viernes, 15 de junio de 2018

Chorrera de Gargantilla     13 de Junio 2018



Estábamos bajo mínimos, alguna gente se animó a visitar países y nos dejaron solos a Juan Ángel, Miguel Ángel y José Ángel (Chicho, el que escribe) para atacar, por segunda vez en nuestro historial, la subida a la chorrera. Os habréis fijado en la costumbre de poner angelitos en los nombres compuestos de los nacidos aquellos lejanos años, ahora esa costumbre ya no se estila, pero hubiera sido más fácil para nosotros si esos protectores alados nos hubieran acompañado durante la primera parte de la excursión, pero no los sentimos. 

Esta vez, salimos del depósito de agua de Lozoya, para evitarnos la subida final, si hubiéramos partido del Km 5, cómo hicimos la vez pasada.  El día era magnífico, pero ya se empezaban a anunciar los calores del veranos. El agua, abundante, en todos los arroyos que cruzamos, y la humedad en todo el recorrido, nos hacía disfrutar de una marcha muy agradable, pero dura, por senderos llenos de helechos e infinidad de flores


que nos hacían (casi) olvidar que la chorrera quedaba aún muy arriba. Parece tópico, pero el sendero que nos lleva hacia ella, atravesando las zonas en que se hacía el carboneo en ese extenso robledal, es precioso.


 La excursión del 2016 en la que la nieve nos acompañó en parte del recorrido, es prácticamente igual, sólo se diferencia en el punto de salida/llegada. Incluso nos hicimos la misma foto con los señalizados  árboles Douglas ( a ellos les da un poco de vergüenza, pero no pueden inclinarse a quitar los letreros!).



Esta excursión, en primavera, resulta siempre muy agradable, y llegar a la zona más alta, que aparece en el mapa con el nombre de Ladera del Pino es muy reconfortante, ya que desde ella se divisa el Nevero, aún con pequeñas manchas de nieve,


y a la izquierda, ya muy lejana, Peñalara. Desde aquí, ya todo el camino desciende, y nos dirigimos a buscar un lugar apropiado para comer, que encontramos en una pequeña pradera vigilada por un enorme, florido y hermoso majuelo.



El camino, ya por senda forestal ancha, se encontraba lleno de setas, que al no pararse JA a recogerlas permitían suponer que no debían ser aptas para el consumo. Vimos en muchos sitios otros modelos de setas de primavera, algunos de los cuales incluyo.




Al llegar a Lozoya, intentamos tomar un café en el único bar que estaba abierto, pero desistimos al estar muy mal atendido y en su lugar nos dirigimos al Cuadrón, en donde me sorprendió el ver la profusión de anuncios de la cerveza "La Estrella de Galícia", que adornaba el local, y para celebrarlo como gallego, mientras ellos pedían cafés, yo me decidí por una caña muy bien servida de la mencionada marca.

Chicho










1 comentario:

Miguel Ängel Lázaro dijo...

Creo que hicimos bien en partir del depósito del agua; la subida final en 2016 y la nieve que pisamos ese año una vez coronada la cascada no me dejaron tan buen recuerdo como el del miércoles pasado. Ya se comentó en aquella ocasión que deberíamos ver el robledal en primavera y efectivamente, cómo bien explica el cronista, no defraudó, es un magnífico robledal, probablemente repoblado en parte, pues antiguamente se talaban los robles para hacer carbón. No es frecuente a estas alturas del año ver nieve, tanta agua, tantas setas y helechos tan verdes. Ojala fueran así todos los años en la España continental.
Como nota curiosa no vimos un alma en todo el camino, ni caminantes, ni ciclistas, ni pastores.
Miguel Ángel Lázaro