Finalmente, debido a algunas deserciones por motivos justificados, y como el tiempo no acompañaba mucho (frío, previsión de lluvia y algo de viento), decidimos los que sí estábamos disponibles, a sea, Chicho, MA, Jero, JL, por el Norte, y Paco, Pablo y servidor, por el Sur, hacer la marcha llamada Pinar del Concejo o nº 159 de A. Campos, que había sido la más votada después de la nº 008 o Camino de los Ingenieros, que comienza en el Puerto de Navafría a unos 100 Kms de Madrid.
La marcha elegida es fácil, poco desnivel y unos 11 Kms de recorrido, como puede verse en los gráficos que se muestran abajo, cedidos por Chicho, tal vez por ello a Jero se le veía algo tristón. Según nuestra memoria escrita (ver blog Excursiones Realizadas) esta excursión ya la realizamos en 2005 y 2008 según la descripción de Campos y en 2010 por el camino desde el que se ven las canteras de Cadalso de los Vidrios, es decir, haciendo una subida brusca de unos 100 metros de desnivel, que según algunos eran 600 y no 100. Pues bien, esta vez la hicimos también por ese lado, es decir, subiendo a la izquierda desde el registro del Canal, donde hicimos la parada de descanso y trago de vino.
Alguno dijo que no entendía por qué Manolo, un servidor, había propuesto tres excursiones con pinares. La verdad, siempre hay esperanzas de que aunque la temporada de setas está acabando, cuando parece que ni siquiera ha empezado, la realidad es que solo pudieron ver alguna Lepiota, unos pocos Níscalos, aún pequeños, y varios Boletus Luteus. Pero como el interés por las setas no es unánime, algunos marchosos iban delante marcando un ritmo exagerado. Claro que si tenemos en cuenta que el cielo amenazaba lluvia, no hay que echar la culpa de la prisa al poco interés por los Níscalos, de hecho, el motivo por el que vamos al campo no es precisamente el de buscar setas.
Resultado de la burbuja inmobiliaria |
Una vez que empezó a llover, el ritmo de los pasos se aceleró y alguno propuso que no parásemos a comer hasta estar cerca de los coches, por si la lluvia arreciaba, e incluso algún otro dijo que mejor comíamos en un restaurante. Así que antes de las tres, estábamos en el lugar donde aparcamos los coches, algunos cambiándose ya de botas, pero Pablo propuso comer en el chalet (ver fotos) que compró hace mucho y que solo distaba unos 200 metros de los coches. Así lo hicimos, Pablo delante mostrando el camino. Resultó que el chalet estaba en ruinas, faltaban las puertas, corría un viento que te cagas, y las vigas del techo estaban casi tocando el suelo. Pero había techo, así que no nos mojamos.
Manolo, un servidor, no dejó de hablar de su libro, de las listas de los más vendidos, de que qué esperaban a comprarlo los que aún no lo habían comprado. Qué coñazo.
Después de comer salimos pitando hacia un bar a tomar un café con leche bien caliente antes de volver a casa. Y decidimos por mayoría anular la próxima salida ya que el miércoles 14 era un día muy señalado para no ir de excursión.
Miércoles, 7 de noviembre de 2012
Manolo