jueves, 17 de noviembre de 2011

Valle de Iruela. 16 de Noviembre de 2011

Llego el 16 de Noviembre y  diez marchosos- JP, JL, MA, Miguel, Jero, Chicho, Manolo, Juan, Fernando y Pablo- que queríamos contribuir, con nuestro esfuerzo, a disminuir el diferencial de la prima de riesgo, nos reunimos para iniciar el recorrido del Valle de Iruela.
El punto de inicio elegido, fue a la entrada del Zepa ( Zona Especial Protección  para Aves), que se encuentra siguiendo la carretera que sale a la izquierda justo antes de pasar la presa del Burguillo, viniendo desde el Tiemblo, y aproximadamente a un kilómetro pasando el aparcamiento del camping. 

La marcha se inició a las doce- por el retraso de algún marchoso que no encontraba el punto de encuentro-y como en las grandes corridas de toros, abriendo el portón de madera que en tiempo de cría y emancipación de los polluelos de buitre leonado se encuentra cerrada para su protección. Continuamos por el camino forestal, entre pinos y con la escenografía típica del otoño-helechos, musgo, manto de hojas,  etc...-,  que va subiendo lenta pero continuamente hasta alcanzar una pequeña pradera donde se ubica una caseta y alrededor de la cual había unos cuantos potros, pastando tranquilamente hasta que nuestra presencia les saco de su aburrimiento. Allí sacamos nuestros cacahuetes, higos, nueces, avellanas, etc., y como el encargado de la bota había hecho pellas, aparecieron también un par de botellas de vino que previa la apertura de una de ellas e inclusión de dispositivo de suministro, se procedió a su consumo.
Continuamos por el camino de la derecha de los dos que salen de esa pradera y entre pinos resineros y algunos castaños, que pueden ser ocupas que se han escapado del cercano Castañar del Tiemblo posiblemente indignados por que las autoridades locales exploten su belleza otoñal cobrando tasas a los visitantes y sin ningún beneficio para ellos,  llegamos al Collado Morales. Después de saciar nuestra sed en la Fuente Covachuela y como todavía es pronto para comer se da un tiempo de libre disposición que algunos marchosos, los más aguerridos, aprovechan para subir al Cerro  Morales, y otros a buscar setas o descansar. Siguiendo un poco más el camino se observa hacia poniente el valle del Alberche y en plano ascendente los dorados sotos del rio, los prados, los cobrizos robledales los verdes pinares y el pico Escusa.
Durante la comida cae la segunda botella vino y posiblemente hubiera caído una tercera si no hubiera sido por que el buen criterio nos recomendó dejarla en el coche y no era plan de bajar a por ella.
Después del consabido café, chocolate, galletas y chupito iniciamos el descenso por el mismo camino de subida hasta la mitad del camino que una serie de intrépidos exploradores guiados por un tal GPS deciden descubrir nuevas rutas y se adentran en la falda del valle para ¿acortar? el camino de vuelta. Una falta de entendimiento entre el nuevo guía y alguno de los experimentados senderistas hace que se produzca una situación de desorientación que dada la hora que es, pone nervioso a más de uno de los exploradores. Gracias a la buena disposición, entre todos se reconduce la situación con la única baja la del mas experto y avezado marchoso, Jero. No sabemos si está perdida estaba previamente programada pues una vez que llegamos a los coches y al cabo de unos minutos cuando ya estábamos decididos a llamar al 112 vemos que ante nosotros se para un coche del que una amable señorita desciende y cede el paso a nuestro avezado marchoso que se despide de ella con una sonrisa de oreja a oreja. ¿Sera casualidad que la Virgen siempre se aparece al Pastor?

Acabamos nuestra marcha a las 18,00h. cuando ya estaba comenzando a anochecer.


Pablo