martes, 17 de abril de 2012

Reformas del PP

El Gobierno cuida de sus votantes más fieles

Cuando el PP ganó con holgura las elecciones municipales en mayo de 2011, en medio de la contestación callejera del 15-M, casi todos los analistas dedujeron que la gran masa de votantes que nunca se manifiesta, más conocida por clase media, había optado en las urnas por un mensaje de calma y estabilidad frente al folclore de la protesta. Y cuando en noviembre, el partido de Mariano Rajoy volvió a arrasar en los comicios generales recurriendo al clásico axioma liberal “a menos impuestos, más riqueza”, adornado con los lazos democristianos de mantener los derechos sociales (el “no abarataremos el despido” repetido hasta la saciedad en la campaña de los populares), se confirmó el respaldo de esa inmensa capa media de la sociedad que, al margen de su ideología cambiante, mantiene la economía con el consumo y sus tributos.

Lo que nadie podía prever, y menos aún esos presumibles votantes del PP, es que las primeras reformas del Ejecutivo no solo no irían dirigidas a apuntalar su calidad de vida, sino que pondrían en peligro todo su esquema vital y salarial. Y es que la reforma fiscal y laboral de Rajoy ataca frontalmente a la clase media acomodada. Puede que no sea el objetivo, pero la consecuencia de ambas reformas es debilitar el privilegiado estatus de los asalariados de ingresos medios-altos, con antigüedad consolidada en la empresa. ¿Pero realmente las reformas del PP al actuar contra esa clase media acomodada no están atacando a una parte importante de sus votantes?
Aparentemente, eso podía parecer, sobre todo si se tiene en cuenta el llamamiento al sacrificio que ha hecho el Gobierno a la sociedad española. De esa expiación colectiva se han librado dos colectivos a los que otras reformas del PP benefician notablemente: los autónomos y los pensionistas. Los primeros van a recibir un balón de oxígeno en mayo tras aprobar el Consejo de Ministros la liberación de un préstamo sindicado para Ayuntamientos y comunidades autónomas de 35.000 millones de euros para comenzar a pagar las deudas que tienen con sus proveedores. Y a los jubilados se les ha revalorizado la pensión el 1% en 2012, en un contexto de recortes salariales generalizado. La pensión media, de 810,85 euros, se incrementa este año en 8,11 euros al mes, una mejora anual de 113,52 euros.
El hecho de que las primeras reformas del PP penalicen a una clase media acomodada de asalariados y premien a autónomos y jubilados puede no ser tan inocente. Porque estos últimos son precisamente el primer y más sólido bastión electoral del PP. Las reformas laboral y fiscal pasan factura, como parecen apuntar las recientes elecciones andaluzas, con una caída para el PP de 420.000 votos y cinco puntos respecto a las generales del 20 de noviembre.
A simple vista, podría parecer que el PP se ha hecho un haraquiri castigando a parte de su electorado natural. Pero si se profundiza en los datos, la conclusión no es tan simple. El barómetro de voto del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) de enero —el último que segmenta la intención de voto por estratos socioeconómicos— pone de manifiesto que los empleados cualificados y profesionales por cuenta ajena que se han visto castigados por las reformas no son el electorado más fiel al PP. Aunque el partido de Rajoy barrió en todos los segmentos, empresarios, autónomos, comerciantes y jubilados son los que con más fervor auparon en las urnas a los populares.
Empresarios, autónomos y agricultores (lo que el CIS engloba en la categoría de “viejas clases medias”) son los que más soporte dieron al PP frente a los socialistas: el 51,8% votó al PP frente al 21,3% al PSOE.
·         Por el contrario, donde menos diferencias se observan es en el segmento de los obreros cualificados (32,4% al PP por 31% al PSOE).
·         El apoyo al PP es masivo entre empresarios con asalariados y altos ejecutivos (41% por el PP frente al 21% del PSOE)
·         y masiva entre comerciantes y pequeños empresarios (58,3% PP y 13,9% PSOE),
·         agricultores (56,3 / 12,5%)
·         y jubilados (43,1% / 26%).
No es de extrañar que Lorenzo Amor, presidente de la Asociación de Trabajadores Autónomos (ATA), hable maravillas de las reformas del PP. “Van encaminadas en la buena dirección. Valoramos especialmente el plan de pago para Ayuntamientos y comunidades porque va a significar aire fresco para 1,4 millones de autónomos afectados por la morosidad. También nos gusta la reforma laboral, que no es como dicen la del despido, y va a permitir crear empleos. O el contrato para emprendedores, sobre el que se ha hecho mucha demagogia por lo del año de prueba, pero que va a propiciar que los jóvenes encuentren su primer empleo”, señala Amor.
Donde las diferencias entre ambos grandes partidos son menores es precisamente en las clases más perjudicadas por la reforma:
·         personal administrativo y de servicios (34% PP frente a 18,1% PSOE),
·         obreros cualificados (35,8% / 26,8%)
·         y obreros no cualificados (36,4% / 24,7%).
 Resumiendo, el PP apuesta justamente por su lectorado más fiel —tenderos y jubilados— y sacrifica al más voluble, los asalariados.
 Desde luego que afecta a las clases medias, pero es que, en caso contrario, el efecto recaudatorio sería pequeño:
·         Aproximadamente, el 50% de la recaudación por IRPF se obtiene entre las bases imponibles que van desde los 20.000 a los 72.000 euros.
·         El 30% se obtiene de las bases superiores a 72.000 euros
·         y el 10% de las que están por debajo de 20.000 euros”,
con los últimos datos de recaudación de la Agencia Tributaria.
El Gobierno adujo para ese aumento de la progresividad que debían ser solidarios los que más ganaban y tenían su trabajo más seguro. Pero apenas mes y medio después, la reforma laboral ha quebrado ese argumento, porque está diseñada justo para reducir drásticamente el coste del despido de esos trabajadores solidarios.
Aunque los casos son infinitos, grosso modo se puede deducir que la regla es que el coste del despido se ha reducido a un tercio del que había antes de la reforma. Es decir, que si un empleado con una antigüedad de 15 años debía recibir unos 74.000 euros por despido improcedente, ahora solo le corresponderán 32.900 euros por despido procedente.
 Y es que, salvo excepciones, y al contrario de lo que sucede ahora, que el 90% de los despidos son improcedentes o pactados, al ampliar la reforma las causas económicas (basta una caída de ventas continuada o perspectiva de pérdidas), y con una economía en recesión, casi todos los despidos pueden ser procedentes (20 días con un máximo de 12 mensualidades).
Pero la reforma fiscal y, sobre todo, la laboral puede provocar daños colaterales y acabar golpeando también al electorado más devoto del PP. Al tensar tanto la cuerda sobre el segmento de la población que mantiene el consumo, se corre el riesgo de provocar una voladura de la economía, ya de por sí maltrecha y en recesión. Y si cae aún más el consumo, los que más lo van a notar son los comerciantes y los pequeños negocios. A esa ecuación obvia se une una preocupante e insólita solidaridad intergeneracional por culpa de la crisis: las familias se ven obligadas cada vez más a recurrir a la ayuda de sus mayores.
Los efectos de la reforma laboral también pueden recaer al final sobre los que han concluido su vida laboral. La nueva legislación puede provocar el temido efecto sustitución, es decir, que las empresas la utilicen para deshacerse de sus trabajadores más caros y los reemplacen por jóvenes u otros con salarios mucho más bajos y nuevos contratos.
No sería de extrañar. De hecho, la equiparación a la baja de las nóminas de temporales y fijos ya se está produciendo. Los trabajadores con un contrato temporal tienen un sueldo medio anual (16.700 euros) un 30,4% inferior a la de los empleados con contrato indefinido (23.979 euros), según la última Encuesta de Estructura Salarial (2009).
Hoy, hacen falta 2,44 trabajadores para pagar la pensión de un jubilado, según un estudio de la aseguradora Allianz. Así, con 2,44 sueldos de 1.500 euros se paga una pensión de 700 euros. Si los empresarios reducen los salarios unilateralmente, como les permite la reforma, o si sustituyen plantillas caras por otras con sueldos más bajos, habrá que adecuar la ecuación. Es decir, que el Gobierno no tendría más remedio que reducir las pensiones.

EL PAIS   RAMÓN MUÑOZ 27 MAR 2012 


3 comentarios:

JP dijo...

Hacía tiempo que no daba la paliza. Así que este artículo que creo aclara cosas me pareció muy interesante. En mi opinión es de los que ayudan a desentenderse de esa especie de magia que la información cosida siempre a la política crean, para hacernos vivir en una irrealidad aceptada mayoritariamente.

JP

Anónimo dijo...

Es un artículo repleto de datos muy interesantes y escrito de una forma muy clara.

Chicho

Anónimo dijo...

Al final siempre pagamos los mismos, es decir la clase media, sea la clase media: escolar con la enseñanza deteriorándose a pasos agigantados, la universitaria teniendo que pagar más por las tasas, la laboral reduciendo sus sueldos y beneficios sociales y la pensionista que nos tendremos que ir quitando cuatro u ocho cafés al mes.
¡Viva la alternancia!
Pablo