Seis fuimos los marchosos que nos juntamos en El Berrueco
para hacer la marcha elegida: Miguel Sanguino, Jero, José Luis, Juan Ángel,
Wolfgang y M.A Lázaro.
Diremos antes de nada que la marcha es parte de la Etapa
1 del Genaro y era la primera vez que la hacíamos. El problema de las marchas en el ámbito del GR300 es que tienen que ser lineales, pero creo que las vivencias de la marcha compensaron este inconveniente.
Esta etapa va desde El Berrueco a Patones de Arriba y no
puede hacerse entera porque son 10 Km de ida y después hay que volver. Nosotros
hicimos unos 14 Km en total, pero me siento satisfecho porque era la primera vez que
se hacía un trayecto seguido de la senda GR300.
Comenzamos la marcha en este bien cuidado pueblo,
atravesando la plaza de la Picota.Esta columna data del siglo X, aunque su uso para
vergüenza y escarnio de malhechores no fue hasta el siglo XIII.
Después fuimos caminando hacia la Iglesia, por calles
dónde todavía quedan restos de las típicas casas, muy bajas, de piedra y con
dinteles de una sola piedra.
En el camino vimos objetos típicos con los que han
adornado las calle: potro de herrar, bebederos, ruedas de molino etc.
Poco antes de la iglesia, de una de estas casas, salieron
un montón de gallinas, que sin que nadie las dirigiera se encaminaron a
picotear a un campo cercano.
Llegamos
a la iglesia que destaca en lo alto con el crucero de 3 cruces. La iglesia se
inició del siglo XIII y tiene elementos románicos, góticos y mudéjares.
Desde
la iglesia comienza la bajada al embalse, con la senda Genaro ya señalizada. Se
anda un par de Kilómetros paralelamente al embalse y a la altura de una
almenara del canal de YII se cruza el embalse por un puente.
A
partir de aquí se empieza a subir hasta llegar a la carretera que va al Atazar.
Las
vistas ya son bastante impresionantes ya al poco de subir. Se tiene una
perspectiva muy curiosa del Pico de la Miel y de las Cabreras. También se ve El
Berrueco, el embalse del Atazar y más lejos la sierra del Guadarrama.
Cruzamos
la carretera desviándonos un poco del “Genaro” y después de unos metros de
subida llegamos a la Atalaya.
Es
una torre islámica de vigilancia de 3 plantas del siglo X muy reconstruida de
forma troncocónica.
Allí hicimos fotos y 3 valientes subieron a la
terraza, hay que tener en cuenta que la entrada está en la planta de en medio y
arriba hacía un viento terrible que no dejaba asomarte.
Desistimos
de tomar allí los frutos secos por el viento y bajamos hacia la carretera,
andando unos cientos de metros en paralelo a ella, hasta que el camino se
desvía hacia la izquierda. Allí al abrigo de unas rocas y arbustos tomamos los
frutos secos tomando fuerzas para acometer una fuerte subida por un cortafuegos
que nos llevó a la parte más elevada del camino.
De allí parte una senda que de
tomarla por la cuerda nos llevaría a Pico Cerugea, ya conocido por nosotros. En
cambio, fuimos hacia abajo por una estrecha senda hasta cruzar otra vez la
carretera y seguimos bajando hasta el final de la marcha que era el arroyo San
Román.
Si hubiéramos seguido avanzando subiendo unos 300 metros,
habríamos dado al camino que tomamos en la vuelta a Patones desde el Pico
Cerugea en marzo de 2018.
Durante todo el camino la vegetación es monte bajo y
arbustos: enebros, jara y romero (ahora en flor). Solamente se veía rota la monotonía de la vegetación por
una urbanización con casas diseminadas en un monte, que no supimos precisar.
También vimos un par de milanos y un gazapo.
Lo
más predominante de la marcha ha sido el viento, que salvo en la primera parte
del camino de vuelta hasta el cortafuegos, nos ha molestado con insistencia.
A
la vuelta ya no hemos pasado por la Atalaya y nos paramos a comer en un refugio
que hay bajando ya al embalse. Gracias a esto hemos podido tener una comida en
condiciones sentados en unos bancos de piedra alrededor de una mesa y sin
viento.
No
faltó turrón, ni chocolates, ni aguardiente. El vino era un roble de Tielmes
(vinos de Madrid).
Ya
cerca del pueblo en vez de subir por la iglesia subimos por un camino que sube
a la carretera y ya cerca de esta, han aprovechado un arroyo y las rocas para
crear una curiosa área recreativa.
Ya
en el aparcamiento nos invitó Miguel por su 70 cumpleaños, estuvimos afuera en
el bar de las piscinas y desde aquí felicitamos a Miguel y agradecemos su
invitación.
En fin, un buen y ventoso día.
M.A.
Lázaro