viernes, 11 de marzo de 2016

El Rancho de Santillana 09 de marzo de 2016




Asistentes: Chicho, JGC, José Luís, Juan Angel, Paco, Miguel y yo


Debido a las malas condiciones meteorológicas, decidimos partir desde el embalse de Puente Alta- Revenga

Vista desde el embalse de Puente Alta

en vez de salir desde el cementerio de Valsain, ya que así evitábamos el puerto de Navacerrada por el temporal de nieve previsto.

Al llegar nos encontramos con el coche de los del Sur aparcado cerca del comienzo de la carretera que va al aparcamiento por temor, según explicaron, a que al volver la carretera estuviera helada, ya que en aquel momento estaba nevando y en el asfalto se estaba formando hielo. Después de una pequeña asamblea sobre que hacer: irnos directamente a Segovia y darnos un buen homenaje al cuerpo o dar un paseo hasta el azud de donde toma el agua el viaducto de Segovia, y luego comer en cualquier sitio. Nos decidimos por la segunda opción y partimos con paraguas y sin mochilas.

Quién se olvidó el paraguas?


El paisaje era precioso , como podéis ver por las fotos, todo nevado. 

Sendero 

Indicador para llegar al azud
Conforme íbamos avanzando, la nieve se convirtió en agua nieve y ésta en agua.



Azud


Una vez llegado al aparcamiento, tomamos el camino que va río arriba hasta llegar al azud, donde nos paramos un poco para reunir al grupo y volver por el mismo camino.

A la vuelta dejó de llover y nos paramos a visitar un búnker del ejército sublevado que hay en la carretera que va al aparcamiento. La foto debe estar alineada a la derecha.No?.

Bunker de ametralladoras

Una vez llegado a los coches, tomamos los panchitos en los coches al estilo del más puro botellón. Luego nos subimos a ellos y buscamos un restaurante donde comer, y lo encontramos muy cerca del desvío de la carretera que va al embalse de Puente Alta, cuyo nombre no recuerdo (también tiene hospedaje, donde se puede alquilar una habitación para echar la siesta y ducharse). Después de la comida (menú del día) , volvimos para Madrid.

El paseo, de ida y vuelta, fue de unos 8 Km. y tardamos unas dos horas.


Jerónimo Limón







lunes, 7 de marzo de 2016

Prados de Alameda y Pinilla(127 de AC), 02/03/16



Explosión de nieve, se debería llamar esta excursión. Nos hemos juntado casi en pleno para abordar este trazado que ya lo hicimos en 2009 pero sin nieve. El que la propuso, Paco, no sospechaba que ya en el pueblo de Alameda, iba a haber nieve y sí, allí estaba. Fernando se acercó al lugar donde comenzaba el recorrido y, como  había mucha nieve, decidió regresar hacia su coche para irse a casa. 

Así es que comenzamos esta andadura ocho marchosos, Jero, Miguel Ángel (el quejica), José Luis, Chicho, Juan Ángel, Miguel, JP (el líder carismático, que hoy se ha añadido al grupo), y el que suscribe y lleva la bota de vino, Paco.



Comenzamos llaneando y viendo muchas vacas; se nos acercó una perrilla parida que restregaba el lomo en el suelo para que la acariciáramos. Ya desde aquí vemos Peñalara y Cuerda Larga completamente blancas y nos quedamos extasiados ¡ya iba siendo hora que viéramos nieve este invierno! Al llegar a un abrevadero, tomamos el camino de la derecha que empieza a estar con quince o veinte centímetros de nieve, que al pisarla, se hunde bien con nuestro peso, ideal para andar sobre ella. A medida que subimos, la nieve también comienza a subir de espesor y dificulta el caminar. La vista es extraordinaria y a medida que avanzamos somos varios los que nos caemos y nos tienen que echar una mano para sacarnos del agujero que hacemos. Jero cayó en un hoyo que parecía una trampa para animales, de al menos metro y medio de profundidad. Menos mal que ninguno nos hicimos daño.
Tomamos los panchitos en el segundo abrevadero, donde tenemos una foto antigua en la que el “líder carismático”, de pie, “alecciona a sus acólitos” (nosotros), sentados en el abrevadero. Tenemos que tener cuidado al situar los alimentos en el borde de las piedras pues hace un viento que los tira y además no queda espacio libre pues la nieve lo llena todo.
El viento nos impide encontrar un lugar para guarecernos, pensando ya en el almuerzo, de tal forma que atravesando el robledal (más bien melojar) y hundiéndonos cada vez más en la nieve, Paco y otros que están cercanos, deciden almorzar en la ermita de Nuestra Señora de la Concepción aunque lo hagamos a las tres y media, pues allí hay bancos y mesas para instalarnos y, además, al estar más bajos, el viento sopla menos o deja de soplar. Aquí eché de menos a JP que no se encontraba entre nosotros; además yo sabía que no tenía móvil y que hacía poco le había dado un golpe de vértigo en su casa. Por un lado me preocupé, pero por otro, sabiendo lo experto que es de estas sierras madrileñas, suponía que, en breve, lo veríamos aparecer por algún sitio o, en último caso, yo podría ir a buscarle pues no sería difícil encontrarlo en este valle. Después de atravesar el arroyo de la Saúca y saltar una valla de piedras y alambradas que separa los municipios de Alameda y Pinilla, en lugar de seguir paralelos a la valla, nos enrollamos a dar vueltas más allá de ella siguiendo el track de un excursionista de Wikiloc, que llevaba Miguel Ángel en su GPS, subimos a una pista, que abandonamos enseguida para bajar pisando bastante nieve hasta encontrar otra pista que nos condujo a la ermita.

Allí, entramos, saltando un pequeño murete pues la verja de entrada estaba cerrada, y se incorporó JP que nos anunció que él debería haber comido antes pues su cuerpo necesitaba sustento.
Una vez terminamos de almorzar, unos cogieron la carretera hasta Alameda y otros bajamos al pueblo de Pinilla y, al lado de una cruz de piedra, comenzaba un camino hasta Alameda que seguimos, charlando de cosas varias (política sobre todo).


Paco.