Por fin nos hemos juntado la inmensa mayoría de los marchosos, a excepción del líder carismático, Jesús P. Somos, Jesús S., Jesús G., Jero, Chicho, Miguel Ángel, José Luis, Miguel, Juan Ángel, Manolo, Pablo y Paco (el que escribe).
El
inicio de este paseíto consiste en esperar a Fernando, que es el único que
falta por llegar. Le llamamos por teléfono y va conduciendo con lo que
determinamos esperarle hasta las once y media. Como no llega, iniciamos la
andadura por un caminito con barro hasta que llegamos a una pista asfaltada que
va paralela al río. Ascendemos por esta pista, viendo cómo florece el romero
(¿en el mes de diciembre?) y otras plantas de los bordes y cunetas, hasta que
se nos abre una vista espectacular del pantano de San Juan donde ya el
reportero Pablo tira unas fotos pensando
en hacer un trabajito con música
incorporada. Los pinares que se ofrecen a nuestra vista tienen ejemplares
majestuosos que nos permiten detenernos y admirarlos cumplidamente.
Una
vez que arribamos a un cambio de rasante de la pista, nos encontramos con el
mirador (miradero, diría JS) sobre el pantano. Aquí se nos ofrece una
maravillosa vista de la cuenca del Alberche con sus tonalidades verdes, amarillas,
ocres y el azul del agua, que hacen que la posterior comida sea más agradable.
Manolo
nos cuenta que ha estado en Miami presentando su último libro después de pasar
por Nueva York que le pareció una ciudad muy cara para ir en plan turista.
Suponemos que será algo más barata para la gente que la habita y que compra en
los supermercados, si no, todo el mundo allí sería pobre (pensamos). Bueno,
esto es para hablar largo y tendido.
Continuamos
con nuestro caminito y llegamos a vislumbrar el Yelmo desde una pequeña terraza
donde nos detenemos para tomar los panchitos. Al acabar, decidimos unos cuantos
acercarnos al Yelmo y comprobamos que había algunas lanchas escurridizas, con
lo que tuvimos cierta precaución tanto al ir como al volver. Vimos algunas
rocas con formas que llamaban la atención y, después de disfrutar de otra vista,
diferente pero también maravillosa, con la desembocadura del Cofio a un lado,
iniciamos el regreso.
Tardamos
poco en llegar al restaurante y, ¡oh,
sorpresa!, allí estaba esperándonos Fernando, que, por fin, ha dado con la ruta
para llegar a la merendola.
Tomamos
un menú, comentamos cien asuntos, y ya con la barriga llena, salimos y nos
despedimos hasta el año que viene, deseándonos felices fiestas, como chicos
bien educados que somos.
Paco.
2 comentarios:
Finalmente hay una crónica que permite conocer a los ausentes como fueron las cosas.
Aparte de la no aparición de Fernando en el momento de salida en el punto de encuentro (algo que puede ocurrir de vez en cuando)parece que todo transcurrió con normalidad.
No se dice de dónde era el vino de la bota pero suponemos que de calidad.
Por cierto que me han llegado noticias de que Fernando ha propuesto alguna audición. No se si se celebrará o si se he realizado pero que sepáis que yo no he tenido noticia ninguna. Quiero suponer que ha sido un despiste más y que no es que me hayáis borrado ya de la lista.
JP
Yo no he oído que quiera hacer ninguna audición musical, al menos, de momento. Por ahora, no te preocupes que no te borramos de la lista.
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