miércoles, 23 de marzo de 2011

EXCURSIÓN A “LA ALMENARA” (Ruta 182)

Son las 11 de la mañana, miércoles, 16 de Marzo del año en curso, 2011 (por cierto).Entre las cuatro rutas propuestas a realizar en este día, salió elegida esta: “La cumbre de La Almenara”. Esta se encuentra al sur (aproximadamente) de Robledo de Chavela. Nuestro objetivo es alcanzar su vértice de 1259 m. de altura. Realmente, La Almenara da nombre, también, a toda la cadena montañosa, que se desplaza hacia el sur de Robledo de Chavela, siendo su vértice más importante el pico de “La Almenara”, que es el último vértice de esa cadena. Lo más importante de este monte es que es el picacho más importante de la zona, en muchas leguas a la redonda (que diría aquel); desde el cual se percibe una gran extensión en todas las direcciones.
El grupo que vamos a realizar esta excursión lo formamos los siguientes compañeros: Jerónimo, Jesús Porro, Miguel Ángel, Pablo, Paco y el menda, Fernando. El Camino que hemos de seguir desde Robledo de Chavela, saliendo por la calle de “Ermita de Navahonda”, hacia el sur del pueblo, es un GR-10, que pasando por El Escorial, nos va a llevar hasta, poco más o menos 3 Km. del pico de “La Almenara”, en donde nos encontramos con una alambrada que tiene un portillo giratorio por el que tenemos que pasar. (El GR-10 continúa hacia el Este por un collado de la sierra, y los textos afirman que tras pasar por la citada ermita,  llega, nada menos, que hasta Valencia). Pero, realmente, sabemos que es un GR-10, porque lo dice Andrés Campos en su crónica, y así aparece en los planos del lugar; pero, en todo el trayecto realizado, yo, al menos, no vi ninguna de las marcas que denota a un GR-10. Realmente, lo que creo es que, lo que  en un principio, era un típico camino de montaña, con el tiempo, por necesidades de las fincas ganaderas que por allí se encuentran, el GR-10 se ha convertido en un amplio camino por el que circulan muy diversos vehículos, además de motos y bicicletas.
Tras dejar el GR-10, camino de la ermita de “Navahonda”, entramos por el portillo, como nos propone A. Campos, y vamos siguiendo una nueva ruta, por la trocha que allí aparece, hacia nuestro destino, dejando la alambrada a nuestra izquierda. En poco espacio, remontamos una altitud de unos 150 m., dejando atrás el camino fácil y aburrido anterior. Ahora hay que darle bien al músculo para continuar ascendiendo. Ya vemos el pico de  “La Almenara” frente a nosotros, irguiéndose, casi bruscamente, como si fuera un puntiagudo cono que hubiera crecido un disparate. Parece que nos desafía a que intentemos hollarlo… Eso no es tarea fácil, pues en muy poco espacio, se eleva ante nosotros unos 200 metros de nuestro nivel. Y según nos acercamos, lo que antes parecían líneas geométricas, ahora se percibe perfectamente los grandes pedruscos pétreos, amontonados arbitrariamente, y por su tamaño, no parecen fáciles de remontar. Y, si no, que se lo digan a Paco, que le resultaba casi imposible remontar sus últimos metros.
Ah, se me olvidaba: como si yo fuera el novato del grupo, muy amablemente, me dice uno (que no quiero nombrar): ¡Oye, Fernando: Tu quédate aquí cuidando de los macutos!… ¿Quieres…? Y nada más: achantado allí me quedo con la supuesta novatada.
Así, abrigado entre unas piedras, veo como se van alejando hacia la próxima cumbre. A veces desaparecen tras las piedras. En algún momento se ve a alguno, más allá… Al fin, a uno vi encaramado en la cúspide, junto al monolito del “Vértice Geodésico”. En fin: todos se divirtieron menos yo, que arropado por las frías  piedras, me estaba muriendo de frio, allí quietecito.
Bueno. Al poco ya veo que algunos van bajando. Pero…, a lo lejos, me da la sensación de que Pablo no baja bien, y necesita ayuda. En efecto, veo que se tiene que sentar de vez en cuando y, cada vez, parece que tarda más en recuperarse, a pesar de las ayudas del resto del grupo. Al llagar donde me encuentro con los macutos, tras un breve descanso, nos ponemos en camino de vuelta. Ya en el GR-10, como Pablo no está aún recuperado, yo me adelanto a fin de recoger mi coche para que Pablo haga el resto del camino en él. Remontando en mi coche, por el GR-10, enseguida veo llegar al grupo con Pablo ya casi recuperado. El y yo volvemos en el coche a Robledo de Chavela y, en un bar apropiado, esperamos al grupo que llega enseguida.
En fin, todo llega a su fin satisfactoriamente. ¡Y la vida sigue y esta experiencia pasa a  formar parte de nuestra historia, personal y del grupo de locos excursionistas!

Fernando                     

4 comentarios:

JP dijo...

Relato que podemos clasificar de novela histórica en la que hay elementos que ocurrieron tal como los describe y otros novelados mezclando realidad y ficción.
Pero este tipo de literatura se lee muy bien y ahora está de moda.
En cualquier caso, cuando Fernando se pone le sabe dar muy bien al verbo hablado y escrito.

manolo dijo...

Es cierto. Fernando ha hecho una descripción fantástica. Si además mezcla relidad con ficción como comenta JP, entonces es para quitarse el sombrero.
Saludos,
Manolo.

Anónimo dijo...

Tengo que agradecer a todo el grupo el apoyo prestado y principalmente a Paco y M. Angel que por estar mas cerca mas les toco soportarme, ya que debido a una hipoglucemia no esperada y una caída a consecuencia de ella, sin su ayuda me hubiera sido difícil llegar a donde estaban aparcados los coches.
Gracias
Pablo.

manolo dijo...

Bonito relato y la enseñanza:en nuestras salidas los montañeros debemos ir siemre acompañados.
Me alegro de que el percance fuera mejor. Saludos JL