lunes, 18 de octubre de 2010

349-Cañón de la Risca

EL CAÑÓN DE LA RISCA por Miguel Cuevas

Excursión del 28/04/04. Estaba programada para ir al Cañón de la Risca, del río Moros, partiendo del pueblo de Valdeprados (Segovia). Fuimos JS, JP, Pablo, Chicho y yo: Cris, en Lanzarote; JG descansa, JL no venía por el mal tiempo (lluvioso, montañero de goma) y Manolo estaba en un curso.

El día amenazaba lluvia: de hecho nos llovió según íbamos hasta el punto de encuentro. Barajamos la posibilidad de ir a otros sitios, pero al fin, decidimos arriesgarnos y ver qué ocurría.
Al Pasar el túnel de Guadarrama, el tiempo estaba neblinoso:¡con tal de que no llueva!. LLegamos al pueblo de Valdeprados, pequeño y muy solitario. Aquí, en una finca con su torreón, vive el escultor de las puertas de la catedral de La Almudena de Madrid, su casa es un museo, pero privado , no se pude entrar a verlo
Iniciamos la marcha y se nos pegó un perrito que nos fue mostrando el camino hasta comenzar el descenso del río Moros por su margen derecha. En seguida nos encontramos en el cañón de la Risca: tajo impresionante, de unos trescientos metros de longitud y unos cuarenta de altura. El río serpentea formando pozas y escalones que braman debido al encajonamiento del sonido. Poco después llegamos a un molino derruido, pero que conservaba una vivienda (cocina, despensa, dormitorio, sobrao, caballerizas, huertas, ...) formando parte integrante del mismo. Tuvo que ser un lugar próspero. A unos 100 m estaba la aldehuela de Guijasalbas (= piedras blancas) con su cementerio, iglesia, escuela, casa, todo tortalmente abandonado.
Cruzamos por el puente al otro lado del río y en una loma, recortando sus figuras entre encinas, aparecieron, así como a treinta metros, dos grandes buitres que nos explicaron la historia de la aldehuela: era una finca particular y las personas que trabajaban en ella vivían también allí y, por tanto, tenían las ventajas de un pueblo, escuela, cementerio, iglesia, ... Ahora la finca está vendida a una Universidad norteamericana que quiere hacer una privada en ese lugar, reconstruyendo el molino y la iglesia. Nos quedamos atónitos, no sólo por el proyecto (que ya de por sí manda huevos) sino porque los buitres nos hablaran de esa forma tan desenvuelta y desenfadada. Remontaron el vuelo y se alejaron con su vuelo majestuoso.
Volvimos otra vez a los paredones de la Risca, ahora vistos desde la otra margen: esta vista es impresionante. Comimos escuchando el bramar del río: JS con sus rodapiés, su lomo y su café con leche, Paco con su bota y su chorizo, JP con su ensalada, Pablo con su jamón y Chicho con su queso y su lomo.
Regresamos hasta el puente de cemento y allí vi las dos orejas del perrito que nos acompañó al principio. Estaba recostado en el suelo y cuando pasamos a su altura nos guiñó un ojo y nos preguntó si lo habíamos pasado bien. Esto ya se pasaba de la raya. Muertos de miedo echamos a correr hasta el pueblo y nos refugiamops en el coche de Pablo no fuera a ser que el gato rabón de color pajizo que nos esperaba al lado del coche, nos dijera alguna cosa para mayor espanto nuestro.
Miguel Cuevas

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