lunes, 18 de octubre de 2010

004-Canencia

PICO PERDIGUERA. Por Paco Expósito García

Hoy hace un día espléndido. Debe ser el veranillo de S. Miguel adelantado.
Desde el puerto de Canencia, iniciaron esta excursión cuatro personas: J.S., Cris, Pablo y Antonio. Al llegar al refugio de El Hornillo, J.S. y Cris continuaron andando por la pista hasta que ésta cruza con el arroyo de Sestil, mientras que Pablo y Antonio fueron por la senda que discurre más baja a mano derecha de la pista, detrás del refugio. Ya se habían deleitado con los asombrosos pinos de Douglas que aparecen a la derecha de la pista. Las dos ramas de la excursión hicieron un alto en el cruce con el arroyo, que está justo en la chorrera de Mojonovalle, hoy poco vistosa con su pequeño hilillo de agua, unos por arriba, en la pista, otros por abajo, en la senda.
Aquí se les unió Paco que acudía por la senda hacia la chorrera.. Una vez reagrupados, continuaron los cinco por la pista así como uns cuatrocientos metros, donde Pablo, Antonio y Paco comenzaron a subir por un cortafuegos en el que se apreciaba poco desnivel; los otros dos, siguieron por la pista que, de una forma circular, les llevaba otra vez al refugio mencionado. Allí quedaron los dos grupos para almorzar.
Por el cortafuegos se llegó a una explanada, con terreno encharcado en época de lluvias, llamado Cerro del Cuclillo. Al fondo, detrás de un espeso pinar, se encuentran el Cerro de la Junciana (1.872 m) y, a la izquierda, el pico Perdiguera (1.866 m) con sus repetidores; estos dos picos están unidos por un cortafuegos que transcure por la cuerda entre ambos. Pasado el Cerro del Cuclillo, se encontraron con una pista que tomaron a la izquierda un tramo de unos trecientos metros, para luego subir por otro cortafuegos que aparecía perpendicular a la pista y que llevaba en media hora de ascenso, al Cerro de la Junciana, el pico más alto, pero con pocas vistas. Una vez en el pico Perdiguera disfrutaron de unas vistas excepcionales: parecía que La Najarra y Peñalara se les metía por los ojos y se les caían encima.
La bajada la hicieron buscando el nacimiento del arroyo Sestil del Maíllo (variedad de manzano muy apreciada en Asturias); lo de Sestil le viene por la hora sexta de los romanos, la hora central del día, la más calurosa (de aquí se deriva la palabra “siesta”), atravesando campo a través el Cerro del Cuclillo. Bajando el curso del arroyuelo bien por la derecha o bien por la izquierda, pasando de una margen a otra se hace un descenso agradable y a la sombra. Al llegar a la cascada de Mojonovalle, en su parte alta, en la pista, Paco encontró a un antiguo compañero de trabajo que había salido con otro grupo de excursionistas. Se saludaron y nuestros tres personajes bajaron al refugio de El Hornillo a comer con los otros dos, que ya habían comido pues eran más de las cuatro de la tarde.
Después de dar buena cuenta de las dos botas de vino (de Pablo y de Paco) y de la comida, Paco empezó a adormilarse pero antes cogió la botella de agua vacía y se a cercó a la fuente de la pista con el fin de rellenarla. Parece que fue un golpe de aire o una fuerza repentina lo que le colocó, en una décima de segundo, con los compañeros que había saludado antes. Pero ahora el espectáculo era dantesco: cadáveres esparcidos por la pista, por el arroyo y en la bajada a la cascada, en posturas grotescas, unos mordiendo una fruta, inmóviles, otros tumbados, con la cabeza hacia atrás, los ojos muy abiertos, las piernas cayendo sin una postura concreta, como si fueran de trapo, por entre las rocas; parecía como si hubieran celebrado una comida pantagruélica y un castigo divino los hubiera exterminado, víctimas de sus excesos.
Paco echó a correr por la pista, al encuentro de sus amigos para entre todos decidir qué se podría hacer, pero la pista se alargaba cada vez más, parecía interminable y nunca llegaba al refugio; él se iba angustiando y cansando cada vez más y cuando ya, exhausto, , cayó boca abajo en la pista, despertó tumbado en un banco donde sus amigos charlaban animosamente y trataban de arreglar el mundo, como se hace en todas las sobremesas.

22/09/2004


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