Solamente cuatro marchosos nos dimos cita a las 11 en el bar de la
estación, junto a la ermita y al cementerio de Ambite: Juan Angel, Jero, Miguel
Ángel y el cronista J.L.
Después de esperar a Jero que dio un par de vueltas hasta encontrarnos,
salimos a las 11:30h de un día lluvioso, con viento y frío para llegar a la cruz de Ambite
Caminamos unos seiscientos metros por la antigua vía de ferrocarril, para
dejarla por la derecha y seguir un sendero sin señales que iba subiendo hacia la Cruz.
La genista y la jara estaban en flor dando un olor dulzón. También el
tomillo y miles de florecillas de mayo.
Juan Ángel cogió algún esparrago pero no eran buenos, la época ya se ha
pasado.
Según subíamos el panorama se ampliaba y se podía ver el valle del Tajuña
en día de lluvia.
Llegamos a la Cruz y como el viento y la lluvia no paraban no tomamos los
consabidos cacahuetes.
Siguiendo el buen criterio de Juan en vez de seguir el
track decidimos volver por las urbanizaciones.
Ahora teníamos la tarea de buscar un camino que nos llevara hasta
ellas pisando campos embarrados sembrados de cereales, con la única indicación de caminar hacia el sur y como
referencia unas antenas de telefonía móvil.
Fuimos avanzando por la meseta de piedras calizas y esparto, a veces bajo con encinas, espino, aliagas, mejorana y tomillo. Y por fin alcanzamos el camino del Espartal que al finalizar entronca con la pista que nos llevó a las urbanizaciones.
Llegamos por fin al bar donde al calor de las lámparas de gas nos tomamos
un buen menú del día. Jero y J.L. invitaron a la bebida y cafés para celebrar sus
respectivos cumpleaños.
Misión cumplida
J.L.
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