lunes, 28 de enero de 2019

Marchita a Navalagamella 23/01/2019







Después de un larguísimo debate (creo que hubo 45 e-mails), al final, votamos por ir a Navalagamella y hacer una gastronómica en el restaurante Los Arcos de esa localidad. Nos juntamos yo (Paco), Juan Ángel, Miguel, José Luis, Miguel Ángel, Chicho y Jero, con lo que estuvimos al completo de los marchosos activos. Entramos en el restaurante para ver si era necesario reservar y tenían de menú un cocido madrileño completo. Algunos ya se quedaron con la copla.
Iniciamos la marcha saliendo por una urbanización y, enseguida, un caminito estrecho con muchas plantas entre las que había esparragueras, hinojos, cicutas y otras. El hinojo y la cicuta son parecidos, por eso, a la hora de cogerlos, conviene oler el tallo y si huele a anís es hinojo. Nos encontramos con unas yeguas blancas, preciosas, y le hicimos algunas fotos.

Resulta que tuvimos que meternos por medio del campo porque nos habíamos confundido de camino. Así, llegamos a la Cañada Real Leonesa que la anduvimos con placer pues no tenía apenas desnivel y el día era fabuloso, con un sol radiante y una visibilidad extraordinaria. Nos desviamos por una colada (cañada pequeña) para ver una encina que decían portentosa. Al llegar a ella, efectivamente era lo que esperábamos: una copa amplísima

, extendiéndose como unos veinte metros de diámetro, en la que cabía perfectamente un gran rebaño de ovejas. El porte que tenía era para caerse de culo. En el suelo había un mojón blanco  en el que ponía AS (árbol singular). Nos detuvimos para hacer un aperitivo a base de frutos secos y darle unos tientos a la bota de Paco que nos reconfortó a los que así lo hicimos.
Volvimos por la colada a la cañada real y continuamos por ella un buen trecho hasta que llegamos a una conducción de agua del Canal de Isabel II que va de Picadas a Majadahonda.

Enfilamos por ella en una bajada pronunciada por un camino de cemento y luego tuvimos que ascender en una cuesta un poco fuerte, luego bajar otra vez y a continuación volver a subir otra pendiente fuerte. En este sube-baja, algunos nos entretuvimos en fotografiar una mina abandonada

que aparecía a nuestra derecha a unos 400 m, sin acercarnos a ella. Después supimos que era una mina abandonada, llamada “La Montañesa” en el siglo pasado y que se dedicaba a extraer baritina, un óxido de bario (adjunto información) así como cobre y galena argentífera. Salimos del canal por un corte en la montañita y enfilamos hacia el pueblo que se divisaba a lo lejos. El camino final es como al principio, con muchas hierbas altas y muy estrecho: íbamos de uno en uno.

Entramos al restaurante y los que comimos cocido nos pusimos ciegos. Estaba muy bien guisado y era muy completito pues tenía trocitos de todo; además, la sopa muy sabrosa o si querías, te ponían un consomé al jerez. Como nos gustaron los garbanzos, JA preguntó dónde podríamos comprarlos y la señora nos vendió cuatro quilos. Y resulta que eran de Quijorna, el pueblo de al lado. Son más pequeños que los de Pedrosillano.
¡Buen remate!
Paco.






1 comentario:

Miguel Ängel Lázaro dijo...

Todas las marchas son interesantes y siempre se aprende algo. En el restaurante Los Arcos hemos comido varias veces y era la primera noticia que teníamos de los famosos garbanzos de Quijorna.
Esta excursión ya se hizo en 2015, en plena canícula y esa vez si bajamos la mina, pero no valió la pena el esfuerzo.
Lo peor, por aburrido, fue el recorrido por el canal, podíamos haberlo evitado en parte atajando por el monte, pero eso reducía la marcha y no se aceptó.
Por lo demás, a mi particularmente me gustan las excursiones por monte bajo y bosque mediterráneo cómo era esta; así es que fue un buen día.
Saludos