Esta vez nos hemos juntado ocho
esforzados senderistas, a saber: Jero, José Luis, Chicho, Juan Ángel, Miguel,
Jesús P., Wolgang (el nuevo fichaje) y Paco, el que suscribe, para hacer una de
las excursiones de Las Machotas.
Hemos
empezado en la silla de Felipe II, donde nos hemos encontrado con un señor
cabreado porque le roban todo del chiringuito de bebidas que tiene montado en
las cercanías (o al menos eso entendí yo que llegué con retraso a la charlita).
Comenzamos a subir en una ascensión suave hasta que llegamos a algunos repechos
de más dificultad. Al cabo de unos veinte minutos, nos empezó a sobrar ropa y
nos parábamos, unos antes, otros después, a quitarnos alguna capa que nos
estorbaba.
Yo vi a Jesús P. parado quitándose algo y pasé delante de él.
Seguimos la ascensión con niebla y sin ver ningún paisaje de interés, aunque el
campo con niebla también es bonito: tiene su encanto. Llegamos al Collado de
Entrecabezas (1.274 m) y empezamos a esperar a los rezagados. En esto, uno de
nosotros (no recuerdo quién) nos avisa que Jesús P. tenía como mareos y dolor
de tripa y está parado reponiéndose acompañado de Miguel.
Esperamos a todos, pero hacía frío estando
parados, así es que algunos volvimos sobre nuestros pasos para animar a los
demás a llegar al Collado. dice Jesús P., anda desfasado
pi medios. Pero por muy duro que sea para las tecnologías punta, poco a poco va
aprendiendo. Hoy, le han dado clases Miguel y Juan Á. Creo que las ha
aprovechado.
Una vez allí los ocho, decidimos subir unos pocos a
la Machota Baja (1.410 m): Wolgang, Juan Á., Chicho, Jero y Paco. En la
ascensión, siempre con niebla, perdíamos el camino de los tracs con frecuencia.
¡Ah!, por fin, Paco empezó a utilizar en su móvil por primera vez el programa
del OruxMaps, y, como todos, se confundía también con frecuencia: es que, este
Paco, como
dice Jesús P., anda desfasado pi
medios. Pero por muy duro que sea para las tecnologías punta, poco a poco va
aprendiendo. Hoy, le han dado clases Miguel y Juan Á. Creo que las ha
aprovechado.
Llegamos a la cima por entre un inmenso
roquedal y vimos entre la niebla a 10 m de altura más o menos, un hito de
hormigón que marcaba el punto más alto. No pudimos disfrutar de la vista que
proporcionan las alturas, pero nos hicimos las fotos correspondientes con el
hito al fondo y luego con unas rocas que dejaban entre ellas una ventana muy
curiosa.
Iniciamos
el descenso hacia el Collado donde nos esperaba el resto de senderistas y allí
nos tomamos los “panchitos” regados con el vino de la bota de Paco. En lugar de
subir a la Machota Alta, donde podríamos haber visto los canchales de la Bola,
el Badajo, el Gigante Mudo y el Fraile (que da nombre al pico), decidimos bajar
hacia Zarzalejo –Estación y entonces empezó a abrirse el día un poco, con lo
que pudimos ver la carretera, la estación y un poco de montaña. Aquí metimos el
turbo y llegamos a una pradera donde había amontonadas un montón de bloques de
piedra, ya trabajados, de un color
blanco-amarillento que no supimos para qué estaban allí, donde nos estaba
esperando Juan Ángel desde hacía un ratito pues él siempre va el primero
abriendo camino. Decidimos tomar el almuerzo en unas rocas situadas enfrente
del montón y allí nos deleitamos con nuestras comidas y el vino.
Terminado
el almuerzo nos lanzamos hacia la última etapa del descenso, pasando
tangencialmente por las urbanizaciones de Zarzalejo-Estación y llegamos a la
calzada romana, de la que quedan unos cincuenta metros y algún mojón. Ya por el
ancho camino que nos lleva a la silla, vimos un burrito, muy limpio y bien
cuidado al que le hicimos una foto.
Una
vez en los coches, Wolgang nos dijo que nos invitaba para comprar votos para su
incorporación definitiva al grupo de los Marchosos. ¡Y así lo hizo, el
tío! Gracias, esperamos que vuelva a
hacerlo.
Paco.