viernes, 4 de noviembre de 2016

PUERTO DEL MEDIO CELEMÍN 2 Noviembre 2016




Nos hemos podido reunir cinco esforzados senderistas del grupo, pues hay algunas bajas por diferentes motivos. Los cinco: CHI, JL, MAL, JAR, y PAC, este último es el que suscribe y hoy jefe teórico.
Nos hace un día extraordinario para caminar. Hemos quedado en la plaza del ayuntamiento de Valdemanco donde hay dos bares a los que daremos un repaso por la tarde, después de terminar la marchita. Uno de los coches lo hemos dejado en una cuesta debajo de una higuera que sobresale de un pequeño patio de donde sale una señora mayor, casi anciana, y nos da ánimos para que lo pasemos bien en el monte.
Iniciamos la subida por la calle del lado izquierdo del ayuntamiento y en un pispás llegamos a un depósito de agua donde ya empezamos a quitarnos ropa. Nos quedamos en camisa de manga corta unos, y otros en manga larga. Cogemos la cañada real segoviana para ascender al puerto y en el camino nos encontramos con un señor del pueblo que ha sacado a pasear a dos perros que andan por allí correteando. Sin ningún problema y siguiendo la cañada llegamos al puerto del Medio Celemín y, nada más pasarlo, tomamos un caminito que sale a la derecha, abandonando la cañada que va a Buitrago y al valle del Lozoya. A los pocos metros, vemos un pinar a nuestra derecha y se nos pasó por la cabeza entrar para ver si había alguna setita, pero enseguida lo olvidamos pues todavía no ha llovido lo suficiente.
Ya se divisan el Cancho Gordo y el Collado Alfrecho y hacia allí dirigimos nuestros pasos al mismo tiempo que nos recreamos en la visión de las rocas cercanas, sus formas, sus diversas estructuras a cual más bonita: no tienen nada que envidiar a las de La Pedriza.
El sendero es ancho y está franqueado por jaras tanto pringosas como no, que van dejando su característico olor a campo. La ascensión no nos resulta difícil pues el camino está muy bien marcado. Ya cerca del collado divisamos una macrolepiota que abandonamos a su suerte por ser la única del entorno.
Paramos en el collado a tomar los panchitos,
entre buitres y farallones y Paco, hoy erigido en jefe de excursión, nos ha sorprendido trayendo un vino Somontano roble en bota que está para caerse de culo. Disfrutamos del vino todos menos uno (JAR no bebe vino) y cuando terminamos, acordamos subir al Cancho Gordo que no lo hemos hecho nunca. Menos mal que hay un caminito que nos guía. Paco se retrasa porque le cuesta subir y, al final, el único que logra llegar a la cumbre es JAR; los demás se quedan en una praderita en la base de la cima y Paco se queda a media altura dando vueltas entre grietas y rocas fantasmagóricas.
Por fin, bajamos todos al collado donde ya está esperándonos MAL y emprendemos el duro descendimiento que nos espera. Las rocas del suelo están muy inclinadas y con arenilla, lo cual hace difícil que las botas se agarren. Desniveles con escalones, surcos con mucha pendiente y un largo etcétera vamos esquivando como podemos. Se nos ha quedado atrás CHI,que le gusta tomarse estas cosas con paciencia. A Paco le empieza a doler el trocánter lo que hace que su marcha sea más lenta.


Con todo, llegamos a las inmediaciones del convento de S. Antonio, del siglo XI, y descansamos en unos bancos que parece que nos los han puesto a nosotros. Desde aquí tenemos una visión extraordinaria del final (o del principio) de la sierra de La Cabrera. Después de reunirnos los cinco, comenzamos a subir (¡otra vez!) hasta el convento por una pista asfaltada. Allí, al lado de una fuente, tomamos el almuerzo. Son las tres de la tarde.
Iniciamos el regreso por el GR-10 y todos, menos Paco, que está renqueando de la pierna derecha, toman un pequeño atajo que sube a las estribaciones de la sierra y desde allí llegan a Valdemanco sin pisar la carretera. Paco sigue por el GR-10 que sí le lleva a la carretera y aquí le recogen en coche MAL y JL que lo suben al pueblo y así se evita la última subida a pie por carretera.
Bonita excursión, pero mala bajada.
¡Hasta la próxima!



PACO