viernes, 3 de julio de 2020

Fuente del Cura-Camino de Mostejo 1.7.2020

  

Hay senderos que uno recuerda con cierta nostalgia y que embellece a medida que se aleja de ellos en el tiempo. Este que hicimos el pasado miércoles ,  Miguel Angel, Jesús P. , Juan Angel y yo, lo había hecho con mi hija Ana en julio del 2019.y había quedado encantado (http://marchosos2010.blogspot.com/2019/07/dos-marchas-en-el-entorno-de-miraflores.html ). 



  Desde la Fuente del Cura se anda unos tres kilómetros por la carretera que deja a la derecha las mesas de piedra y que al volver utilizaríamos para tomar los bocatas que llevábamos, hasta encontrar a la derecha una verja de hierro que protege lo que debió ser en su día una casa forestal.


En su parte de atrás comienza este hermoso sendero que en continua y zigzagueante subida atraviesa los arroyos de San Blás y de los Eriales , y que curiosamente va por encima del túnel ferroviario que hicieron para que atravesaran la Sierra los trenes que van a Galicia.

  Unos 300 m después de cruzar los Eriales, se llega al comienzo del Camino de Mostejo,


y al poco, ya se descubre la enorme pradera en la que las pacíficas y amodorradas vacas nos dejan ver en lo alto la Najarra.


Aún quedan unos 2.5 km hasta que se llega a la Fuente de la Parada del Rey , que ese día traía muchísima agua, y que está ligeramente fuera y a la derecha del camino No hay que perderla. Un poco más allá, se atraviesa la valla que  en suave descenso y pasando por un robledal,


casi siempre en sombra, nos lleva al aparcamiento en donde dejamos por la mañana los coches.


  El día no fue muy caluroso y aún los helechos no daban señales de agostamiento,, con lo que el paseo resultó muy agradable. No quiero dejar de mencionar al corona virus-19, que nos impidió salir  con la  frecuencia acostumbrada al monte este año y que en esta ocasión fue el culpable de que no nos acompañara la bota. Pero ya volverán en septiembre los días de bota.  

Buen verano. 

Chicho



3 comentarios:

JP dijo...

Me sorprendió gratamente esta excursión porque pensé que como era por bosque bajo los robles cubrirían el camino y el calor pesaría mucho. Pero a partir de la Casa forestal ya empezó un sendero frondoso que se introducía en un bosque de pinos muy sombreado y adornado de alfombras inmensas de helechos. Después de una subida de una hora de 300ms de desnivel llegamos a la zona de los 1500ms donde el bosque de pinos se clareaba y se tenían vistas de toda la zona sur hacia Madrid con vistas al embalse de Santillana que lo cubría casi todo y al cerro San Pedro atravesado por la espada del Ave que aunque llegará un día a Galicia todavía no lo hace. Comida al final y principio de la excursión en La Fuente del Cura
Total

JP dijo...

Escribí ayer un comentario pero no se pq no está. Decía que la excursion fue mejor y más bonita de lo que me esperaba. Los robledales de Madrid suelen ser algo cutres. Pero a partir de la Casa Forestal empezaron los pinares y dejamos la pista, además se clareó el suelo del bosque llenandose de helechos. Senda de subida que nos llevó a las vistas del valle sur que daba hacia Manzanares con el embalse de Santillana inmenso y al otro lado el Cerro de S.Pedro atravesado por la vía del Ave. Arriba ya a 1500ms por los bosques de estupendos pinos con brisas y vistas recorrimos más de 3kms para luego bajar por las sendas entre pinos y después en bosques calurosos de robles. Así llegamos a La Fuente del Cura donde comimos en mesa de merendero.

JP

Miguel Ängel Lázaro dijo...

A mi me gustó mucho la excursión por bonita y también por desconocida.
Chicho la describe muy bien y además esta vez no hubo desvíos equivocados.
La senda detrás de la casa forestal está prácticamente escondida y por eso va muy poca gente por allí.
Toda la parte de la sierra norte de Madrid hasta cierta altura estaba cubierta de magníficos robledales, que fueron en gran parte sacrificados por la elaboración de carbón.
Este es un de los pocos que han permanecido de forma autóctona, y es una delicia pasear por él ahora con todas sus hojas y a final de otoño cuando ofrece gran variedad de colores.
Además los bosques de rebollos, robles, quejigos, encinas y alcornoques son autóctonos y no sufren la voracidad de los incendios de los pinos replantados que les han ido arrebatando terreno.