sábado, 8 de enero de 2011

Relatos de Navidad

Hola, marchosos,

Con el fin de refrescar la memoria, que con tantos días festivos y sin excursiones estará algo perezosa, os envío abajo un resumen-recordatorio sobre el asunto de referencia:

-Tenemos 10 relatos. Es de suponer que alguno/s han enviado más de un relato al blog (lo cual había sido aceptado a raiz de la propuesta de JL). También, que algún marchoso no envió ninguno. Si es así, aún está a tiempo, pues el plazo acaba el día 10 de enero.
-El día 11 de enero es el día reservado para hacer las votaciones. La puntuación será de 1 a 10. La votación finaliza a las 24.00.
-Para evitar que sepamos de quién es cada cuento conviene que firméis el voto con el seudónimo con que firmásteis vuestro cuento.
-Los votos podrán emitirse abriendo un comentario en el blog al cuento correspondiente, donde además se podrá añadir un comentario para justificar la nota.
-El día 12 podemos comentar el asunto durante la marcha y desvelar el verdadero nombre del autor de cada cuento.

Saludos,
Manolo.

domingo, 2 de enero de 2011

Relato de Navidad nº 10

LA SAN SIL


        Aquel año me tocó, no sé por qué circunstancias, llevar a mi padre, que tenía 72 años, a ver la carrera (la San Silvestre Vallecana) que se hace en Madrid el día 31 de diciembre y que va desde el estadio del Real Madrid al del Rayo Vallecano (unos 8 km que los prolongan hasta 10 dando vueltas por las calles); así es que nos subimos a las gradas del Rayo a esperar la llegada de los atletas.
        Había una pantalla gigante desde donde se veía a los corredores en plena actividad por las calles y plazas de Madrid. La verdad es que era bonito y emocionante ver cómo la máquina humana devoraba distancias, que nos parecen largas, en pocos segundos y cómo la potencia muscular es capaz de realizar semejante trabajo; pero observé con el rabillo del ojo que mi padre, que jamás había hecho ni seguido deporte alguno, se emocionaba cada vez más al ver entrar a los atletas por el fondo del estadio: gritaba, silbaba, hacía ruido, aplaudía,…
        Después de ver la entrega de premios y los fuegos artificiales que siguieron, salimos del campo y mi padre me dijo que se lo había pasado muy bien aquellas navidades, sobre todo por la carrera. Que le había gustado tanto, que tenía pensado entrenarse para asistir a la del año siguiente; además aquello le supondría un cambio en sus vida, en sus costumbres, en su alimentación, en fin, en su rutina de pre-anciano.
        Jamás corrió en ninguna carrera; eso sí, se entrenó bastante, dejó de atender a sus nietos (que hoy andan por ahí descarriados), los pocos amigos que le quedaban le abandonaron, y, lo que es peor, en uno de sus entrenamientos tuvo un accidente y quedó parapléjico.
        Resulta que hoy día, tengo que estar atendiéndole porque soy el único hijo que le queda, y maldigo aquellas navidades en que inconscientemente llevé a mi padre a ver la San Silvestre Vallecana.


Zascandil