Hoy estábamos de
nuevo en el aparcamiento del cementerio del Molar en la ermita de la
Soledad, para recorrer el canal del Mesto. Habíamos hecho esta
excursión varias veces, todas diferentes. En la del 2013, habíamos
ya subido al canal del Vellón, haciendo una circular que terminamos
en Pedrezuela. En aquella ocasión, la excursión fue un poco larga y
además con pequeñas incidencias que están relatadas en la web de
Marchosos
(http://marchosos2010.blogspot.com.es/2013/11/el-canal-del-mesto-20112013.html) Esta vez queríamos hacer algo parecido, pero había que ver
cómo de crecido estaba el río para intentar subir a la urbanización
Montenebro desde el azud del Mesto.
Pasamos el río, sin
mojarnos, aunque aun llevaba bastante agua, y empezamos a subir por
un sendero bien marcado pero de fuerte pendiente hacia la
urbanización y el canal del Vellón que pasa a su lado. Haríamos la
excursión en sentido contrario al 2013 y con algunas variaciones
interesantes.
Habría que decir
que los Marchosos en esta ocasión eran sólo Juan Angel y Chicho,
Miguel no pudo venir en el último momento. Solemos decir que “ya
falta poco para que el último apague la luz”, pero mientras haya
dos no hay discusión. La única ventaja de esta reducción al grupo
“casi-nulo” es que hay pocas posibilidades de llevar la contraría
al que patea con uno, siempre se está de acuerdo en los cambios de
planes. Uff que bien!!
Habíamos llegado a
Montenebro (piazo urbanización!, nosotros sólo la tocamos por el
sur)
y nos dirigíamos a pasar el acueducto de Zegri ( parece un
nombre yugoslavo), que es esa preciosidad que destaca en un bosque
densísimo de encinas y enebros. Antes de llegar a él descubrimos, unos metros antes de una curva en el forestal por el bajábamos una señal que nos llamó la atención, efectivamente, si uno fuera en coche debería tener muy en cuenta la señal, ya que de no hacer adecuadamente el conductor la curva, podría despeñarse por ella.
Nos esperaba, al
cabo de poco más de un kilómetro, la subidita a la almenara de
Labajos. Y llegó.
Me acordaba de ella, pero en aquella ocasión la
bajamos. El canal del Mesto se veía muy abajo en la otra pendiente
del río Guadalix, hacía él queríamos dirigirnos, y tratábamos de
encontrar algún sendero que nos permitiera descender los más de 120
m que nos separaban del río. Lo encontramos ,un sendero precioso,
que nos llevó con alguna sombra a la parte superior de la cascada
del Hervidero, no se veía el chorro, sólo se oía, pero sí se veía
en la orilla el mantel de una familia que aún no había recogido.
Pasamos el río
cerca de lo que en el mapa se denomina casa del Lavadero, nos quedaba
otra pequeña subida para alcanzar el canal del Mesto y desde allí
no pensar en más subidas hasta el azud del Mesto. Nos quedamos sin
agua, hacía bastante calor y llegamos al azud para primero
refrescarnos en el Guadalix y luego comer algo antes de la subida que
aún nos quedaba hasta la ermita en donde habíamos dejado el coche.
Comimos en la zona
que ya habíamos visitado por la mañana al subir por allí a
Montenebro. La zona era fresquísima y lo agradecíamos. Volví a
acordarme de Paco, esta vez con más insistencia ya que me había
quedado sin agua, y el Guadalix, tan cerca de Pedrezuela y
Montenebro, no consiguió convencernos de que bebiéramos, sólo nos
refrescamos con agradecimiento.
Llegamos a la
ermita-cementerio y le dije a Juan Angel que si estuviera abierto era
posible que encontráramos una fuente o algún grifo que utilizan
para aliviar a las flores que le ponen a los residentes. Así fue.
Chicho