jueves, 26 de enero de 2012

Excursión al puerto de Arrebatacapas ruta nº.247


 La selección de la excursión tuvo su suspense puesto que las tres propuestas estaban muy equilibradas. Finalmente J.Angel decidió y seleccionamos la llamada Puerto de Arrebatacapas definida como de 4 horas, 12kms y dificultad baja. Como punto de encuentro se definía el propio puerto, en la carretera a Avila Av-503 que está a 7 kms pasado el pueblo de Cebreros (con tradición vinícola pese a estar en la provincia más alta y fría de España) y subiendo por curvas para superar los 300ms de desnivel.
 Los montes a recorrer eran los situados entre esa carretera y el río Alberche en la zona de embalse de El Burguillo; en realidad era la otra ladera respecto a la que hicimos por el Valle de Ireluelas. Son montes que tienen como cimas de alrededor los 1320ms de altitud y se pretendía llegar a la cima Merina. que nos dejaría mirando hacia el valle y la Sierra de Gredos.
 Resultó que hubo un coche de los que nos acercan a los puntos de las excursiones que se retrasó más de lo normal y parece que la causa fue un error de localización, que les llevó a tomar alguna carretera equivocada. ¡Hay que llevar Gps en los coches, ellos también lo necesitan! Así que salimos sobre las 12hs a hacer nuestra marcha, el día era soleado y caluroso para la fecha en la que se hacía, pleno invierno.

 Los primeros kms eran cruzando un bosque de pinos a través de un camino forestal y siempre picando hacia arriba (como dicen en el argot ciclista), después ya llegamos a zonas amplias del valle interior, llenas de robles (rebollos) y enebros.
En algunos tramos la pendiente era alegre (o sea, la que te castiga ), de las que te obligan a contar los pasos, pero finalmente alcanzamos la cumbre de Merina al cabo de una hora y 4 kms. Allí nos dimos un atracón de vistas (panchitos y vino también) pues el día era limpio, la temperatura suave y sin viento. Se veía abajo el río Alberche en su primer tercio hasta el embalse de El Burguillo, enfrente la ladera boscosa del Valle de Iruelas conocido ya por nosotros y al fondo la sierra de Gredos con las cumbres plateadas; total una gozada para los sentidos.
 Después del descanso reglamentario reiniciamos la marcha bajando por laderas hacia el oeste entre jaras, enebros y rebollos. Llegamos a un punto en el que había que hacer un giro de 90º  hacia el norte y hubo algún debate entre gperos y algunos osados. De forma que estos se fueron a hacer una exploración y cuando volvieron ya se habían escapado los demás y todavía no se sabe el responsable de la sublevación, aunque efectivamente los gperos estaban en lo cierto.
 Atravesamos ciertas zonas de jara en dos grupos, el segundo buscando al otro pero resultaba que  se había ido a la búsqueda de la fuente de la Zarza; finalmente nos reunimos los dos grupos pero no  habían encontrado la fuente, aunque faltaban dos esforzados marchosos que persistían en la búsqueda. Esto ocurría en unos prados dónde pese a no haber ganado se suponían muy usados porque había buen pasto y abrevaderos. Decidimos que a no tardar debíamos pararnos a comer y fue pronto porque encontramos una caseta en ruinas pero con una pared mirando al sur muy soleada y limpia.
  Allí llegaron algo más tarde los dos exploradores, que nos dieron noticia de la localización de la fuente y lo más importante, la de la bota de vino que estaba en la mochila de Paco. Nos pusimos a lo nuestro y llegaron los cafeses, los aguardientes, las pastas y turrones, en fin lo de siempre. Lo duro que se hace reanudar la marcha no nos reprime para nada. Hubo tertulia y se reflexionó con ayuda de un artículo de R.Montero sobre la posibilidad de que las mujeres son a veces algo injustas  y duras con el sexo débil psicológicamente hablando, porque no reaccionamos como ellas esperan, dadas ciertas limitaciones de las que disfrutamos los varones.
 Y ya nos dispusimos a hacer el camino de vuelta que como siempre fue a toda marcha porque “total, está todo visto” y siempre hay algo que hacer en Madrid. Llegamos en poco tiempo a la vaquería Casa de las Dehesas que está rodeada de prados de pasto pero en la que solo había tres caballos,  pero un horizonte muy amplio que daba al Arroyo de los Pajares que aunque con poco agua sin embargo era un entorno muy bonito lleno por un lado de rocas y por el otro de enebros. Accedimos  hasta él y después subiendo por un camino que parece pertenece a la Cañada Real Leonesa Oriental, directamente nos llevó a la puerta que previamente por la mañana habíamos identificado en el forestal.
 Así que llegamos en una hora escasa al puerto dónde habíamos dejado los coches.


El jefe de expedición de turno: JP