A pesar de las previsiones de mal tiempo, nieve y frío,
hicimos una excursión que resultó, según el sentir general, muy bonita,
precisamente por eso: la nieve y el frío.
Estuvimos presentes Jero, Paco, Juan Ángel, JL, Chicho, MA y yo mismo.
Salimos a las 11,15, según lo previsto, por el camino
forestal que parte de la urbanización El Retamar, cerca de Moralzarzal.
Hacía mucho frío, había ventisca y el camino en su primer
tramo estaba helado, por lo que era necesario caminar con cuidado, pero como somos
aguerridos montañeros superamos estos inconvenientes sin problemas.
Según ascendíamos la nieve era cada vez más abundante y recién caída y permitía caminar
sin miedo a los resbalones. El paisaje impresionante con los pinos cargados de
nieve.
Al cabo de poco tiempo nos adelantaron unos ciclistas que no
parecían saber muy bien donde se habían metido porque tuvieron que bajar de las
bicis y continuar andando.
Seguimos así, por paisajes muy bonitos cubiertos por la
nieve hasta llegar a una fuente en la que paramos a tomar los panchitos.
Allí
llegaron tres excursionistas provistos de raquetas a los que Paco, haciendo alarde de su
proverbial generosidad, ofreció vino de la bota, pero lo rechazaron a pesar de
la educada insistencia del susodicho.
El mayor de los tres, que parecía ser el jefe de la expedición
y que iba de “sobrao”, estuvo haciendo alarde de que él no necesitaba GPS para orientarse en la montaña y que lo
que hacía era mirar el mapa y tomar puntos de referencia, por ejemplo la fuente
en la que estábamos. Cuando le dijimos que cómo se orientaba cuando había
niebla o ventisca y no se veía nada dijo que por los sonidos, por ejemplo el
del agua de la fuente, respuesta que fue motivo de gran cachondeo posterior,
sobre todo cuando más tarde los vimos con las raquetas puestas cuando no hacían
falta para nada.
Tras esta breve
pausa, seguimos ascendiendo hasta llegar al alto de Cabeza Mediana. Allí se despejó bastante y pudimos contemplar una
vista impresionante antes de comenzar la bajada, que fue bastante más rápida
que la subida por la propia lógica de la montaña y porque ya teníamos bastante hambre.
Así, en amor y compañía llegamos a Casa Mariano en
Moralzarzal donde disfrutamos, en animada charla, de un riquísimo cocido
completo mientras fuera caía una buena nevada.