jueves, 29 de marzo de 2012

El Pozo de Nieve

Pozo de nieve de Cuelgamuros

Esta excursión no la teníamos programada, pues  el día estaba reservado  para la comida-cumpleaños de JS y que hubo que suspender al estar afectado por  una enfermedad grave de un amigo suyo. Para sustituirla se propusieron el mismo lunes opciones entre las que resultó elegida esta del Pozo de Cuelgamuros, que consiste en acceder a esta edificación centenaria situada en las faldas del monte Abantos, en una de las laderas que dan al Valle de los Caídos.
Alcanzamos con los coches el puerto de Malagón que era el punto de salida,  subiendo por la carretera que  desde San Lorenzo  va a Peguerinos y cuyo estado era deplorable, posiblemente no hayamos visto nada igual en ningún lado. Resultó que en el puerto hacia un viento fresco desagradable,  lo que hizo apresurarnos a salir de allí lo antes posible. Y lo hicimos caminando por el asfalto en suave ascenso, para a los 500 metros tomar a la derecha una pista forestal metida dentro del bosque y que nos permitió quitarnos el frío y viento. En una media hora llegamos al mirador de Rubens, una cornisa de piedra con una blanca cruz de hierro y con vistas sobre la monumental parrilla del monasterio, las fresnedas y el  embalse de Valmayor. Desde allí y tras girar casi 180 grados a la izquierda, nos metimos en un sendero por el bosque por el que alcanzamos  en algo más de media hora la más alta cruz del Abantos (1.753 metros), punto más alto de esos montes. Allí tomamos los panchitos y le dimos los achuchones previstos a la bota, nos regodeamos en las vistas y todo ello al abrigo del viento que soplaba fuerte allí.
A pocos metros a espaldas de la cruz, corre el muro que delimita el Valle de los Caídos; muro que seguimos y bajamos  siguiendo un sendero que gira a la izquierda desde la cumbre, hasta que en 30 minutos topamos con una portilla verde que da acceso a esa finca del Patrimonio Nacional dónde están ubicados los pozos de nieve. Tuvimos que saltar el muro porque la puerta estaba cerrada, cogimos la senda que lleva en poco tiempo y  plácida bajada hasta el pozo de Cuelgamuros. El pinar allí era muy hermoso y agradable porque estaba al abrigo de vientos y bien soleado.
Es un pozo de nieve, dónde se guardaban grandes cantidades de este elemento caídas durante el invierno y poder utilizarlas como hielo durante todo el año sobre todo en verano. El hielo se obtenía casi exclusivamente apisonando nieve en el monte, donde se preservaba dentro de profundos pozos de piedra hasta el verano. Sólo el monasterio de San Lorenzo de El Escorial llegó a tener ocho depósitos. Es probable que tanto hielo  debía de constituir una buena fuente de ingresos para la corona, la cual arrendaría a particulares la explotación de los pozos. Dos de ellos se conservan en perfecto estado que son los que vamos a visitar.
Según las crónicas, el pozo de Cuelgamuros fue construido en 1609 para sustituir a otros dos que había en la zona desde tiempos de Felipe II. Tiene 14,21 metros y 8,35 de diámetro, y cabían en él 20.000 arrobas (230 toneladas) de nieve bien apisonada. El pozo propiamente dicho se encuentra en el interior de una nave de mampostería tosca de gneis, con bóveda de cañón y, para protegerlo más si cabe de la lluvia, con cubierta a dos aguas de teja árabe, y está situado en un paraje de égloga, a 1.650 metros de altura, muy cerca de la cima del Abantos, rodeado de pinares y lontananzas nevadas que hacen feliz al espectador.

Dimos media hora libre para patear y algunos llegamos hasta el otro pozo de nieve, pero ya más sencillo y rudimentario que el que nos había motivado llegar allí. Estuvimos casi hora y media disfrutando de todas las viandas que conllevan nuestros refrigerios y de la charleta que se monta en la que arreglamos bastantes cosas, aunque algunos muy listos prefieren una siestecilla.

La vuelta la hicimos por el camino forestal  que lleva directamente a la carretera y que sigue el arroyo aunque este nos deja luego para seguir por el bosque. El narrador  siguió el arroyo y disfrutó un montón caminando por dentro del bosque acompañandolo, aunque llegó un momento en que se separaron puesto que aquel viraba a la derecha y se separaba de la zona de los coches. Aún así y aunque llegó a la carretera pudo seguir por senderos por dentro evitando el asfalto.
Solo quedaba pues para terminar la jornada hacer la vuelta a casa. A propuesta de J.Angel y para evitar bajar a El Escorial por la nefasta carretera, cogimos un camino forestal en buen estado para llegar hasta Robledondo y allí  coger la carretera que va al puerto de la Cruz Verde, dónde como otras veces nos tomamos nuestros refrigerios post marcha. Sin más nos fuimos a casita oyendo en la Ser un debate sobre la huelga de hoy que resultó muy divertido.


JP


Perfil y recorrido: