lunes, 13 de diciembre de 2010

Relato corto de Navidad nº 5. DIA DE PAZ

Su memoria se le iba agotando. Hoy víspera de Navidad, Don Julián, como le llamaban en la residencia, se había bajado al invernadero, como hacia casi todas las tardes desde hacia dos años en que se había traslado voluntariamente a este lugar.
En el invernadero se encontraba confortable, recibiendo los rayos de sol entre cristales y observando las plantas como crecían o morían según la época del año y los cuidados que recibían, y en los que el de vez en cuando, colaboraba.
Hoy, dada la fecha que era, le dio por recordar los distintos estados de animo con los que había pasado estas fechas según la etapa de su vida: estados de ansiedad pensando en los regalos que iba a recibir, estados eufóricos pensando en las fiestas con que iba a celebrar estas fechas, estados de alegría y después estados de cansancio pensando en las reuniones familiares obligatorias en estas fechas, dolores de cabeza y de espalda entreteniendo a los nietos que esa noche venían a cenar a tu casa y te sacaban de la rutina del yogurt y la fruta acompañada por alguna serie de TV, etc..
Estaba en estos pensamientos cuasi oníricos cuando dos pequeños chasquidos en el cristal le sobresaltaron. Vio que era una pareja de moscardones dándose contra el duro vidrio. Les estuvo observando un buen rato y ellos seguían insistiendo, una y otra vez, en entrar, dándose continuaos golpes, algunos de los cuales les hacían caer, medio atontados, sobre el marco del cristal. Harto de tanta tozudez abrió un pequeño ventanal que servía de respiradero y los moscardones, al sentir la corriente de aire y el olor de las melosas corolas de las flores, se colaron en el interior del invernadero.
Don Julián intrigado por el silencio posterior, se pregunto donde habría ido a parar la pareja y recorrió con la vista la zona del invernadero donde suponía que tenían que estar. Se detuvo al verlos sobre el borde de un bancal que solía utilizarse para hacer pequeños trabajos de jardinería. Vio que uno de ellos se quitaba las medias peludas de sus patas delanteras y estas se transformaban en unos jóvenes y musculosos brazos, posteriormente y con mucho cuidado se arranco las dos patas posteriores a continuación empezó a quitarse la cubierta de las patas traseras que quedaron convertidas en unas piernas fuertes y de piel sonrosada. Fue haciendo lo mismo con el resto del cuerpo y aparecieron un tórax y un abdomen bien proporcionados con respecto a las extremidades. Llego el momento de arrancarse la mascara velluda y oscura de su cabeza y surgieron unos rasgos de un joven moreno y bien parecido con un fino bigote sobre el labio superior. La misma ceremonia se había repetido con el otro moscardón que resulto ser una joven de formas redondeadas y bastante hermosa. A Don Julián ambas figuras y rostros le resultaban familiares.
Cerró los ojos, pensando que al abrirlos confirmaría que todo había sido fruto de su imaginación. Pero no, al volver a abrirlos allí estaba la pareja y en ese momento reconoció en ellos a sus padres cuando eran jóvenes. Vestidos con trajes blancos de ceremonia, se estaban colocando unas alas vaporosas y tornasoladas. Hecho esto, sonrientes y radiando felicidad se agarraron de la mano e iniciaron el vuelo. No podía creer lo que estaba viendo, sacudió la cabeza y se restregó los ojos para cerciorarse una vez mas si era, como el creía, una alucinación, por que aquello, aunque le parecía cierto, no podía ser verdad.
Su sorpresa fue mayor, cuando al abrir nuevamente los ojos se vio a si mismo, también vestido de blanco, volando tras ellos hacia el ventanal que había quedado semiabierto.
-¡Don Julián, Don Julián!- la enfermera le da un toquecito en el hombro a la vez que insiste- ¡Vamos despierte! es la hora de la merienda.
Don Julián no contesto esa tarde ni ninguna otra mas.
GLADIATOR.

5 comentarios:

manolo dijo...

Un buen relato,Gladiator. Bien contado. Una muerte que a muchos nos gustaría tener. Dormidos y soñando con los angelitos, que en este caso son dos moscardones que, en realidad, son los padres vestidos de blanco, volando hacia el espacio, tal vez el cielo, detrás de ese ventanal semiabierto.
Un saludo,
Manolo.

manolo dijo...

No se puede meter mejor en un relato el nacimiento, la vida y una agradable muerte. Me ha gustado
Saludos JL

JP dijo...

Se me había pasado el comentario.
Me parece que la relación de humanos e insectos y sus transformaciones tienen siempre connotaciones algo diabólicas. Pero parece que las alas que le ponen luego como humanos son angelicales.
Se transforman en humanos para recuperar a su hijo? Tiene mucha miga que creo la explicará el creador

Anónimo dijo...

Este es uno de los que más me gustó. Me parece imaginativo, como un sueño. Qué juego da una pareja de moscardones. Es fácil además identificarse con este personaje.
Voto: 8
Los tres Magos.

Anónimo dijo...

mi puntuacion es 8
Dios