo unas pocas uvas moscatel de la parra de su casa, que estaban excelentes.

            Es una subida sensacional por entre rocas, arena y vegetación baja y torrenteras que, aunque supone un esfuerzo, no deja de tener su encanto para nosotros pues la recompensa es la vista espectacular que nos ofrece la cumbre: se ve todo Madrid, la extensión de la dehesa, el cerro de S. Vicente (que le tengo ganas) y algunos embalses. Nos hacemos algunas fotos y comenzamos la bajada. Aquí alargamos los palos y confiamos en nuestros amortiguadores (rodillas) para no caer resbalando en algún roquedal con arenisca. Una vez que hubimos bajado al nivel de la dehesa, andamos un trecho sin camino y después volvimos a cambiar el track, el que nos había enviado Chicho. Las vistas son ahora panorámicas. Yo creo que ninguna foto puede reflejar la maravilla de esta inmensidad llena de árboles, pastos, vegetación no muy alta y un cielo azul claro con unas bellas formaciones nubosas. Pasamos cerca de una gran concentración de ganado vacuno y una vez rebasada, buscamos un sitio idóneo para llenar el coleto y descansar un poco. Encontramos un pequeño roquedal entre sol y sombra y empiezan a verse nubes un poquito negras que creemos que traen algo de lluvia. Esto hace que comamos un poco rápido no vaya a ser que nos pille la lluvia. Como el camino es bastante llano, la velocidad de la marcha se hace mayor y el Paco ya va atrasándose porque no aguanta esa velocidad, pero los otros tres le esperan y se inicia el camino de regreso a los coches. En vanguardia van  Juan Ángel y Miguel Ángel y en retaguardia Wolfgang y Paco. Empieza a llover, primero lentamente y luego un poco más fuerte. Poca cosa para nuestros paraguas y cubremochilas. Son unos dos km y medio (media hora, más o menos). Llegamos a los coches y dos nos fuimos a S. Agustín a tomar una tónica y los otros dos se fueron por Colmenar.

            Bonita jornada.

            Hasta pronto, amigos.

 

Paco.