viernes, 28 de noviembre de 2014

EL ESPALDAR DE LA CABRERA (26/11/14)


Nos hemos juntado para hacer este recorrido diez “aguerridos” montañeros: Jero, José Luis, Miguel Ángel, Fernando, Chicho, Miguel, JP, Juan Ángel y el que suscribe, Paco (el de la bota). Hoy nos acompaña JP pues es el último miércoles de mes y por eso viene (está haciendo un curso de Historia del Arte). Según nos aproximamos por la autovía A-1, vemos que la sierra de La Cabrera está envuelta en una niebla densa mientras que el resto de la sierra visible aparece clara, aunque el día está nublado. Pensamos en cambiar de excursión si fuese necesario pero no hubo lugar.
Nada más iniciar la caminata por una pista forestal vimos bajar a dos individuos cargados con sendas cestas de níscalos. Las llevaban hasta arriba con colmo y todo.
En el aparcamiento nos han caído unas gotas de agua y nos mosqueamos porque a lo mejor se ponía a llover aunque el servicio meteorológico contratado por Paco para hoy  no daba lluvia a lo largo del día (como el tema de los sobornos sabemos que es muy eficaz en España, ya Paco se ha encargado de darle un jamón a los del Servicio Meteorológico para que tengamos un buen día, dentro de lo que cabe).


Llegamos a una barrera que impide el paso de coches y allí mismo había dos vehículos parados que sospechamos que eran de la gente que va a por setas (¡y creíamos que estábamos solos en el espaldar!). Continuamos en ligero ascenso nuestra caminata por un extenso pinar y ya empezamos a ver níscalos. Yo no voy a coger hoy ninguno, al menos este es mi propósito, a pesar de que están a simple vista y es una tentación muy grande no cortar algunos ejemplares vistosos. Atravesamos varias bajadas de agua que van todas al arroyo Jóbalo o al Lozoya directamente. Las formaciones rocosas son impresionantes y además van formando figuras curiosas (sombreros, ventanas, mesas). Otras rocas son pedruscos de varios cientos de toneladas que parecen sustentarse en muy poca base: dan ganas de empujarlas un poquito para que se caigan. Al cabo de una hora hemos llegado a la gran curva a la izquierda que debemos tomar para iniciar ya un ascenso más fuerte hacia la cuerda de la sierra, donde detrás de ella, nos espera impaciente el pico de La  Miel, al que, según parece, sólo voy a subir yo, el que suscribe, el Paco. Un poquito más arriba de la curva nos tomamos “el panchito” (por llamar de alguna manera al aperitivo), que regamos con un vino de Rioja crianza del 2011. Desde aquí divisamos el Mondalindo (tapado por las nubes), el talud y la vía férrea de un tren que creo va hacia Ávila, y varios pueblos y sierras colindantes, amén de la autovía. Da gusto tener esta vista respirando aire puro (bueno, casi) y los colores del otoño.


En lo más alto del camino, lo abandonamos y cogemos otro que va hacia la derecha para llegar a cruzar con otro que lo seguimos a nuestra izquierda. Este ya nos lleva a un colladito desde donde podemos ver el pico deseado de La Miel. Nos dirigimos hacia él por un senderito marcado con pintura amarilla y blanca y después de pasar por varias formaciones rocosas a cual más pintoresca, arribamos a la base del pico. Para mi sorpresa, Jero ya está en todo lo alto, es decir, en el hito geodésico y nos animamos a subir cinco más: JP, Miguel Ángel(que se quejaba que estaba flojo), Juan Ángel, Miguel y yo. Se nota que estos seis son los “aguerridos” montañeros. Los otros cuatro son unos “cagados” que se han quedado en la base.
Bajamos los seis y nos ponemos a comer. Al finalizar, empezó a soplar un viento frío que nos hizo recoger rápidamente y ponernos en marcha para iniciar el regreso. Buscamos las máquinas achicharradas que describe AC y ya no están,

Las máquinas achicharadas en el 2011


así es que nos fiamos de la intuición del líder del día, Paco (y de los GPSs, claro, je,je) y damos con el camino de vuelta, aunque no pasamos por el depósito del agua de Cabeza Mala como indica la excursión.


Aquí ya empieza la dispersión, por un lado, JP se lo monta a su manera y no lo vemos hasta la llegada a los coches; por otro, Jero y Miguel toman otro camino que al final los lleva a una gasolinera de la autovía, teniendo que regresar, dando una vuelta, hasta donde los esperamos en los coches.
Yo, al final, he cogido níscalos, no he podido resistir la tentación. Perdonad mi poca coherencia, pero uno se va haciendo mayor.
Nos paramos todos en La Cabrera para tomar algo invitados por Miguel Ángel que ha resultado ser abuelo por segunda vez, de una niña: Delia, se llama. JP aprovechó la oportunidad para explicarnos cómo hace los níscalos con patatas y ante la expectación suscitada ha quedado en mandárnosla por e-mail a todos. Esperamos que cumpla su palabra. Y así terminó esta espléndida jornada. ¡Hasta la próxima!





martes, 25 de noviembre de 2014

RUTA 016(AC): DEHESA DE LA CEPEDA 19 Nov 2014



Fecha de realización: Miércoles, 19 de Noviembre 2014
Punto de encuentro: Junto a la Entrada de Camping de Peguerinos (Cerca del pueblo de Peguerinos).

Participantes : M. Angel;Jerónimo; Paco; Chicho; Juan Angel;José Luis; Miguel y Fernando.

Tras las votaciones habidas entre las tres Rutas propuestas, resultó elegida la correspondiente a la Ruta 016: “La Dehesa de Cepeda”, en Peguerinos; al NE de Madrid, ya próxima a la provincia de Ávila.
Hacia las 11’30 de la mañana, ya nos encontrábamos todo el grupo en el punto de encuentro, en disposición de iniciar el recorrido (parcialmente de acuerdo con las indicaciones de Andrés Campos)
Las Dehesas de Cepeda están constituidas por extensas planicies, más o menos onduladas y con una ligera pendiente hacia arriba, en su primera parte en dirección Este; totalmente verdes, por la hierba que la cubre en todas las direcciones, así como con algunas pistas de andadura que la cruzan , los arroyos alimentados con limpias aguas de las lluvias recientes; también, con alguna pista forestal y cañadas que facilitan los desplazamientos.
Tras media hora andando en dirección NE (ver planos adjuntos),  tomamos una bifurcación a la izquierda, dirección Este. Cruzamos en dos ocasiones algún arrollo, por los que fluían aguas cristalinas, (que daban ganas de agacharse y beber de ella unos buenos tragos).
El entorno que nos rodeaba, a todo lo largo de la excursión, era, sencillamente maravilloso, que llenaba nuestros espíritus de magnífica paz. Cubierto de verde hierva y todo el entorno con magníficos pinos silvestres de ancho tronco y amplísima y redonda copa, con grandes y gruesa ramas, formando una bella cúpula vegetal, que sustentaba y abrigaba la diversa fauna de pájaros, grandes y pequeños y, posiblemente, otros pequeños mamíferos y roedores, que en ellas moraban; y como los árboles no constituían núcleos cerrado, y estaban separados por 10 o más metros, unos de otros, sus corolas eran tremendamente amplias y llenas de vida.
Así, caminando, nos dábamos cuenta de que la niebla va aumentando y nos va, paulatinamente, cubriendo todo el entorno. Parece prudente, aminorar el recorrido, pues puede ser peligroso, que la niebla nos ciegue el camino. Por ello, decidimos, de común acuerdo, acortar el recorrido e, intentar, si la niebla no se disipa, llegar hasta Peguerinos y comer allí, para, a continuación volvernos a por los coches, que quedaron a menos de 4 kilómetros del pueblo.
Pero ello no fue necesario, pues, ya camino de retorno a Peguerinos, según pasaba el tiempo, la niebla se fue abriendo, poco a poco. Así, a poca distancia de donde habíamos aparcado nuestros coches, encontramos un espacio amplio, que disponía de varias mesas, con sus respectivos asientos, todo ello de granito. Así que, como ya se había disipado la niebla, decidimos quedarnos allí, para alimentar nuestros pobrecitos cuerpos, que ya estaban pidiendo el sustento del medio día y el debido descanso.
El sol ya nos aportaba sus cálidos rayos. Elegimos y nos acoplamos, un poco estrechos, en una mesa y, sacando nuestros avituallamientos , incluido el buen vino, en esta ocasión, un Reserva Catalán, que Don Paco nos había buscado. Así, todo lo cual nos permitió una grata y amena comida.
Allí, surgió un tema ya manido: la historia televisiva de “ISABEL”. Muy popular entre los televidentes (aunque yo no he visto ni uno solo de los capítulos), y que, al parecer, está muy bien desarrollado, haciéndolo muy sugestivo. 
Esto dio pie a que nuestro amigo y compañero, Gerónimo, nos diera una larga disertación, con múltiples detalles históricos de los diversos personajes  de aquellos  tiempos (Gero nos ha descubierto que es un hombre enciclopédico de la historia, y no sólo de España).¡Qué envidia me da!. Yo que olvido casi todo en pocos minutos.
Bien, tras la comida y la charla amistosa y “enciclopédica”, continuamos el resto de nuestro itinerario, con muy buenos recuerdos de la grata y saludable convivencia de nuestro grupo de marchosos.

Fernando.