viernes, 15 de noviembre de 2013

Pateando Navafria. 13-Noviembre-2013


Pese a que algunos, de forma torticera, querían llevar el ascua a su sardina y otros, que por despiste, supongo que por la edad, se saltaron las normas establecidas y después de 42 o mas e-mail´s conseguimos  acordar ir al puerto de Navafria y  allí mismo definir la excursión. 

Llegamos al aparcamiento del Puerto de Navafria a las 11,25H después de soportar la pereza de una furgoneta Volkswagen que nos precedía y que en cada curva que tomaba, parece que se paraba para hacer una foto. Casi hasta lo entiendo por que el entorno era fantástico,

Cuando llegamos al aparcamiento del puerto, que estaba como los alrededores del Bernabéu un domingo de partido de liga Madrid/ Barcelona – es lo que trae tanto paro y jubilado en edad de merecer- buscamos un hueco entre tanto coche de desocupados y nos preparamos para emprender la marcha que previamente habíamos acordado entre todos los presentes.
Al otro lado de la carretera, junto al refugio del Puerto, Pablo, JP, JA, MA, Jero, Chicho, JG, y Miguel iniciamos la subida por el camino forestal -inicialmente de grava y luego de asfalto- llamado de los ingenieros,que nos va a conducir, en un grato paseo de dos kilómetros, hasta el mirador de Navalcollado. Un par de monolitos flanquean el acceso a este balcón asomado al pinífero valle. Sobre los monolitos, sendas lápidas, exornadas con el escudo de los ingenieros de montes -hacha y zapapico entre ramas de laurel y roble-, conmemoran el centenario de la ordenación del pinar, proyectada en 1898 por don Lorenzo Castro.
En una hora, alcanzamos la vaguada por la que desciende rumoroso el arroyo del Chorro  -una de las primeras fuentes del río Cega- y aquí se nos despista nuestro líder carismático JP que no volveremos a ver hasta la vuelta por la tarde, cerca del mirador de Navalcollado, después de que infructuosamente usamos todas las nuevas tecnologías de las que disponemos para informarle de nuestra situación e intentar contactar con él..
 Posteriormente avistaremos por entre la fronda el refugio de Regajohondo. Abandonamos la pista del asfalto y tiramos  a la izquierda por una pista que sube, suavemente por un pinar hasta que a las 13.00 horas el jefe de día da la orden de tomar los cacahuetes y darle unos tientos a la bota, a la que hoy, se ha sacado el aire con un Crianza de Rioja y aprovechar para dar un sablazo de 20 euros por cabeza para el aprovisamiento inmediato de la lotería de navidad.

Seguimos subiendo suavemente por el camino de piedras hasta alcanzar nuestra cota más alta, en el Cerro de los Cogadillos y descansar para tomar nuestro almuerzo.
Desde aquí y pese de que algunos querían ir hacia el Nevero para después dejarse caer (supongo) por el cortafuegos a los coches, cosa que el jefe de día corta de raíz, iniciamos el suave descenso ente pinos y setas.
Más de uno comento lo bien que se lo habría pasado Manolo y Paco perdiéndose entre la floresta para coger níscalos, boletus, amanitas, senderillas, aegeritas, tricholoma terreum y hasta amanita muscaria.
Después de reencontramos con JP cerca del mirador de Navalcollado llegamos a los coches (los desocupados salvo nosotros ya se habían ido), y nos volvimos para casa.


 

 

 

6 comentarios:

Miguel dijo...

Pablo, me ha gustado mucho tu vídeo,y la crónica de un día gris y brumoso, pero de lo más sugerente. Además da gusto ver como todavía algunos se preocupan por la pureza del lenguaje: eso de exornar ha sido "demasie".

Miguel

Manuel Navarro Seva dijo...

Me pone los dientes puntiagudos leer la crónica y la mención a las setas. Como siempre, bonitas fotos y mucho sentido del humor y, como dice el profesor de Lengua y Literatura, el cuidado del lenguaje se nota.
Por otro lado me alegra saber que las nuevas tecnologías no son siempre fiables.
Abrazos.
Manolo

manolo dijo...

He visto el vídeo de Pablo después de escribir el comentario anterior. Es precioso.
Abrazos.
Manolo

Anónimo dijo...

JP nos dejó cerca del refugio de Regajohondo, donde se une el arroyo de Las Barrigas con el del Chorro y que ya continua monte abajo con el nombre de este último. El más largo y quizás más sugerente sea el del Chorro y es posible que sea por el que subió. Son unos arroyos preciosos, al menos lo que se podía divisar desde el forestal que los corta y por el que ya bajábamos después de comer.

Me llamó la atención la cantidad enorme de pinos que tenían una marca, cómo de una mano abierta, hecha con una sierra y qué debía indicar algo a los forestales, posiblemente que deberían ser cortados en la próxima tala. Se veía muchos forestales por el monte, quemando restos, bajando pinos enormes con la ayuda de mulas, pero por la tarde ya no nos encontramos a ninguno para preguntarle por esos cortes misteriosos.

Una preciosa excursión. Si no hubiera habido niebla, nos hubiera encantado ver los entornos lejanos que se adivinaban por el forestal por el que caminábamos.

Chicho

JP dijo...

Bueno ya he encontrado un ratito para meterme en Marchosos y recordar lo acontecido ese día. Primero leyendo el relato de Pablo que recuerda los preliminares accidentados de la gestión de la propuesta pero que fueron finalmente solventados. Quisiera matizar que la aglomeración de coches que había en el puerto era debido a las setas y así lo constatamos porque vimos gente por los bosques buscándolas.
Resultó que en el primer giro hacia el este que hicimos cerca ya del refugio de Regajohondo se cruzaba el arroyo en un paraje mágico o así me lo pareció a mí, entonces lo remonté un rato y andaban por allí Miguel y Chicho. Les hice ver que aquello me atraía lo suficiente para caer en la tentación de meterme por sus intimidades. Y valió la pena. Era un paraje de ensueño, lleno de vegetación exuberante con montones de sauces que estaban en pleno colorido otoñal (a ver si las fotos pueden atestiguarlo). Además las sensaciones psíquicas y sensoriales que se tienen son indescriptibles.
Todo esto para justificar que me fuera por ahí solo dejando la compañía de mis amigos. Pero ellos ya saben que soy algo loco para estas cosas y que me dejo llevar por impulsos a veces y por eso les quiero agradecer que no me chorrearan cuando nos encontramos. Comprendo que les deje algo moscas, pero es que entiendo las excursiones como una aventura y si puedo gestionarla por ese lado porque algo me lo demanda… Aun así mi intención era que nos íbamos a encontrar y que en un plazo de tiempo prudencial les vería. Pero como la excursión no estaba bien definida al final fueron por otro lado. En cualquier caso quiero excusarme de este extraño comportamiento y agradecer su ayuda y comprensión.
En uno de los movimientos que hice intentando acercarme a ellos encontré un bosque de abetos Douglas fabuloso, que espero recoja alguna de las fotos que pongo. Una vez decidido que pese a los contactos a través de whatsapp no iba a encontrarles me dispuse a patear por los bosques cercanos a los forestales y buscar alguna seta. Subí hasta el siguiente forestal y por allí comí y ese momento sí que les eché bastante de menos a mis amigos marchosos su bota de vino, su café y su charla. Pero superado ese momento y la recuperar la marcha me encontré con dos lepiotas que me alegraron algo la tarde. Mi mujer y yo las disfrutamos un montón al día siguiente. Llegué al puerto de Navafría sobre las 16,30hs y contactaron conmigo cuando estaban a otra media hora. Por lo menos me pude tomar el café en Lozoya con los del Sur y Miguel.

JP dijo...

Y ahora toca hablar del relato de Pablo. Primero nos da una reprimenda por lo que montamos a la hora de definir la excursión. Después no dice que todos los coches excepto nosotros eran de seteros. Por cierto que yo vi un setero que venía en bici por el forestal por la zona del bosque de abetos con dos mallas llenas de boletus edulis, era asombroso. La bici la esconde y se pasea el bosque seteando. Había llegado al amanecer y dijo que era la vez de ese año que mejor se le había dado.
Y finalmente decir que me ha dejado impresionado el vídeo de Pablo, es cpmo el de un profesional y voy a decir a mis amigos y mi gente que entren en el blog solo por que lo vean.
Y perdonarme lo rollo que he estado, como siempre.