lunes, 18 de octubre de 2010

024-033-Tamajón-Monasterio de Bonaval

Vaya marcha... Por Jesús Sánchez

El miércoles 19, como otros muchos, salimos de marcha. Esta vez nos dirigimos a Tamajón y después de varias correrías por las cuevas, abrigos, y la pequeña “Ciudad Encantada” que hay por los alrededores de la ermita de Los Enebrales, cerca del arroyo de las Damas, nos fuimos a comer junto al Jarama, a orillas de las románticas ruinas del Monasterio Cisterciense de Bonabal. Luego, tras un pequeño descanso decidimos recorrer la bonita hoz por donde este río discurre poco después del monasterio, aún sin haber entrado en Madrid. Estaba ensimismado contemplando los quejigos y los arces de Montpellier en pleno esplendor primaveral, cuando sonó mi teléfono portátil. En la pantalla aparecía el nombre y el número de teléfono de mi hijo.
  • Hola Yago, qué pasa...
  • No, nada por mi parte, pero es que te han intentado localizar durante toda la mañana, y como no estabas en casa me han localizado a mi y..
  • Pero quien, para qué.
  • No te alarmes. Es de la Casa Real, que quieren ponerse en contacto contigo por algo relacionado con la boda...
  • ¿Quéeeeeee? ¿Conmigo?
  • Si, a mí también me ha extrañado pero me han dicho que no se trata de ningún error. Me han dejado un número de teléfono y el encargo de decirte que nada más regresar a Madrid te pongas en contacto con ellos. Así es que no te entretengas mucho.
Nada más llegar a casa, sin ducharme aún, llamé al teléfono anotado por mi hijo y después de darme a conocer y decirles mi gran extrañeza por su llamada, me dicen esto:
  • Mire señor, necesitamos de una persona seria, popularmente desconocida, no vinculada con la familia real ni la nobleza, para realizar una pequeña tarea después de la boda de Su alteza El Príncipe y Doña Leticia. Para no herir susceptibilidades entre tanto posible voluntatio, hemos pedido al Ministerio de Trabajo que nos selecciones entre los jubilados unas cuantas personas que tengan en su historial laboral el mayor número de años de trabajo de nuestro país. Usted es, de los madrileños, el más sobresaliente en este aspecto, ya que empezó a trabajar cuando tenía 11 años y nunca lo dejó hasta su jubilación. 54 años en total.
  • Como posiblemente sabrá, acostumbramos a una total discreción sobre todo lo relacionado con la boda. Sólo podemos anticiparle que se trata de una tarea muy sencilla, que usted puede realizar perfectamente y como no tenemos plena seguridad de si será o no necesario llevarla a cabo, si usted acepta, y hay que hacerla, nada más celebrarse el enlace le telefonearíamos para darle el resto de instrucciones.
Esta conversación no sólo no me aclaraba mis interrogantes, sino que me introducía otros nuevos. Pensé rápidamente y me acordé de mi nieto – algo más que contarle – Así es que acepté. Tuve que dar mi palabra de guardar absoluto secreto, por lo que a duras penas pude apaciguar la curiosidad de mi hijo sin faltar a ella.
El sábado 22, como es obvio, estuve pegado al televisor desde que comenzó la retransmisión del evento. Mi curiosidad había aumentado desde el miércoles pues quería encontrar algún indicio sobre mi posible misión. Así es que no me perdí detalle. Pero confieso que no pude deducir la menor pista, aunque me desazonó un hecho fortuito, provocado posiblemente por la lluvia, truenos y relámpagos que hubo durante la ceremonia. Fue un corte de luz en mi barrio durante quince minutos, lo que provocó un unánime grito femenino escuchado por patios, ventanas y balcones. Me llamaron la atención algunas cosas protocolarias como el hecho de que cada caballero fuera acompañado de su esposa, pero en cambio los monarcas y Jeques árabes no – quizás la catedral, en caso contrario, hubiera resultado pequeña - También encontré empalagoso el almibarado tono de alguna experta comentarista – una llegó a decir que la comitiva real llegaba a la plaza de Callado –
Precisamente en este tramo del trayecto hacia la Basílica de Atocha se encontraban los Príncipes de Asturias, cuando el teléfono de casa sonó. Descolgué y escuché la misma voz de la persona con quien hable en miércoles.
- Señor: le comunicamos que la tarea que le propusimos ha de realizarse. Así es que debe dirigirse lo antes posible al convento de Santa Clara y exigir a las monjas que le devuelvan los huevos que les llevaron de parte de la Casa Real.


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