CABEZA ARCÓN, 18/11/2015
Hoy hemos quedado en el km 12 de la
carretera M-610 que va de Miraflores de la Sierra a Bustarviejo, donde hay un
área recreativa y las instalaciones de un campo de fútbol de esta última
localidad. Al final, Chicho se ha podido incorporar aunque al principio no lo
tenía claro. Hemos acudido a la cita Miguel, Juan Ángel, Paco (el que suscribe
y “responsable” de la expedición), Miguel Ángel, Jero y Chicho.
Es un día
muy bueno para caminar y empezamos a atacar al cerro Arcón directamente y sin
dilación con una subida de tres pares de bellotas sin camino señalizado, así, a
zurrumbullón, siguiendo el “track” (traduzco: “el recorrido”) que ya hicieron
otros grupos de “intenné”. Son trescientos metros de desnivel en un corto
tramo, para ir abriendo boca, y ascendemos por un pinar que a lo mejor nos da
alguna sorpresa setil. MiguelÁngel, ya a media altura, ha pillado ¡un níscalo!,
sólo uno y además ha perdido las gafas de sol. Se ha vuelto a por ellas, pero
no las ha encontrado. Bueno, tampoco valían mucho la pena. Después de sudar la
gota gorda, y de haber parado varias veces a coger resuello, culminamos la ascensión,
que ya estaba prevista en todos los planos, y nos enseñoreamos de las rocas que
salpican la Cabeza Arcón.
Nos hacemos
las fotos pertinentes y seguimos, ya por la cuerda, hacia “El Cancho del Reloj”,
sin camino marcado nada más que en ciertos tramos pero con una gran
visibilidad, y continuamos de la misma manera hacia “Las Buitreras” donde
paramos un ratito para tomar un golpe de vino y algunos frutos secos; las
vistas son portentosas. Se ve el Mondalindo, el pico del Pendón, dos embalses,
las torres de Madrid, un largo etcétera y buitres volando sobre otros picos a
los que llegaremos dentro de poco. Bajamos hacia “Los Llanillos” entre tomillo,
jara, romero y mucho monte bajo pero que nos permite andar y arribamos a “Peña
Cristina” y “Cabeza Hueca” señalizados en los mapas pero indistinguibles sobre
el terreno. Antes de iniciar la bajada nos acercamos “El Hornillo” y después
regresamos, bajando un poco, hacia una senda que nos va llevar al GR-10. A todo esto, M.A. ha
recolectado unas pocas setas de los caballeros y algún que otro níscalo y
boleto. Llegamos al GR e intentamos encontrar un lugar adecuado para
instalarnos a almorzar. El “líder” (Paco en este caso), está más cansado que
una mona y elige un sitio que no está mal pues tiene valla para reposar la
espalda y está entre sol y sombra, pero otros elementos del grupo saltan una
alambrada y, muy cerca, encuentran otro lugar más apropiado debajo de unos
arbolitos; pero el cansado de Paco dice que ya no se mueve de donde está y como
él es el que lleva el vino, al final se lleva el pato al agua no sin recibir
numerosas quejas tachándolo de dictador y no recuerdo qué otras cosas. En fin,
así es la vida y de desagradecidos está el mundo lleno (es broma).
Después del
almuerzo y de haber encontrado algunos níscalos donde se nos había caído un
bomboncito de los que trae M.A. (¡qué casualidad!), nos montamos otra vez en el
GR que comenzó a ascender (¡maldita sea su estampa!) muy lentamente, pero se
notaba después de todo el esfuerzo anterior y de la comida y bebida que nos
habíamos metido entre pecho y espalda; así subimos unos cien metros. Al final
avistamos la zona de recreo y los coches que nos estaban esperando. Un buen día
para ser mediados de noviembre y una gozada las vistas de las que pudimos
disfrutar. Una anécdota: no nos cruzamos con nadie y los animales parecía que
habían desaparecido: sólo pudimos ver buitres, insectos y alguna que otra
lagartija. Eso sí, oímos los cencerros de un rebaño.
Paco.