viernes, 28 de junio de 2013

Paseo por el Valle de la Fuenfria. Gastronómica fin de curso




Como es habitual en todos los finales del curso marchoso, se hizo una gastronómica. Esta vez consistía en un paseo por Las Dehesas de La Fuenfria y después comer en el Pajar de Teodoro, que está en Cercedilla por la subida a Camorritos.

Solo faltó un marchoso, Juan Angel, debido a sus obligaciones como directivo en el AMPA del cole de su hija. Y Pablo, que tenía un lumbago pero hizo un esfuerzo para no faltar al menos a la comida y así fue. Este restaurante era obviamente un antiguo pajar, por lo que conserva en parte ese estilo. Hay una planta alta a la que se accede por escaleras o por ventanas exteriores y en la baja está el restaurante, con un motón de aperos de campo y una cabeza de toro.

El paseo era solo para hacer apetito y estuvimos pululeando por el bosque y disfrutando de sus arroyos hasta las 14 hs. Es destacable que JS estuvo en ese paseo de subidas y bajadas como si nada. Hicimos el alto de bota-panchitos, donde nos enzarzamos en debate sobre lo actual: "la nota de corte para las becas"; y conseguimos vaciar la bota y las bolsas de panchitos, y hasta casi dejar sin argumentos a JL (vale, vale es ficción pero algún día lo conseguiremos).

Sobre las 14,15 hs llegamos al Pajar y como tenía un patio con sombrillas estuvimos tomando unas cañas y esperando a Pablo, que parece que se perdió un poco, llegando cuando estábamos en las mesas. En un ambiente muy agradable y fresquito nos dispusimos a arramblar con todo con lo que se acercara por allí y fuera comestible. Unos se tiraron a los judiones y el rabo de toro, otros al arroz con bogavante y otros a los entrecotes y ensaladas. Además regado con unas jarras de sangría y tres botellas de buen vino de Rioja.

Hubo de todo pero siempre con buen rollo y destacaron como siempre la locuacidad y gracia de Jero y Paco que recuerdan mucho a Tip y Coll, pero con bigote y barba blancos. También es de destacar el debate de Paco y Miguel (este, pobre, que no sabe todavía que no se le puede ganar nunca, si acaso empatar) sobre " lo de siempre". Después Manolo nos contó el estupendo concierto del coro de JL que dieron en La Casa de América y al que él había asistido.

Se habló del año 2012 cuando vinimos a este restaurante por una gastronómica debido a que Cris estuvo en Madrid unos días después de algunos años.(ver fotos al lado)


Nos postrearon con platos de tarta, flan, helados y no se dejó ni rastro. Finalmente nos tomamos los cafeses y las infusiones y algunos nos dimos una vuelta por el pueblo para bajar algo la comida. A las 17,30 hs volvíamos a Madrid.

JP



jueves, 27 de junio de 2013

Paseo por el Bajo Manzanares. 19.6.2013

 
    

Hemos quedado en un pequeño aparcamiento que hay antes de llegar a un puente sobre el Manzanares, después de rebasar la Escuela de Protección Civil. Sólo nos falta Fernando, le llamamos por teléfono y dice que ya está en Rivas y que va a venir con su hijo Javier que se conoce este terreno. Esperamos y después de media hora aparece Fernando solo y que su hijo vendrá después a nuestro encuentro en bici.
            No hacemos la excursión que propone AC pues es monótona y sin ningún desnivel, ni vistas desde arriba de los acantilados y además es de ida y vuelta; así es que, una vez pasado el puente, nos dirigimos hacia Casa Eulogio, rebasamos una barrera para coches y al llegar al camino principal, en lugar de cogerlo, nos lanzamos de frente por una pequeña senda que se mete en el bosque. De esta manera, empezamos una ascensión a los cortados por un pinar de repoblación. El día es espléndido, no hace mucho calor y es reconfortante caminar bajo la sombra de los árboles.
            Vemos restos de refugios de nuestra guerra civil, casas empotradas en el terreno de los montes, conejillos escapando de nuestra presencia y cuando arribamos a un alto de La Marañosa podemos disfrutar de una vista de Madrid-Sur espectacular: desde el Cerro de Los Ángeles en Getafe, los edificios de Madrid, la sierra al fondo y todo un horizonte de casi 360 grados.
Seguimos avanzando por los caminos bien marcados y, después de coger un senderito para aproximarnos a los cortados, se abre ante nosotros otra vista, esta vez soberbia, del Parque Natural del Sureste; infinidad de lagunitas, mucho arbolado y vegetación, y la confluencia de los ríos Manzanares y Jarama entre sauces y álamos blancos; al fondo, un horizonte plano, lejano, desde donde emergen unas naves industriales, tal vez una cementera. El cielo resulta de un azul sobrecogedor. El precipicio lo tenemos a dos pasos: nos separamos un poco y, a la sombra de un árbol, nos tomamos el aperitivo, que nosotros denominamos “el cacahuete”.
Es curioso que nos vayamos encontrando cantidades industriales de la planta del esparto. En otros lugares de la Comunidad de Madrid también las hemos visto, pero no con la abundancia que aquí aparece. 
Como pensamos que no se puede bajar al valle del río desde estos escarpados farallones, pues no hay camino ni en los mapas ni en los gepeeses de que disponemos, nos encaminamos hacia el origen de la excursión, pero  por otros senderos para evitar la monotonía. También vamos buscando, todo hay que decirlo, un lugar apropiado para despachar nuestro almuerzo y darle los últimos tientos a la bota de vino. En esto, aparece un ciclista, el hijo de Javier, que, avisado previamente por teléfonos que tienen GPS, ha dado con nosotros con la gorra: se nota que es un experto conocedor de estos andurriales. Con su ayuda y un poco de nuestra intuición, encontramos un sitio para almorzar en un lugar bastante llanito y a la sombra de unos pinos.
Cuando ya iniciamos el regreso, Javier nos dice que hay un sendero que baja hasta el valle siguiendo el curso de una torrentera que forma un microclima dando lugar a unas plantas singulares, como esa especie de hilo de algodón que crece en espiral rodeando un tallito delgado (no sabemos cómo se llama, claro está). Efectivamente, aterrizamos en el valle del Manzanares a la altura de la Casa de los Conejos. Ahora sí que hacemos la vuelta de la excursión de AC. Es una ancha pista que nos va a conducir hasta el puente del inicio y los coches.
Pero todavía podemos degustar de estos acantilados con sus maravillosas formas y sus marcados estratos que nos producen un encanto especial.
Al llegar a la barrera para coches hay uno esperando para entrar en Casa Eulogio y la señora que la abre nos pregunta que si somos de alguna asociación, a lo que Chicho, con intuición gallega y sin pensarlo dos veces le dice que por supuesto.
Y punto final. La próxima será la gastronómica que cerrará nuestras andanzas por estos caminos en este curso 2012-2013.

Paco






FOTOS: https://picasaweb.google.com/107086082323572351540/BajoManzanares?authkey=Gv1sRgCOfl9bSTxMDZzgE

Video: https://plus.google.com/photos/114485424437477271324/albums/posts/5894472573106730834?banner=pwa&pid=5894472573106730834&oid=114485424437477271324