sábado, 7 de noviembre de 2020

FC GASCONES-BUITRAGO-REFUGIO SANTUIL CERRO DE LA CABEZA -4/11/2020

Aunque ya habíamos estado unas cuantas veces en el refugio Santuil, es una excursión que en el otoño es bastante agradecida, por los colores que presenta el robledal y otros arboles y arbustos, como también por la cantidad de diferentes setas que se pueden ver y con suerte recoger algunos níscalos y boletus. La marcha es suave ,aunque se suban cerca de 500m , y no excesivamente larga ( 12km) lo que permite ir relajadamente andando. A las once nos juntamos en la antigua estación: Jesus, Miguel, Jero, Mugue Angel y yo. Ya había media docena de coches de seteros madrugadores, aunque en nuestro recorrido no vimos a ninguno. La marcha a todo el tiempo por una ancha pista que al principio atraviesa un robledal para luego internarse en el bosque de pinos que ya nos acompañaran hasta el refugio. Al entrar en los pinos Miguel Angel y yo nos internamos en el pinar, siempre paralelos al camino, para buscar algunas setas. Estaba todo muy pateado y solo se veía algún que otro níscalo despistado.. Paramos a las doce y media a tomar los panchitos , y después ,para sortear una zeta muy larga, realizamos un atajo monte a través. De nuevo , Miguel Angel y yo nos volvimos a internar por el bosque quedando con los demás en el refugio. Nos juntamos todos en el Santuil a la una y media y como era pronto para comer decidimos hacerlo junto al cerro de la Cabeza. Ya de bajada sorteamos algunas zetas por medio del monte hasta llegar a la desviación hacia el cerro, siendo esta la primera vez que ascendíamos a el. No encontraos ninguna senda y nos fuimos guiando por el track. Miguel Angel y Jero se adelantaron y Jesus ,Miguel y yo siguiendo el track de Miguel nos despistamos un poco, pues tenia la orientación mal puesta en la configuración del Oruxmaps. Por fin a las tres nos juntamos en el cerro de la Cabeza en donde, para nuestra sorpresa, Había una antigua fortificación de la guerra. Además de unas vistas impresionantes .Como no había venido Paco los marchosos tuvieron que tomar sus viandas acompañadas de agua de Lozoya. Con los turrones de Jero y los bombones y café de Muigel terminamos el almuerzo y nos pusimos, de nuevo, en camino hacia la pista que nos llevaría directamente hasta los coches, a través de un magnifico robledal otoñal. Allí nos despedimos hasta el próximo miércoles. JUAN ANGEL.

domingo, 1 de noviembre de 2020

28/10/2020 CÁRCAVAS DE ALPEDRETE

Esta vez hemos conseguido juntarnos cuatro esforzados marchosos, Juan Ángel, Jerónimo, Wolfgang y Paco, que es el que escribe, aunque le tocaba hacerlo a Chicho que, justo en el último minuto, nos llamó para decirnos que es un “cagao” y que no viene. Hemos quedado en el aparcamiento de arriba del Pontón de la Oliva, pero la marchita sale del aparcamiento de abajo, así es que dirigimos todos los coches a éste. Nada más empezar, JA encuentra un almendro que asaltaremos a la vuelta porque el fruto es comestible. Cuando empezamos a adentrarnos hacia las cárcavas nos damos cuenta que ha llovido hace poco y vamos a tener barro hasta las orejas. También observamos que había muchos vericuetos y caminitos diferentes, por lo que coincidimos en seguir estrictamente el track que llevábamos pues si nos salíamos de él podíamos perdernos con facilidad. Nos adentramos en las cárcavas entre barro, piedras, matorrales, torrenteras, pero fijándonos bien en los GPS para no despistarnos. Nos aparecen columnas cónicas rojizas de piedras y arena al fondo de multitud de calles que surgen a derecha e izquierda y nos emborrachamos del espectáculo soberbio del que estamos disfrutando. Después de subir por diferentes torrenteras una buena altura, elegimos seguir de frente cuando deberíamos haber cogido la calle de la izquierda. Al cabo de unos diez minutos de subida pensamos que debemos desviarnos a la izquierda para retomar el track e iniciamos una subida por un canal muy estrecho y muy empinado (casi vertical) donde la ascensión se hacía muy difícil, agarrándonos a las ramas de los arbustillos, que los arrancábamos de raíz, las botas se resbalaban con el barro y el terreno se rompía con nuestras pisadas arrojando piedras que se despeñaban hacia el siguiente en la subida. Los bastones no nos servían de nada y teníamos que irlos arrojando hacia arriba, con el peligro de que no se nos vinieran encima, dado el fuerte desnivel por donde ascendíamos. Ya Jero nos avisó de que el camino que habíamos elegido se salía del track, pero dijimos que con tal de girar un poco volveríamos al mismo, pero no contábamos con estas dificultades. Estando ya casi al final de esa cárcava que cogimos, a Paco le dio un chasquido en la corva que pensó que se le había roto algún músculo o tendón. Tuvo un fuerte dolor en la pierna durante todo el transcurso de la marchita. Para acabar la ascensión de la cárcava, tuvimos que subirnos a las ramas de un árbol pues por el terreno era imposible caminar, ya que se desmoronaba la arena y las piedras que lo formaban. Llegados arriba de la misma, nos encontramos con un camino que rodea este conjunto de zanjas, torrenteras, etc. Encontramos enseguida un lugar para tomar los panchitos y nos encontramos con unas vistas espectaculares de todo este conjunto de grietas rojizas, de zanjas, que forman unas estructuras geométricas impresionantes. Regamos los panchitos con un vino Somontano que nos pareció estupendo (bueno, a JA no, porque ni lo probó, ya que él no bebe vino). Ahora el camino está muy bien y es bastante llanito. Nos metemos en el valle del Jarama al que oímos y vemos desde una considerable altura. Como estamos en otoño, los árboles tienen unos matices de colores que dan una vista portentosa, pasando por los diferentes tipos de verde, amarillos, rojos, naranjas, ocres, en fin, un verdadero festival para la vista. Nos da la hora del almuerzo y encontramos un roquedal al que tenemos que ascender desde el ancho camino, pero con un desnivel que no nos apetece, pero el sitio está muy bien y, ya que somos aguerridos montañeros, lo subimos sin rechistar (bueno, alguno dijo algo). Jero ha traído su empanada deliciosa (yo la uso como aperitivo) y turrón. Nos sentamos distanciados por el rollo del coronavirus y damos buena cuenta de nuestros alimentos (también los regamos con el mismo vino, claro). Una vez que cogimos fuerzas y descansamos un poco, iniciamos el regreso a los coches y cuando estábamos cerca del Pontón de la Oliva, en lugar de seguir la carretera que era muy larga y en zig-zag, cogimos el sendero por donde se meten los escaladores de las paredes verticales que hay en la margen izquierda del Lozoya. Vimos unos cuantos y luego tuvimos que atravesar toda la presa, por unos escalones inverosímiles, ascender hasta el camino que va por la margen derecha y luego bajar hasta el aparcamiento. Cuando yo llegué JA ya se había ido porque había quedado para dar un paseo por su barrio. Jero también tenía algún compromiso, así es que quedamos Wolfi y yo que nos tomamos un “tomo” en Patones y a casa. ¡Ah!, no encontramos ni una sola seta. Paco