jueves, 20 de diciembre de 2018

Cascada Cancho Litero desde la Urbanización Los LLanos (Villavieja del Lozoya) 19 del 12 de 2018




En la última marcha antes de Navidad, nos hemos reunido cinco marchosos: Jero, Chicho, JA, MA y yo Miguel. Paco y Juanma no pudieron venir porque a última hora algún imprevisto se lo impidió. Sentimos mucho no haber podido disfrutar de su compañía y lo sentimos un poco porque nos quedamos sin vino.
Habíamos quedado en los aledaños de la Urbanización Los Llanos en Villavieja de Lozoya, y  allí nos reunimos, a las 11h. más o menos, tras sortear una carretera de tierra con unos baches de impresión.
Comenzamos la marcha por una pista de tierra bien compactada que recorre un robledal que en esta época del año   luce todavía colores del otoño, en las hojas que tapizan el suelo y en las que   se resisten a caer de las ramas.



Tras un buen rato de marcha llegamos a un claro desde el que se divisa un cambio radical en el paisaje; el robledal da paso a un extenso pinar de troncos alargados en cuyo centro aparece el escarpado cañón hacia el que nos dirigimos para contemplar la cascada que es el objetivo de la marcha.


Nos internamos en el pinar que es  muy denso y está recorrido por el arroyo Litero que va bastante cargado de agua y que tenemos que vadear cruzando por un puente de troncos inestable y peligroso. El suelo está plagado de ramas secas y mojadas, que muchas veces nos hacen resbalar. Hay una gran cantidad de pinos tronchados y caídos, y nos preguntamos cuál será la causa: la enfermedad de los pinos, un vendaval…


Llegamos a un claro del bosque en el que nos detenemos a tomar los “panchitos”. Allí, Jero y yo nos enteramos de que "colada", además de los significados habituales, significa, en la sexta acepción del diccionario de la RAE, "Faja de terreno por donde suelen transitar los ganados para ir de unos a otros pastos, bien en campos libres, adehesados o eriales, bien en los de propiedad particular, después de levantadas las cosechas" Cada día se aprende algo nuevo.
Enseguida iniciamos la subida, bastante escarpada, hacia la cascada, pero ha merecido la pena, porque la vista de la cascada es espectacular, y en los alrededores hay rincones de una gran belleza.






Con cuidado, porque ya estamos un  poco mayores, iniciamos la bajada que transcurre sin incidentes, y en su mayor parte por una "colada".  Ya muy cerca de los coches (porque la marcha no ha sido muy larga) en una encrucijada de caminos, paramos a comer.

En animada charla, damos cuenta de la comida y  como se ha levantado un  viento bastante molesto y nos estamos quedando fríos, nos retiramos a nuestros vehículos, a los que llegamos enseguida.
Los del norte parten raudos y JA y yo mismo, nos paramos en Buitrago a echar un trago.

¡¡¡¡Feliz Navidad a todos!!!!

Miguel

jueves, 13 de diciembre de 2018

Marcha gastronómica de Navidad a las Clavijas 12.12.2018


Ya estamos en esas fechas en que seguimos las tradiciones para vernos con una comida de Navidad, y precedida de una "ligera" marcha. Esta vez Juan Angel y Miguel Angel habían propuesto restaurantes y recorridos. Supongo que por curiosidad con el nombre elegimos Las Clavijas de la Pedriza, ya que ninguno conocíamos la Senda de las Cabras que conduce a ellas. Saldríamos de la ermita de San Isidro del Boalo y comeríamos  después en Cerceda, en el MIckey Monkey. 

A las 11h acudimos a la cita : JuanMa, Paco, JGC; Jero, JA, Miguel, Miguel Angel, JL y el que escribe. Todo el mundo estaba contento en esa clara y soleada mañana. La ermita es una preciosidad, está muy cuidada y se puede visitar, ya que no había candado en la verja de entrada. La zona, con bancos y mesas de granito, permitía adivinar los festejos que se hacen cuando llega la fiesta de San Isidro.


En las laderas que suben a Las Clavijas, un pastor rodeado de vacas, lanzaba gritos desgarradores, posiblemente hablándole en su idioma a algunas vacas para que acudieran a la pitanza que les llevaba.

La subida, por la Senda de las Cabras, muy pisada por animales y madrileños, está muy marcada, aunque muchas veces, en algunos puntos, hay más de una elección. En el grupo hay varios GPSs, alguno lleva un móvil con Oruxmaps, pero el resto llevábamos Garmin. El track lo habíamos cogido de esa magnífica web, Wikiloc, que es cómo el "Diario Oficial" para los funcionarios, y que permite escoger y luego seguir recorridos de montaña, sin tener que adivinar en donde se encuentra "ese árbol en el que torcer a la izquierda para llegar a la cancela que....". Eran otros tiempos, muchos seguíamos las amenas descripciones de Andrés Campos, pero no dudamos en pasarnos al track en el GPS para transitar por las montañas. 

La subida, de un poco más de 1 Km es exigente, 400 m, así que íbamos lentos y como casi siempre, en un par de grupos. Andar por la Pedriza, no es sencillo, si no se lleva un track, resulta difícil y es fácil perderse, por eso hay que ir siempre mirando el GPS para ve si uno aún sigue en el track. Los que íbamos delante encontramos Las Clavijas al torcer a nuestra izquierda en la base de la Torreta de los Porrones,


pero hay que decir que están muy camufladas en las rocas. Allí estaban  "las humildes ferratas madrileñas".




Aunque senderistas de muchos años y ya mayorcitos, nos tomamos con mucho cuidado ese pequeño paso. Ya sé que no hay que decir eso, pero uno, el que escribe,  nunca, ha sido un gran montañero, solo disfruta de la montaña. Subimos por ellas sin mayor problema. En la parte alta estuvimos esperando al grupo que venía detrás, traían GPS con el track, así que no nos imaginábamos que no encontrarían el paso por la zona. Es verdad, que deberíamos haber esperado antes de subir por Las Clavijas, ya que una vez arriba resulta muy peligroso  bajar para localizar a los que venían detrás, ademas, la visibilidad en la zona resulta imposible por que la tapa la mole de granito de la Torreta. Bueno, esperamos un poco más tomando arriba los "panchitos" de costumbre y nunca nos imaginamos que no las localizarían. 

El sendero, duro, pero muy gratificante por las vistas y el descubrimiento de los habitantes habituales de la zona , cabras y buitres leonados, pronto termina, y ya el descenso hacia las Zetas de la Pedriza resulta muy sencillo. 





Cuando llegamos a los coches, no había rastro del otro grupo, estuvimos esperando un buen rato y finalmente, nos dejaron a Jero y a mi, para que los recibiéramos y pacientemente ( aunque tenían razón), escucháramos sus quejas. Conseguimos divisar a un jersey rojo en la lejanía, bajando por donde habíamos subido, y supusimos que eran ellos. Al llegar, después de media hora,  nos contaron su historia y nos dirigimos hacía el restaurante, en donde  ya estaba el grupo y Manolo, que había acudido allí directamente.

Pablo, JS y JP, por distintas razones no pudieron asistir.

La comida muy agradable.


Al final, nos despedimos hasta el 2019 , aunque es posible que el próximo miércoles Miguel S. haga una propuesta para que se animen los que quieran.

Felices Fiestas!

Chicho 










miércoles, 5 de diciembre de 2018

El Canal de El Mesto 05 Diciembre del 2018



Nos reunimos en el parking del cementerio de  El Molar alrededor de las 11 hs; cuatro marchosos del Norte (M.Angel, Jero, Chicho y JL el que les narra esta crónica); los marchosos del Sur tenían mejores cosas para disfrutar en este largo puente de la Constitución que cumple 40 años.

Esta excursión ya la hemos hecho ocho veces, incluida la presente, por el grupo de los marchosos, algunos de sus miembros ya no están activos y solamente nos acompañan en las gastronómicas, la próxima será el día 12 Dic.


Como se relataba en la marcha de 2012 https://marchosos2010.blogspot.com/search?q=molar
“Bajamos desde el cementerio hasta el rio Guadalix y alcanzamos la famosa azud, pequeña presa de sillería que suministra el agua del río Guadalix a la canalización del Canal de Isabel II. Esta pequeña presa, reliquia de la arquitectura hidráulica, está labrada en sillares de piedra del terreno cuyo muro de 23 metros de longitud y 4,20 de alto se apoya sobre una gran roca levantada en medio del cauce del río. Tiene una capacidad de embalse de 2.655 metros cúbicos y 120 metros de cola. Una vez concluida la obra, en 1906, abasteció de agua a Madrid durante 156 días a lo largo del dicho año.”

Al llegar abajo para intentar cruzar el rio Guadalix y subir por la otra orilla según marca el track vimos que la excesiva cantidad de agua nos lo impedía, sobre la marcha decidimos continuar por el canal rio abajo, pues ya estamos acostumbrados a cambiar sobre la marcha.






El paseo fue agradable y nos encontramos varias veces con una pareja, la mujer experta en geocaches de Orense por mas señas estaba metida en el túnel para encontrar infructuosamente u geocache que JG habría encontrado sin dificultad.





La otra persona era una mujer con un galgo que nos seguía los pasos y que olisqueaba las mochilas sabiendo que allí dentro había algo de comer.
La vistas del otro lado eran estupendas y Chicho logro ver una pareja de ciervos corriendo


Tomamos los cacahuetes en una almenara con bellas vistas.

 Después de los frutos secos regados con el buen vino que J.L. trajo, no echamos de menos a Paco por estos motivos ya que ha sido superado con creces en cuanto a la calidad del vino.

Como teníamos tiempo decidimos ver las cascadas en un paisaje de arboles de rivera con las estelas de los aviones y un buitre surcando los cielos en este dia esplendido.













Decidimos subir hasta la atalaya para comer.


Después de los chocolates y del orujo de M.A nos dirigimos a los coches

Objetivo cumplido, unos 14 Km. y 300 m. de desnivel

Saludos J.L.




sábado, 1 de diciembre de 2018

De Valdemanco al Mondalindo 28 Noviembre 2018



                Hoy nos hemos juntado casi todos los elementos del grupo: Chicho, Jero, Jesús P., José Luis, Juan Ángel, Miguel Ángel, Miguel y Paco (el que suscribe). El día es excelente. La ruta que vamos a hacer es desde Valdemanco, llegar al puerto del Medio Celemín, torcer allí a la izquierda y encaminarnos hacia Peña Negra (1.832 m) y después al Mondalindo (1.831 m).

                  Antes de llegar al depósito del agua, donde hemos quedado en aparcar, algunos senderistas preguntan en un bar  si conocen la ruta que vamos a hacer y les comentan que sí, que se llama la “ruta del banco” porque en Peña Negra hay un banco de piedra con respaldo donde está grabado “Valdemanco”.

                Iniciamos nuestro ascenso y en seguida llegamos al puerto del Medio Celemín siguiendo la cañada Real Segoviana. Torcemos a la izquierda y seguimos subiendo lentamente hasta que al cabo de una hora se llega a una fuente con mampostería de rocas donde algún que otro echa un trago bastante fresquito. Un poco después se nos presenta una subida bastante fuerte que nos va a conducir a Peña Negra, pero antes de llegar allí hacemos un receso para tomar un piscolabis al que llamamos “el cacahuete” y nos echamos un trago del vino de la bota de Paco. Ya repuestos un poco, tenemos fuerzas para llegar hasta las antenas de Peña Negra, donde nos hacemos unas fotos y contemplamos el fabuloso paisaje con nieve en la Bola y en la Cuerda Larga y unas vistas excepcionales de la sierra de La Cabrera. Bajamos un poco y luego hemos tenido que volver a subir hasta el Mondalindo (o Cabeza del Cervunal), cuya subida es más suave que la anterior y más llevadera.

                Arribamos al Cancho del Mondalindo y aquí se quedan 3 compañeros a tomar el almuerzo. Los otros cinco siguen bajando hasta la fuente  llamada del “Agua Fría”. Se trata de un caño de plástico largo y de unos 15 cm de diámetro escondido entre matorrales. Este sitio es peor para almorzar que el elegido por los otros tres, pero ¡qué le vamos a hacer! Las vistas siguen siendo sobrecogedoras.

                Llegamos a los coches y al salir del lugar donde Jero tiene aparcado el suyo, se le mete una rueda en una zanja y no podía salir de allí. Tuvimos que poner piedras en la rueda y empujar unos pocos hasta que salió de la zanja.

                Una marchita durita pero compensa por su vistas. Ahí van unas pocas fotos.
Paco, 30 de noviembre de 2018.










jueves, 22 de noviembre de 2018

El Valle de la Angostura 21/11/2018







         Asistentes: Chicho, JL, Juan Angel, Juanma, Miguel, MA, Paco y yo

Quedamos a las 11:00 en el parking de la Isla, en la carretera de Rasca fría al Puerto de Cotos. Esta vez no hubo despiste. El tiempo era frío y se esperaba lluvia, pero cuando empezamos a andar el cielo estaba bastante claro.

Empezamos a subir por la orilla izquierda del ya denominado río Lozoya. Al poco tiempo echamos de menos a Chicho y a Miguel, y pensamos que vendrían más despacio.  Pasamos por el embalse de la presa de Pradillo,


cruzamos un pequeño puente sobre el arroyo de Peñalara, donde se une al río.

Al llegar al puente de Los Hoyones (12:30), nos paramos a tomar los “panchitos” acompañados del buen vino que nuestro sumiller  nos trajo (Paco) y a esperar a nuestros compañeros que no llegaban. Cuando ya casi habíamos terminado, aparecieron por la orilla derecha del ahora denominado arroyo de  la Angostura por el puente; en cierto punto decidieron tomar un camino alternativo, cruzaron el arroyo por el puente de la Angostura siguiendo al track bajado de wikiloc, y siguieron por el camino de la orilla derecha del arroyo.




Una vez todos juntos y reconfortados con el buen vino, continuamos el camino por la misma orilla izquierda  del arroyo, siguiendo el track. En un punto había que cruzar el arroyo para subir por la orilla derecha has llega al punto en el que se le une el arroyo Guarramilla, donde volveríamos a cruzar el arroyo para volver por la orilla derecha.  Antes la imposibilidad de cruzar el arroyo por lo crecido que iba, decidimos volver y llegar a la unión del Guarramilla al Angostura., por la orilla derecha y volver.



Al poco rato comenzó a llover y JL y JA se dieron la vuelta y resto continuamos; como seguía lloviendo y el resto de la marcha era llegar al punto donde el Guarramilla se une al Angostura y volver por el mismo camino, decidimos volver. Alcanzamos a JL y a JA, cruzamos el arroyo por el puente de los Hoyones y seguimos hasta el puente de la Angostura, done asentamos nuestras reales posaderas para comer los bocatas acompañado del buen vino y, sobre todo, las diferentes variedades de chocolates.

El campo estaba precioso, con el contraste del color verde de los pinos y los abetos y el amarillo y marrón de los robles y otras especias. Todos los arroyos que cruzamos y que desembocaban en la Angostura iban cargadísimos de agua, pero  gracias a los puentes de madera lo pudimos cruzar sin ninguna dificultad.



Una vez repuesta las fuerzas emprendimos el camino hacia la Isla; la temperatura había bajado bastante y se notaba el frío. Una vez en la isla, cruzamos el río y llegamos al parking, donde nos cambiamos y nos despedimos hasta el próximo miércoles.

Jerónimo  Limón